Sábado, 31 de octubre de 2015 | Hoy
CULTURA › RECONOCIMIENTO PARA UNA COLECCION DE CEDINCI/UNSAM
El Programa Memoria del Mundo de la Unesco declaró la Colección “Prensa Obrera del Cono Sur. Un siglo de historia (Argentina, Chile, Uruguay. 1863-1973)” Patrimonio Documental de América latina y el Caribe. Lo curioso es que el recorrido comenzó con una “vaquita”.
Por Silvina Friera
La obstinada manía por coleccionar revistas, periódicos, libros y folletos de las más diversas corrientes de la izquierda ha sido reconocida con una distinción honorífica. El Programa Memoria del Mundo de la Unesco (Mowlac) declaró a la Colección “Prensa Obrera del Cono Sur. Un siglo de historia (Argentina, Chile, Uruguay. 1863-1973)” del CeDInCI/Unsam (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina) Patrimonio Documental de América Latina y el Caribe. En esta edición participaban 21 postulaciones de México, Bolivia, Colombia, Paraguay, Argentina, Ecuador, El Salvador, Jamaica, Trinidad y Tobago, Perú y República Dominicana. El creador del CeDInCI, el historiador Horacio Tarcus, está muy emocionado. “Nos pone muy contentos que una expresión política y cultural de las clases subalternas sea reconocida por la Unesco. Nosotros empezamos muy de abajo con un proyecto independiente. Hace cinco años nos convertimos en un centro académico de la Unsam y ahora tenemos un reconocimiento a nivel continental y de proyección internacional. Vivimos en un país donde las instituciones no son eternas. El CeDInCI ha crecido y se ha fortalecido, pero todavía requiere de apoyo. Un reconocimiento de esta naturaleza en momentos de incertidumbre es recibido con mayor beneplácito que en cualquier otro momento”, plantea Tarcus a Página/12.
Otros acervos por el programa Memoria del Mundo fueron la Colección de partituras manuscritas del músico mexicano Julián Carrillo, el Padrón de los Indios que se levantó en la Ciudad de los Reyes del Perú en 1613-1614, la Colección Solano López de la Biblioteca Nacional del Paraguay, la Correspondencia de la Guerra de las Castas en el Yucatán y el Fondo de archivo del educador Paulo Freire. Tarcus cuenta que el CeDInCI tuvo que hacer un recorte de sus archivos para poder participar. “No fue fácil porque tenemos correspondencia antigua de escritores y militantes que arma una red muy nutrida. Tenemos una colección de revistas literarias latinoamericanas que creo que es única en América latina. También pensamos en la colección de afiches con casi 2000 afiches políticos. Nos decidimos por la colección de prensa porque es un emblema para la historia de los movimientos sociales y de las izquierdas”, explica el historiador. “En la fundamentación que hicimos a Memoria del Mundo partíamos de una frase del dirigente obrero chileno (Luis Emilio) Recabarren, que además era tipógrafo: ‘La emancipación de los trabajadores está estrechamente vinculada a la invención de la imprenta. Cuando los trabajadores pudieron adquirir las propias imprentas o empezar a ponerlas a su servicio, comenzó la historia de nuestra emancipación’. La historia de los primeros gremios, de las primeras centrales obreras, de las organizaciones políticas de trabajadores, de estudiantes, ha pasado por la elaboración de su prensa. La prensa ha sido un órgano de organización y aglutinamiento identitario de las clases subalternas”. La colección premiada del CeDInCI incluye periódicos en francés, alemán e italiano editados en la Argentina, Chile y Uruguay. Hay mucha prensa librepensadora, anarquista, socialista y comunista.
