Sábado, 12 de marzo de 2016 | Hoy
CULTURA › LA JORNADA ESTE ABRAZO, HOY EN EL ECUNHI
Así definen Hebe de Bonafini, Verónica Parodi y María de los Angeles Ledesma el espíritu de estos tiempos, en los que los espacios culturales de la ex ESMA se ven amenazados por la suspensión de toda ayuda económica por parte del Estado.
Por María Daniela Yaccar
“Voy a defender el ECuNHi a capa y espada”, sentencia Hebe de Bonafini. Hoy, a partir de las 16, se realizará un abrazo al Espacio Cultural Nuestros Hijos, ya que la situación es delicada: hace meses que los más de treinta trabajadores que allí se desempeñan no cobran y, desde que asumió Mauricio Macri, quedaron disueltos los convenios con el Estado que posibilitaban programas valiosos, como las visitas de estudiantes de todo el país. Inaugurado como espacio cultural en enero de 2008, cuando las Madres hicieron su “desembarco” en el Liceo Naval ubicado en la ex Esma para llevar a la práctica los ideales de sus hijos desaparecidos, el ECuNHi funcionó siempre con apoyo del Estado. La actual es una nueva etapa, de “resistencia cultural e ideológica”. Con el cierre a cargo de Arbolito, Este abrazo –así se llama la jornada– será un reflejo de ello.
Lo que ocurre en el ECuNHi es parte de una escena que comprende treinta despidos en la Secretaría de Derechos Humanos, los del Centro Ulloa, las amenazas de bomba que recibe el espacio de las Madres, el ataque a su radio, los rumores de la visita de Obama a la ex ESMA el 24 de marzo, la llegada de Macri una mañana sin aviso, entre otras cosas. Quienes trabajan allí aseguran que ya no es tan fácil ingresar en auto y que sólo se mantiene abierta una entrada (Av. del Libertador 8151). En la enormidad del predio los detalles funcionan como signos para leer el contexto: una bandera de ATE asoma por el techo del ex Casino de Oficiales, advirtiendo sobre despidos. Hojas desperdigadas por el lugar le dicen “fuera” al presidente estadounidense, que viajaría a Bariloche a jugar al golf para esquivar las marchas por el 40º aniversario del golpe de Estado.
A este panorama, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo añade otra posibilidad, sin revelar fuentes. “Parece que Macri quiere practicar la teoría de los dos demonios ahí. Los lugares que están vacíos quiere dárselos a la Marina. Yo de ahí no me voy a ir”, asegura, en su pequeña oficina de la calle Hipólito Yrigoyen. “Pero si le dan lugar a la Marina en los lugares desocupados, levanto un muro alrededor del ECuNHi y los que van a estar del otro lado son ellos, no yo. Me abro una puerta a la calle y todo. Está decidido. Se me ocurrió que les pidamos diez ladrillos a cada uno de nuestros amigos. Y que los vayan pegando ellos”, dice la mujer que, ocho años atrás, bajó de una camioneta y pidió al resto de las Madres que no lloraran. Que el ingreso al ex Liceo Naval tenía que ser con alegría “porque nuestros hijos vienen con nosotros”.
La pedagoga Verónica Parodi y la cantora María de los Angeles “Chiqui” Ledesma son directoras del espacio. Sienten que cumplen una “misión” y hablan dulcemente de sus conversaciones con las Madres, del “orgullo” que tienen sobre el ECuNHi. Asumieron ese rol cuando Teresa Parodi lo dejó para ser ministra de Cultura. Verónica maneja el área pedagógica, Ledesma se ocupa de lo artística. “No nos resignamos. Estamos reorganizándonos, viendo cómo sostener la mayor cantidad de cosas, para que nuestra gente siga teniendo este espacio, que antes era contenido por el Estado”, dice Ledesma. “Nuestro desafío es seguir haciendo lo que hacíamos, no vamos a bajar los brazos. Esta casa es de todos. Debemos defenderla. Para impedir que se cierre y para que se mantenga viva”, completa Parodi.
