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Lunes, 9 de mayo de 2016

CULTURA › DANIEL DREXLER Y TRES TIEMPOS, SU LIBRO ACOMPAñADO POR UN DVD

“Estoy buscando unificar territorios”

El artista e investigador científico uruguayo destaca que hoy se siente “tan atraído por la escritura como por las canciones”. Mañana presentará Tres tiempos en Café Vinilo, donde recorrerá canciones que compuso a lo largo del tiempo en nuevas versiones.

 Por Karina Micheletto

Tres tiempos son los que Daniel Drexler marca en un libro-DVD exquisitamente presentado, y que él define en ese orden: un libro acompañado por un DVD, en lugar de la idea original, de sumar algunos textos a la música y las imágenes. El artista uruguayo cuenta que, lanzado a escribir, su próximo disco también partirá de un libro. Mientras tanto mañana presentará Tres tiempos en Café Vinilo (Gorriti 3780), con invitados como Kevin Johansen, Pablo Grinjot, Matías Cella, Daniel Sartori y Zelito Ramos.

Igual que en el disco, en el concierto, Drexler recorrerá canciones que compuso a lo largo del tiempo en nuevas versiones. El libro suma apuntes y reflexiones organizados en tres capítulos o Tiempos –“Vacío”, “Micromundo/Incertidumbre” y “Mar Abierto/Modernidad Líquida”– y un anexo sobre el Templadismo, esa “herramienta de agitación cultural, de ejercicio teórico” –así la define el artista, para explicar que no se trata exactamente de un movimiento– que surgió hace ya más de una década, para abarcar la idea de la música que se proyecta desde el sur de Brasil hasta la Cuenca del Río de la Plata, abarcando Uruguay y Argentina. En Tres tiempos aparece también la historia particular de este estudiante de otorrinolaringología –que siguió toda la carrera pero no dio el último examen–, investigador del tinnitus, un fenómeno perceptivo que consiste en la escucha constante de zumbidos en el oído, que al igual que su hermano Jorge Drexler siguió el camino de la música, encontrando constantes puentes entre ambos oficios.

–¿Por qué necesitó ahora la palabra como modo de expresión?

–En realidad no me lo había planteado así, pero es un buen punto. Yo me sentía muy satisfecho con el género canción como modo expresivo, había escrito algunos textos casuales, gacetillas para discos y esas cosas. Había escrito canciones, por supuesto, con toda su estructura formal, y también trabajos científicos, otro registro muy formal. Y cuando empecé a escribir por fuera de eso, la sensación fue de una liberación absoluta. Pensé que iba a ser un ensayo cortito para acompañar el dvd, y terminó siendo un libro acompañado por un dvd. Y ahora tengo un entusiasmo total por la escritura, con todo lo que significan los libros para mí.

–¿Qué significan?

–Tengo un amor por los libros heredado de mis padres, es un amor por la letra, por lo escrito. Nunca me había planteado hacer un libro y ahora ya estoy con el proyecto de otro, que se va a llamar Uno. Cuando estás frente a la pantalla, en silencio, con las palabras sonando dentro de tu cabeza es un momento mágico. Para mí fue conmovedor comprobar cuánto lo disfrutaba, empecé en La Paloma, en la casa familiar, en un ventanal frente al mar. Pensaba quedarme quince días, y al final me quedé tres meses. Hoy me siento tan atraído por la escritura como por las canciones. ¡Como tenía pocas cosas para divertirme el resto de la vida, agregué otra!

–Viene de hacer Tres tiempos, ahora va por Uno. ¿Por qué?

–Me di cuenta de que tengo un montón de ideas alrededor del concepto de la unicidad, y que hoy estoy buscando unificar territorios. Yo me moví toda la vida entre la medicina clínica, la investigación científica, la música, el deporte, el surf. Son universos muy disociados, y unificarlos fue un gran desafío. La tabla de salvataje fue la canción, fue lo que permitió que esos universos paralelos en mi vida se fueran uniendo

–En el libro cuenta que estudió otorrinolaringología pero nunca ejerció. ¿Por qué?

–Hice todo el posgrado, di todas las materias, y cuando faltaba el examen final algo adentro mío dijo: esperá un poquito. Estaba grabando Full time, y a la distancia veo que fue mi forma de salvarme: a los 30 años era muy tentador, incluso desde el punto de vista económico, seguir la seguridad que me daba la carrera, mi viejo también es otorrino y yo ya trabajaba con él. Lo que hice fue evitar dar la prueba en ese momento, y así no la di nunca más. Hoy en día lo celebro, porque me hubiera sido muy difícil dejar ese camino tan seguro.

