Lunes, 30 de mayo de 2016 | Hoy
CULTURA › HUELLAS LUMINOSAS, UN LIBRO DE ALEJANDRO PETRUCCELLI SOBRE MIGUEL CANTILO
El periodista indagó en la vida y obra del autor de “La marcha de la bronca”. El resultado es un trabajo que atraviesa todas las aristas creativas del músico y poeta. Petruccelli sostiene: “Miguel no tiene el reconocimiento que se merece”.
Por Cristian Vitale
“Me pareció que era una pérdida de tiempo en algo fútil e innecesario”, escribe Miguel Cantilo al principio de un libro no de él –que ya tiene varios– sino sobre él. Sin embargo, su autor, Alejandro Petruccelli, persistió en el intento y, resultado mediante, logró cambiar la opinión del fundador de Pedro y Pablo. “No me considero con rango ‘biografiable’ (pero) finalmente llegué a considerar que el proyecto podría serle útil a algunas personas que se interesaran en el arte de la canción”, escribe el cantautor en el mismísimo prólogo de Huellas Luminosas, el trabajo que desnuda su vida y obra. Y no en vano. Internarse en sus casi doscientas páginas implica sorprenderse con aristas muy, algo, nada o poco conocidas de una de las personalidades más importantes de la música popular argentina de los últimos cuarenta años… el creador de “La marcha de la bronca”, nada menos. “La idea de escribir un libro sobre Miguel nace, ante todo, de mi admiración por su obra musical y literaria”, introduce su autor, sobre el trabajo que fue avalado por Kubero Díaz, Claudia Puyó, Piero, Jorge Durietz, Jorge Senno, Jorge Cumbo, Claudio Kleiman y el mismo Cantilo –entre otros– durante su presentación en La Perla.
“Decidirme a escribirlo y proponérselo a Cantilo me llevó unos cuantos años. Hace tiempo había trabajado sobre el proyecto pero lo descarté porque el texto era la visión de un admirador. Pero considero que Miguel no tiene el reconocimiento que se merece, no de sus pares músicos, que sí lo valoran y mucho, sino de una parte del público y de la prensa. Como sucede con otros artistas, las canciones de Miguel son más populares que él. A veces hablo con gente que me dice que no sabe quién es, pero cuando les nombro canciones como ‘La marcha de la bronca’, ‘¿Dónde va la gente cuando llueve?’ o ‘Que sea al sol’, sí las conocen. Rescatar su obra fue lo que me empujó a escribir el libro”, extiende el autor, cuyo prontuario personal lo ubica, entre otras cosas, como un periodista recibido en TEA y escritor de los libros Nini Marshall, artesana de la risa y Por qué cantamos, música y dictadura. “La música de Miguel llegó a mis oídos cuando regresó de España con Punch. Tengo un hermano mayor que un día apareció con el simple que contenía de un lado ‘Adonde quiera que voy’ y del otro ‘A tres mil metros sobre el nivel de mar’. Recuerdo que me dijo: ‘Este es el único tipo que volvió al país y trajo algo nuevo’. Yo no tenía idea de Cantilo y menos de la historia con Pedro y Pablo. Con el tiempo descubrí que no sabía nada de ellos porque estaban prohibidos”, detalla el autor, que se nutrió de libros de rock, diarios, revistas y textos escritos especialmente por el protagonista. “También apelé a mi memoria y a anotaciones que atesoré durante años”, amplía.
–En la introducción del libro, el mismo Cantilo afirma, parafraseando a Luis Tedesco, que a los artistas hay que juzgarlos por su obra. ¿Usted lo “juzga” solo por eso?
–Estoy totalmente de acuerdo con esa frase. Si no fuera así, al menos yo no podría disfrutar de la maravillosa obra de Astor Piazzolla, de quien me separa un abismo ideológico. En el caso de Cantilo, sé que su obra va de la mano de la persona. Más allá de que el propio Miguel, sobre el final del libro, busca diferenciar al personaje de la persona. Si tuviera que buscar una palabra que sintetice su obra, creo que coherencia es la más apropiada.
Una obra coherente y no exenta de fugas y misterios que estas huellas luminosas se encargan de revelar al detalle. Ciertos textos inéditos, por caso, como “Noche gris”, “La vanguardia”, “Unas noches en prisión” o “Elegía para Carlos Mugica”, una canción que el vate porteño escribió sobre el cura del tercer mundo, poco después de su asesinato. También material fotográfico que muestra al protagonista peinado a la gomina y vestido como Gardel, o con aquellos amigos que frecuentaban la casa de la calle Conesa, a principios de los setentas (Pappo, Quique Gornati y el gordo Pierre, entre ellos), además de momentos muy duros con la represión o la tragicomedia que implicó el nacimiento de su primer hijo, Demian, en una aldea de Bahía, Brasil, llamada Arebempe. “Es cierto que, cuando le conté mi propuesta, me respondió que no perdiera mi tiempo en algo fútil. Pero cuando nos encontramos y le detallé cual era mi idea, accedió inmediatamente. Se comprometió tanto que escribió especialmente para el libro el capítulo ‘La casa de música’. Otro eje, al que yo llamaría desafío, era encontrar nuevas historias que pudieran ser atractivas para los futuros lectores. Miguel ya había publicado varios libros y no quería caer en la reiteración. Si bien tomo algunos fragmentos de sus libros, los utilizo como disparador de pensamientos o reflexiones actuales de Cantilo. Y un tercer eje fue rescatar textos inéditos y contar la génesis de los mismos”, cuenta el periodista, que publicó el trabajo mediante la Editorial Disconario.
–¿La idea de ponerle Huellas Luminosas de dónde surgió?
–La palabra luminosa siempre estuvo en mi cabeza. Y la idea se fue reforzando a medida que iba entrevistando a músicos y periodistas que me decían que Miguel era una persona luminosa. Albert Vizcaíno, cantautor español, dijo que Cantilo es un iluminador de conciencias. Lo de huellas apareció de casualidad. Hablando con Claudia Puyó, ella me contó que no guardaba recortes periodísticos sobre su carrera, porque no quería dejar huellas. Yo le respondí que eso era imposible, porque las huellas eran sus canciones y no se podían borrar de ningún modo. Ahí encontré el título del libro. Si hay alguien que ha dejando muchas huellas luminosas, ése es Cantilo.
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