Los 34 trabajadores que sostienen el espacio cultural y educativo no están cobrando. Al quedar diluidos los acuerdos con PAMI y los ministerios de Desarrollo Social, Trabajo, Cultura y Educación, está en riesgo una serie de programas. Como el Proyecto Educativo Bicentenario (ProEBi), que funcionó desde 2010 a 2015, y a través del cual 60 mil alumnos y docentes de todos los niveles educativos recorrieron el Espacio. La visita incluía una reflexión sobre la labor de las Madres y la dictadura y talleres de arte, y los estudiantes continuaban trabajando en las aulas. “Murales por la memoria” invitaba a chicos a pintar las paredes junto a destacados artistas visuales; “Memoria, un desafío educativo” apuntaba a la capacitación de futuros maestros; “Carpa abierta” buscaba la inclusión social mediante talleres de acrobacia, manipulación de objetos y malabares, entre otras técnicas circenses. La biblioteca “Roldante” (en homenaje a Gustavo Roldán) llevaba talleres y libros a escuelas y jardines. Con el programa “El ECuNHi va a la escuela”, la Orquesta Sudamericana, dirigida por Nora Sarmoria, llevaba música junto al mensaje de las Madres a las instituciones educativas. Todo en forma gratuita.
Todo lo que sucedía dentro del ECuNHi dependía de convenios, a excepción de los talleres vespertinos. Las visitas de colegios, seminarios, cursos, capacitaciones, ciclos de cine, teatro, danza, con escritores e ilustradores, las exposiciones de artes visuales. Incluso la administración del espacio, la limpieza y la comunicación. Los convocantes festivales infantiles (el Hugo Midón, el María Elena Walsh y el Gustavo Roldán). Dentro del Espacio Memoria y Derechos Humanos, el ECuNHi tiene una particularidad: a diferencia de otras instituciones, no está bajo la órbita del Estado. Es de las Madres. A los trabajadores no se los puede echar ni pueden ser designadas nuevas autoridades. “Tenemos independencia para pensar este lugar”, destaca la directora social y educativa. “Desde la resistencia cultural e ideológica vamos a continuar con nuestras propuestas.” Durante el verano y pese a la situación, el espacio ofreció una colonia infantil con actividades artísticas, talleres de distintas áreas y el ciclo “Cine bajo las estrellas”, que conduce Juan Diego Incardona. “Todos los veranos hacemos talleres, y en este se duplicó la cantidad de alumnos”, recalca Ledesma. “Nuestro trabajo no fue contemplado ni se va a contemplar. A este Gobierno no le interesa”, agrega.
“Hubo un contacto con el Ministerio de Justicia, no con Educación ni Desarrollo ni Trabajo. En un momento, se suponía que el ECuNHi iba a estar dentro de Justicia, como la Universidad de las Madres. Esta posibilidad estaba desde el año pasado. Las nuevas autoridades dijeron que sí y después que no. Y frente a las acciones que se sucedieron, como los despidos, decidimos no tocar puertas de los ministerios. Sentimos que nos iban a ningunear, que nos iban a tener esperando”, explica la pedagoga. La reunión fue entre el secretario de DD.HH., Claudio Avruj, y los organismos de DD.HH. que trabajan dentro del predio. “Decidimos golpear otras puertas. Seguimos la decisión de lo que las Madres quieren para el espacio.”
¿Cómo se sigue, entonces? Se abre la etapa de “la resistencia”, del bono contribución para sostener sueldos y limpieza, de las donaciones de artistas. La asociación civil Amigos del ECuNHi aportará fondos para que se sostengan talleres y festivales. Por su parte, Bonafini no tiembla. “Vamos a hacerlo funcionar de otra manera. Ya tiraron un montón de lazos para no cerrar nada. Estamos sosteniendo todo. Acomodando los patitos. A veces se me caen pero los vuelvo a acomodar. Hemos visto personas, no podemos nombrarlas, pero dijeron que nos van a ayudar. No es complicado, no hay que asustarse. Todo lo que se arregla con plata se arregla. No hay que hacerse mala sangre. Si no la plata, que es puro capitalismo, te gana”, define. Ya lo ha dicho: a Macri jamás le pediría una entrevista.