–Sus padres, imagino, estuvieron muy felices en ese momento...

–(Risas.) Ya estaban un poco vacunados con la historia de Jorge, él lo había pasado antes que yo. Les agradezco que no hayan intentado bloquear mi decisión, aunque creo que hubiera sido imposible. Ellos se lo tomaron con miedo y con humor. Yo nunca hubiera podido seguir la clínica, pero sí seguí para el lado de la investigación. Hice una maestría en neurociencia, me especialicé en el tinnitus, un síntoma que padece entre el 15 y el 17% de la población, muy molesto, consiste en la escucha continua de zumbidos dentro tuyo.

–En el libro cuenta que esa investigación lo ayudó a comprender las formas de percepción, y eso lo aplicó en la música. ¿En qué más se relacionan los dos oficios?

–Básicamente de eso se trata Uno, de unificar esos mundos y encontrar lo que tienen en común. Y lo que yo encontré en común es el amor. Suena hasta cursi decirlo, pero es así. Yo aprendí a través de la música a hacer las cosas guiado por la emoción, por el cariño, y ese esquema lo apliqué a mi trabajo en ciencia y también al trabajo en clínica. Y me di cuenta de que a pesar de que parece que son cosas tan diferentes, cuando lo pasás por ese hilo del amor, termina siendo todo lo mismo. Yo aprendí con la música a pararme en el presente y a disfrutarlo, a no preocuparme por el siguiente paso a dar, sino a hacer que el paso que importe sea el de hoy. A centrarme, más que en la trascendencia, en la inmanencia. Por ahí va Uno. Hoy sé que no es necesario escindirse, optar. De otro modo, no se comprende que, habiendo optado por el camino de la música, haya terminado vendiendo junto a otros colegas dos patentes a Estados Unidos.

–¿Cómo es eso?

–En el 98 formé un grupo de investigación y terminamos armando un software y un hardware para tinnitus que en este momento se transformó en una corporación en Los Angeles. Increíblemente, en el momento en que estaba grabando mi primer disco, La llave y la puerta, yo había perdido un semestre y me encerré en un campo con un amigo para seguir ese proyecto que ni yo mismo creía que iba a funcionar. Y en ese mismo momento surgió una idea para el tratamiento de los zumbidos. Esa misma idea es la que el año pasado se terminó de cerrar con las patentes. Para mí, el punto común es el amor: cuando hacés las haces con cariño, pensando en el presente y no en la cadena de sucesos que van a seguir para adelante, de golpe todo el universo empieza a conspirar a tu favor.

–Más de diez años después de que apareciera como concepto, ¿cuál cree que es el presente del Templadismo?

–Es muy lindo responder esta pregunta cuando vengo de hacer la mezcla de un disco de Pablo Grinjot, que fue grabado en Porto Alegre con toda una barra de gente que ya siento parte de mi vida. Yo hoy llego a Buenos Aires y claramente tengo dónde parar: casas que son mi casa. Lo mismo en Porto Alegre, en Montevideo, en Pelotas, Uruguayana o Rosario. Creo que básicamente el templadismo es el relato de esta situación que quizás hace 10 o 15 años no estaba tan clara. Ahí apareció Vitor Ramil hablando de la estética del frío, Jorge, yo, Ana (Prada, su prima), muchos uruguayos, y ahí descubrimos un universo musical que era desconocido pero absolutamente familiar. Porque nosotros nos olvidamos de que la Cuenca del Plata incluye el Rio Grande do Sul, por cuestiones históricas que traté de explicar en el libro, estos universos estuvieron un poco separados entre sí, ahí jugaron los centralismos políticos de los países. Pero una vez que pasó esta etapa y entramos en la era digital y del Mercosur, fue muy fácil derribar esa frontera. Hoy puedo decir que mi vida es mucho más amplia, ya no estoy hemipléjico mirando a Buenos Aires, percibo una realidad muy amplia y muy linda, donde todo es dinamismo. Me siento un ciudadano del mundo, pero mi casa está en la Cuenca del Plata.

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“Me moví toda la vida entre la medicina clínica, la investigación científica, la música, el deporte, el surf.”
 
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