Algunos memoriosos todavía se acuerdan del enorme cartel que estaba en el hall de la primera sede del CeDInCI, inaugurada el 3 de abril de 1998 en una vieja casona del Abasto: “No tire sus publicaciones políticas o culturales, ni las deje abandonadas en un rincón olvidado de la casa”. Cuando Tarcus estaba haciendo el trabajo de investigación de su primer libro, El marxismo olvidado en la Argentina, entrevistó a un montón de militantes. La pregunta del millón era si alguno guardaba diarios y revistas de la prensa obrera de las décadas del 20, 30 y 40. “Todos me decían que no conservaban nada y que el único que podía tener algo era José Paniale, un antiguo militante del grupo Insurrexit. Alguien me contó que el archivo de Paniale lo tenía el dueño de Marymar, una editorial que ya no existe. Este señor se llamaba Saúl Chernikov. Lo llamé y él me dijo que Paniale había muerto y que le había dado su archivo en el año 76. El lo había cuidado todos estos años, pero quería venderlo. Eran casi 200 cajas con prensa obrera sobre todo argentina, pero también había cosas de Uruguay, Chile, Brasil y México. Había ejemplares de La protesta hasta la edición original del ‘Manifiesto por un arte revolucionario independiente’ que hicieron André Breton, Diego Rivera y León Trotsky. Cuando vi eso, no podía creerlo”, recuerda el historiador.
En el archivo de Paniale, en esas casi 200 cajas, había también libros y folletos. Chernikov había vendido la editorial y quería desprenderse del archivo del viejo militante de Insurrexit. “Le pregunté cuánto quería y me pidió 10 mil dólares. Yo era un profesor de historia en la UBA en los años de (Carlos) Menem. ¡Imaginate lo que ganaba! –exclama Tarcus–. No tenía ninguna chance de llegar a esa cifra. Si alguna virtud tengo es que soy un tipo obstinado. No sé si es una virtud o un vicio. Pero no quería que ese archivo se vendiera fuera del país. Me parece terrible que nos desprendamos tan alegremente de nuestro patrimonio. Entonces me puse a juntar la plata. Me acuerdo de que María Seoane puso unos cuantos pesos. David Viñas y Osvaldo Bayer también colaboraron. Hice la famosa vaquita argentina y pagué el archivo en cuotas. ¿Dónde iba a meter 200 cajas cuando mi casa ya desbordaba de libros y de papeles? Ahí nació el CeDInCI, una institución sin fines de lucro. La inscribimos, reunimos el dinero; la gente que colaboraba quedó asociada. Yo llevé mi propio archivo y hemeroteca, que era sobre todo de la segunda mitad del siglo XX, de fines del peronismo hasta el presente. La de Paniale era de 1900 al peronismo. O sea que empalmaban las dos colecciones”. La patriada de los historiadores consistió en alquilar una vieja casona en Sarmiento 3433, casi esquina Gallo. “Un dato de color es que Ezequiel Adamovsky manejó la camioneta de su hermano porque no teníamos plata ni para pagar un flete. En la camioneta iban las 200 cajas del archivo de Paniale”, revela Tarcus y se ríe con ganas al evocar la aventura del traslado del modesto acervo inicial con 400 colecciones de revistas literarias nacionales, 300 publicaciones políticas argentinas y 200 político-culturales extranjeras; 450 títulos de periódicos políticos argentinos, mil folletos y dos mil libros.
En 2003, la Legislatura de la Ciudad votó otorgarle al CeDInCI una casa en la calle Fray Luis Beltrán 125, en el barrio de Flores, la sede actual de la institución en la que trabajan once personas: Karina Jannello, responsable de la biblioteca; Eugenia Sik y Virginia Castro a cargo del archivo; y un equipo de dirección integrado por Vera Carnovale, Martín Bergel, Ezequiel Adamovsky, Laura Fernández Cordero y Adriana Petra, entre otros. “Hace poco hicimos una compra, también con una vaquita, del archivo de un viejo dirigente del sindicalismo argentino que falleció hace medio siglo, Sebastián Marotta, que conservaba unas colecciones fabulosas y los descendientes decidieron venderlas. La red de solidaridad me dio resultados muy gratificantes para el proyecto”, concluye Tarcus.
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