Coqueta, con las uñas perfectamente pintadas, cosa que resalta ella misma, y –qué extraño verla así– sin el pañuelo en la cabeza, Bonafini cuenta su deseo de alquilar un micro descapotable para llegar con las Madres a la plaza el 24, como el año pasado. No tienen “un mango”, por eso se le ocurrió armar bolsas con libros “de Zaffaroni y de las Madres” y venderlas a 400 pesos. “Ya vendí 50 bolsas, ya tengo los 20 mil pesos. Estamos acostumbradas. Hemos vendido tortas, lentejas, locros... hemos hecho de todo para subsistir. Nada nos asusta”, insiste. Esta tarde, las Madres ofrecerán en un stand el libro Cocinando política (de Bonafini), polveritas, tazas, fundas para celulares y remeras, entre otras cosas. En casi todos los objetos está el pañuelo blanco.
Teresa Parodi, la primera directora del ECuNHi, sí lloró el día del desembarco. Así bautizó Hebe de Bonafini al último día de enero de 2008. El término naval adquiría otra connotación con el avance de las Madres por las calles sombrías del principal centro clandestino de detención durante la dictadura, en el que desaparecieron más de 5 mil personas. Las Madres fueron el primer organismo de DD.HH. que desembarcó en la ex Esma. Eligieron el edificio del Liceo Naval, ubicado en el extremo izquierdo del predio, porque era el que se encontraba en mejor estado. Querían empezar rápido. Fue uno de los últimos espacios que liberó la Armada, en 2007, años después de que Néstor Kirchner anunciara la recuperación del predio.
“Fui unos días antes con Hebe al lugar. Me dijo que quería llenarlo de vida. Cambiarle el sonido, el aire. Fuimos a mirar, las dos solas. Fue impactante entrar”, recuerda la ex ministra de Cultura. “Yo tenía una sensación extraña, caminando por esas calles vacías, y por lo que irradiaban los edificios. Además de desangelado era helado. Casi metálico era el sonido cuando caminábamos. Y pensé: ‘¿qué puedo hacer acá?’ Hebe me dijo que quería empezar la semana siguiente. Miré ese lugar vacío, pensé cómo. Hebe va y viene mucho antes de que uno reaccione del todo... me dijo: ‘¿sabés cómo se hacen las cosas, Teresa? Haciendo’. Gran lección me dio”. Las Madres tenían claro lo que querían: no un museo del horror. Un centro cultural. Vida. Su decisión, al principio, fue cuestionada por otros organismos: ¿canto, ahí? ¿Murga? ¿Teatro?
Antes del desembarco, Hebe le preguntó a Renata Schussheim cómo se graficaba la vida en un escenario: la artista le respondió que con soles y flores. La transformación del ECuNHi comenzó por ahí. “Unos pibes de La Cámpora hicieron un montón de flores y soles en cartulinas”, que se esparcieron por la callecita que conduce al ECuNHi, cuenta Bonafini. Como recuerdo, conserva un sol y una flor que tiene pegados en su oficina. Además, el día del desembarco, los que las acompañaron fueron invitados a pintar los muros. Pintaron, también, soles y flores. “Me puse a un costado”, recuerda Parodi. “Sólo quería llenarme de esos gestos de las personas, de esa libertad con la que dibujaban, de esa alegría. Estábamos levantando otras paredes, contra el horror, el olvido y la muerte. Ahí comenzó la historia del ECuNHi, con esa suerte de bendición de las Madres y su mirada generosa: nos daban la posibilidad de vivir esto con alegría y con la esperanza extraordinaria de la construcción colectiva.” Liliana Herrero y Víctor Heredia musicalizaron la tarde. Días más tarde el ECuNHi ya ofrecía actividades, aunque la apertura oficial fue en abril.
El lugar estaba vacío, siquiera había mesas y sillas. Aparte, según cuenta Bonafini, “los milicos” habían arrancado hasta los inodoros. El equipo que había conformado la entonces directora del espacio trabajaba al principio sentado en el piso. “Siempre hacía mucho frío, del que te entraba en las entrañas. Nos sentábamos juntos en un lugar a trabajar, para darnos calor humano”, relata Parodi. Y recuerda que Juan Falú fue el primero que tocó. “Siento una angustia muy grande... no sé si voy a poder”, le dijo, antes de salir al escenario. “Dio un concierto extraordinario. Así fueron pasando los directores de teatro, actores, músicos, escritores, artistas plásticos. Fuimos remando hasta que el lugar empezó a ser. A más de uno le pasaba lo que le pasó a Juan: todos tuvieron una primera impresión terrible. Y se sintieron parte de la construcción que iba a destruir esa sensación”. Bonafini le llama romper el maleficio. Pero sin brujos.
