Domingo, 30 de agosto de 2015 | Hoy
CULTURA › SANDRA DE BERDUCCY Y SU PROYECTO TEXTO, TEXTIL, CODIGO
La artista visual boliviana investiga las relaciones entre el código de los textiles precolombinos y el lenguaje cibernético. En su obra, procesos y técnicas textiles antiguos se encuentran con la fotografía, el video y las instalaciones.
Por Silvina Friera
La paciencia de la tejedora es una manera de hablar con el cuerpo, de vivir con otro ritmo. “Ahorita estoy aprendiendo a mirar profundo”, dice la artista visual Sandra de Berduccy, desde Sarco Cucho, un pequeño paraíso en la Tierra ubicado a diez kilómetros de un pueblo llamado Capinota –que está a dos horas de la ciudad de Cochabamba, en Bolivia–, adonde se mudó hace dos años. Su práctica artística –ella también es una tejedora– y sus investigaciones se materializan en obras en las que procesos y técnicas textiles precolombinas se encuentran con la fotografía, el video y las instalaciones. “Si hay algo que puede diferenciar al tejido de las tecnologías es el tiempo. Si quieres ser tejedora, necesitas ir con las cosechas; es como una planta que crece muy lento. Para avanzar dos centímetros, se te puede ir una tarde y depende de la complejidad del tejido. Hay otra noción del tiempo”, afirma la artista boliviana que participó en una charla online del Festival Espacio Enjambre.
La artista visual revela detalles de su proyecto Texto, textil, código, en el que investiga las relaciones entre el código de los textiles precolombinos y el lenguaje cibernético. De Berduccy teje y sonríe con el cerro Lucusa como hipnótico paisaje de fondo. La artista –que nació en Oruro en 1976, pasó su infancia en Cochabamba y estudió arte en la ciudad de La Paz– cuenta a Página/12 que su interés por los textiles empezó como estudiante de arte. “El primer acercamiento fue iconográfico, pero ha sido un proceso en el que me fui acercando más y más al textil, primero en cuanto a las prácticas del hilado, conocer el detalle del hilado y los tintes naturales. Después entré a la estructura del tejido como algo complejo con todas sus técnicas. Aquí en Bolivia hay unas técnicas características de tejido, como la de urdimbre vista, donde la trama queda escondida, y a las que les incorporo sensores de tacto y microcontroladores para que se activen con la presencia de cuatro personas; es una locura, un reto técnico”, explica la artista, licenciada en Artes Plásticas por la Universidad Mayor de San Andrés, que expone sus obras desde 1991 en muestras itinerantes por Bolivia, Argentina, Guatemala, El Salvador, Estados Unidos y Brasil, entre otros países.
“Hay tejidos que son como dos telas que se entrelazan y yo pongo los circuitos dentro de la tela. Muchos me preguntan si combino textiles con tecnología. Y yo digo que no, que el textil en sí ya es una tecnología –subraya De Berduccy–. El telar es una máquina de pensamientos porque dentro de la estructura misma tienes códigos, algoritmos, o sea que más bien lo entiendes como un sistema y no como algo iconográfico.”
–¿Qué tipos de pensamientos produce el telar?
–Para tejer tienes que calcular, tienes que seguir una secuencia de comandos, por ejemplo. Ahí está la matemática y tienes que abstraer, pero incluso también tienes que estar conectado a tu cuerpo y entonces tú vas tejiendo y regulando la tensión que necesitas. Al mismo tiempo, en el caso de los procesos, el hilar o el tejer te genera una segunda tensión. No es un pensamiento binario porque tú vas hilando y vas pensando en otras cosas. En Candelaria, las tejedoras dicen que se les aparece el Sajra, el ser que gobierna los tejidos. Se les aparece en la mañana, cuando están peinando el cabello, o en la transición del día con la noche. El Sajra también aparece en las entradas de las cuevas, sobre todo entre el sueño y la vigilia; ése es el momento en que las tejedoras reciben los mensajes del Sajra, que les dice qué es lo que van a tejer...
No es una alucinación óptica. Aunque a simple vista a unos cuantos les cueste creer lo que están viendo, esa obra de De Berduccy parece un QR (quick response code), un código de respuesta rápida. Ese textil de fibra de alpaca –cuya técnica tapiz Kelim es propia de Hauri-Tiwanaku– dice en quechua “anchata munakuyki”, que se traduce como “te quiero mucho”. “Lo que me interesa es la relación entre la estructura misma del textil con la tecnología. Este tejido puede quedar obsoleto cuando desaparezca la tecnología Android y todas las aplicaciones que están en una etapa embrionaria”, advierte la artista, lectora del escritor Vilém Flusser (1920-1991), “uno de los primeros que escribieron sobre la filosofía de la tecnología”; y del antropólogo Tim Ingold, que postula la textilidad como “una forma de crear fluyendo con los materiales”.
–¿Tejer implicaría escribir un texto en secreto?
–Yo lo veo más como lo de la caja negra, un tema clásico de la filosofía de la tecnología. Sólo vemos el input y el output, entra la electricidad y te puedo ver en la pantalla, pero no sé cómo funciona y qué está pasando dentro de la máquina. Yo me considero artista e investigadora del textil. Mis obras siempre me van a enseñar algo; son producto de una secuencia de preguntas que se responden con la práctica. Mi amor por los textiles no va a dejar que me desvíe, pero mi obra es dinámica y va cambiando. Hace dos años que estoy viviendo en Sarco Cucho, criando plantas, cerca de un bosquecito de algarrobos, en un lugar privilegiado donde puedes aprender a mirar profundo. Mi propia vista genera otra forma de ver, ni qué decir de los olores y los sonidos, que ahorita agradezco. No es que no me gusten las grandes ciudades y todas sus potencialidades, pero creo que me quedo viviendo por aquí.
* Parte del trabajo de la artista se puede ver en su Facebook: https://esla.facebook.com/sandradeberduccy.
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