Viernes, 13 de enero de 2012 | Hoy
HISTORIETA › LA EDICION DE FIERRO QUE ABRE 2012 VIENE CON EL PLUS DE UN SUPLEMENTO ESPECIAL
Se llamó Raúl Damonte Taborda, pero los mundos del teatro y la historieta lo conocieron por una firma que es seudónimo de un humorismo inclasificable. El suplemento incluye material inédito, entrevistas y un profundo análisis de su obra.
Por Lautaro Ortiz
Hace 50 años Raúl Damonte Taborda (también Botana), o simplemente Copi, se tomó el buque. Fue en 1962 rumbo a París, con la excusa de “ver teatro” y nunca más volvió. Aquel viaje sin retorno –aquel “exilio” político y personal, como él lo definiría– marcó su vida y su obra. Actor, dramaturgo, novelista y dibujante, este anarquista y militante de la libertad sexual (alto, flaco y blanquito “como un copito de nieve”, según su abuela) encontró en Francia un lugar donde crear, recrear y jugar con lo ya experimentado durante sus años de pibe en Buenos Aires. Nieto de Natalio Botana, director de Crítica e hijo de Raúl Damonte Taborda, periodista y también director de ese mítico diario, se fue con sus papeles y sus dibujos (algunos publicados en Tía Vicenta, La Hipotenusa y Cuatro patas) a molestar a la suerte: allá en París la hizo embroncar. Ese viaje, fundamental para entender todo el universo de este autor, es el que elogia la revista Fierro, que mañana saldrá junto con este diario. Y lo hace con un Suplemento Especial de 26 páginas dedicado a la obra (la menos conocida) humorística de Copi, donde los lectores podrán ver un puñado de historietas y dibujos inéditos.
Relata Juan Sasturain: “Más allá de la publicación de Los pollos no tienen sillas a fines de los ‘60 por la editorial de Jorge Alvarez (volumen en que reunía muchas de las memorables tiras publicadas en Le Nouvel Observateur), muy poco se leyó/vio/editó de Copi en muchos años. Prácticamente nada. Para leerlo en castellano hubo que esperar las ediciones españolas de sus historietas como Las viejas putas, o Y yo ¿por qué no tengo banana?”. Si bien hay ensayos y libros sobre su obra gráfica, es Fierro el medio que desde 2006 viene reeditando al Copi dibujante, la obra en la que –como señala la investigadora Laura Vázquez– “Copi hacía uso de su lengua materna, el español”, y agrega: “Ya sabemos que la crítica ha ponderado su escritura por sobre la gráfica y casi siempre se ha leído su obra local como ‘antesala’ profesional. Pero ese puñado de bocetos (todavía adolescentes y bajo la mirada paterna) son clave para entender su maduración en París”.
Sin ser un dotado del dibujo, Copi logró suplir la cuestión estrictamente técnica con la puesta en escena apoyado en un relato de altísima inspiración; así en “La mujer sentada” y sus largos diálogos (casi teatrales) con un pollo, el dibujo se encargó de hacer hablar a los silencios, momento clave del humor. El silencio y la página en blanco son una marca de tensión en la obra gráfica de Copi. El suplemento que saldrá mañana –editado por Vázquez, con material inédito, entrevistas y análisis de la obra gráfica de Copi– despertó muchísima expectativa entre los humoristas y dibujantes argentinos. Según el Niño Rodríguez, Copi representa “la demolición del humor tal como alguna vez lo conocimos. Con un dibujo simplísimo, que va poco más allá del garabato, se lleva puestos todos los usos y costumbres de un plumazo animal. Elimina el cuadrito, ese espacio que define la esencia de la historieta, y con eso desaparecen los fondos y todo elemento que no sean los personajes dialogando en la hoja blanca, poniéndose directamente al borde del teatro. Y esos diálogos están cruzados por la pasión: pasiones desenfrenadas, pasiones asesinas, pasiones de amor y de odio. Por eso sus personajes nos parecen tan humanos: porque están atravesados por la pasión, la pasión animal de Copi”.
Ese mismo nervio animal es el que recata Jorh, quien no ha soltado a Copi desde los años ’80, cuando comenzó a publicar: “Ese tipo de humor delirante que tenía, cínico, provocador, yo lo amaba. En medio de un humor gráfico bastante tinellizado, me doy cuenta de que hoy me gusta más, mucho más”.
Por su parte, Lucas Nine (responsable de la portada de la nueva edición de Fierro y creador de la imagen que abre el Suplemento de Copi) elogió “la lógica impecable con la que Copi construye sus historias: un personaje que es un enigma, sin desarrollo por el costado gráfico, inmutable, jeroglífico, sobre el que se va acumulando la información, poquito a poco, como una especie de canilla que gotea datos. Cada dato actúa sobre el precedente, lo modifica, lo niega, lo marea. Nunca se está seguro de nada. Y finalmente lo que queda es el gusto por la crueldad más tierna, exquisita y conmovedora que uno se pueda imaginar, generalmente encarnada en la figura de una mujer”. Por último, Esteban Podetti (autor de El Cartoonero) amplía la mirada más allá de la cuestión estética al señalar: “Uno de los peligros que debe enfrentar el humorista gráfico es su inmensa capacidad de tomarse en serio. Si no anda con cuidado, suele caer entonces en la frase célebre, el aforismo cursi y la sentencia, cuando no en el sermón: todas actividades muy nobles pero cargadas de solemnidad, que es exactamente lo contrario del humor. Luego vemos estas aberraciones pegadas en las heladeras familiares o los boxes de los oficinistas, lo que da cuenta –para peor– de su éxito. Como una suerte de contrarreacción, algunos acudimos sin pensarlo al género opuesto, el slapstick, el grotesco, la exageración y los chistes con minas en bolas. Existe, sin embargo, Copi, que nos recuerda que puede hacerse un humor gráfico reflexivo, sin estridencias, con ritmo cansino, hecho de silencios y lentitud, y sin necesidad de caer en el discurso solemne: como Keaton, como Schulz y como su heredero el gran Lizán. En tiempos de ruido constante, donde el arte popular parece una competencia por ver quién grita más fuerte y más rápido, hace falta releer a Copi, estudiarlo y copiarle uno que otro silencio”.
La Fierro de este mes también incluye un nuevo capítulo de Cielo alto (Agrimbau-Pietro), El maquinista del General (Calvi), Angela della Morte (Sanz) y las páginas de humor de Max Cachimba, Iñaki y Decir. Aunque repetido, no deja de ser válido: una edición para coleccionar.
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