Hoy hay varias aulas para distintas actividades, una sala Rodolfo Walsh, un microcine, un hall donde se realizan muestras y la Galería de los rostros revolucionarios: un pasillo en el cual “flotan” fotografías de los jóvenes desaparecidos. El Monumento a los Patriotas, elaborado con material bélico por la agrupación Cultura Vallese, es una de las novedades. La oferta de talleres se divide en cinco áreas: artes visuales, letras, música, teatro y musicoterapia. Desde niños hasta adultos mayores tienen lugar en el ECuNHi. Seguramente, la propuesta más original en todos estos años haya sido “Cocinando política”, taller que brindaba Bonafini una vez por semana y que quizá vuelva a integrar la programación. Comenzó en 2008 y se extendió cinco años. Bonafini se ponía un delantal del Che y mechaba cocina con política. “Sentía que había muchas ganas de hablar de política, pero que la gente estaba cansada de las clases de marxismo y peronismo. Inventé que podía enseñar a cocinar y hablar de política. Llegué a tener cien alumnos”, relata. El taller se centraba en la elaboración de platos económicos y el trabajo con “semillas nuestras”: en el ECuNHi había una quinta de donde se extraían quinoa, cebada, amaranto.
“Aníbal Fernández hizo bocadillos de ortiga. Amado Boudou tuvo que lavar los platos. Cada uno tenía que hacer algo. Y hablábamos de política. También vinieron la presidenta del Banco, Víctor Heredia... todos venían a hablar de algo. Y la gente traía cosas para discutir”, recuerda. El taller era sin cargo y en los comienzos Bonafini no tenía utensilios de cocina, por eso pedía a los que asistían que llevaran lo que sobraba en su casa: “se armó una cocina como para tres cocinas”, narra en el libro. “Cuando empecé tenía nada más que una mesa. No tenía cocina. La gente fue trayendo. Los yanquis nos manejan desde medios y supermercados. Desde lo que nos venden. Un día conté que una amiga se había comprado un tremendo freezer y que lo tenía vacío porque no tenía plata para comprar cosas. Una persona que estaba en el fondo me dijo que le había pasado lo mismo. Me regaló el freezer y lo regalamos a un jardín. Me gusta mucho cocinar. Me saca de la locura de trabajo que tengo.”
“Los que trabajan con el ECuNHi lo vienen abrazando desde siempre”, opina Teresa. “Hay gente que pasó las mil y una. Momentos tremendos de la Fundación (Madres de Plaza de Mayo). Y no abandonó su lugar de trabajo, que tiene que ver con la lucha. Durante mucho tiempo no pudieron cobrar. En los momentos más graves, nadie se movió. Estaban convencidos de que tenían que hacer esa tarea, de que les tocaba esa parte.” Los artistas que participarán hoy, como Arbolito, Alejandra Pastor y Los Musiqueros, no cobrarán por sus presentaciones. El ECuNHi genera esa adhesión a la que alude Parodi: es un espacio en el que la noción de lucha está implícita. A las 16 las Madres volverán a desembarcar en ese espacio. La jornada se extenderá hasta la noche. Las acompañarán Teresa y Verónica Parodi, Ledesma, y una larga lista de artistas que están cerca del ECuNHi desde el principio o que se fueron sumando a las actividades de todos estos años. El objetivo es defender el espacio.
Durante el abrazo quedará inaugurada la muestra La memoria de la música, de Eduardo Fisicaro; se presentarán el coro del ECuNHi, dirigido por Eduardo Ferraudi, y la murga de adultos mayores del espacio; se desarrollará el taller de circo Carpa Abierta; una peña de cantores con Juan Iruzubieta y Hernán Pérez en guitarras; y se presentarán Arbolito (a las 20.30), Alejandra Pastor, Los Musiqueros y Los Tamborcitos del ECuNHi. Se podrá ver la obra teatral La niña y la luna, de Martín Joab, con dirección de Luciano Burgos y Juliana Corazzina, y dirección musical de Juan José Velázquez. Además, se exhibirán y venderán libros y discos (del Catálogo de músicas argentinas) y habrá un espacio de juegos. La actividad es para toda la familia y la entrada es un bono contribución voluntario.
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