HISTORIETA › SCUZZO ILUSTRA LA TAPA DEL NUEVO NUMERO DE FIERRO, QUE SALE MAÑANA
La revista se suma al recuerdo de los 30 años de la guerra y, al mismo tiempo, revisita su propia historia. Para eso propone el suplemento “Malvinas 30 años”. Scuzzo intervino la icónica portada del dibujante Oscar Chichoni, publicada por la Fierro en 1984.
› Por Lautaro Ortiz
En 1984, cuando se preparaba el lanzamiento de la revista Fierro, el guionista Ricardo Barreiro asumió la responsabilidad de trasladar a la historieta la crónica de la por entonces reciente guerra de Malvinas. La idea fue –incorporando a la historieta recursos como la crónica periodística, la fotografía y el collage– contar “nuestra guerra” teniendo como ejemplo la serie “Batallas inolvidables” que Héctor Germán Oesterheld escribió a fines de los ’50 para diferentes dibujantes de la editorial Frontera. En el segundo número de aquella Fierro se sumó el dibujante Oscar Chichoni con la recordada portada del pibe-soldado que salía temeroso al combate cruzando un mar de sangre. La experiencia (con dibujos de Pedrazzini, Macagno, Pérez y Medrano) duró sólo siete ediciones, pero el desafío quedó tatuado para siempre en la memoria de los lectores. Por primera vez un dolor tan reciente era atrapado entre palabras y dibujos.
La nueva Fierro –que mañana sale junto a este diario– se suma al recuerdo de los 30 años de la guerra en el Sur argentino y, al mismo tiempo, revisita su propia historia. Para eso convocó a más de una docena de dibujantes y guionistas que dieron forma y sentido al “Suplemento Malvinas 30 años”, conjunto de relatos breves enfocados desde la perspectiva de la infancia, ya que todos los autores pasaron la guerra en edad escolar. Ya no hay disparos, aviones en combate, ni barcos hundidos, sólo sensaciones, voces y hasta anécdotas de aquellos años. ¿De cuántas maneras se puede contar una guerra? La nueva Fierro encontró, en la voz de la infancia, otra manera de dar cuenta de la batalla.
Mientras que el Suplemento se inicia con un dibujo poderoso de Juan Giménez y cierra con uno más desgarrador de El Tomi, la elección de la portada de esta edición 66 de la revista dirigida por Juan Sasturain fue “acercar” a estos tiempos aquella memorable imagen del dibujante cordobés. La tarea no fue fácil. Muchos se negaron. Es que intervenir una imagen icono, competir con la técnica y el detalle de un Chichoni demoledor, no era para cualquiera. Por suerte hay en Fierro muchos autores valientes y con talento. El nombre elegido fue, entonces, el de Claudio Sagrera (1972), o mejor conocido como Scuzzo, aquel que supo reversionar personajes como El Hipnotizador (De Santis-Valiente), Sasha despierta (Trillo-Varela) y creador de algunas de las más fuertes imágenes de esta nueva etapa.
La intervención de la portada –jugar con el original– no es algo caprichoso. Tal como señala Laura Vázquez en su columna “Ojo al cuadrito” (donde analiza las diferencias entre las tapas de la primera y la segunda Fierro), los nuevos autores decidieron romper con el canon de los ’80 (el óxido, las mujeres y el metal) para plantar nuevas banderas que van desde el humor hasta la desacralización de imágenes consideradas intocables. ¿Qué hizo el flaco Scuzzo? Sacó al joven soldado del ’84 de aquel mar de sangre y lo hizo pisar en el firme suelo de nuestros días. Más que homenaje, Scuzzo le otorgó memoria.
–¿Cómo surgió la idea de intervenir aquella imagen?
–Fue algo en lo que me metí solito. Primero me dijeron de usar la tapa de la vieja Fierro, pero sin intervenirla, algo así como si el lector de la nueva revista estuviera, al mismo tiempo, leyendo la vieja Fierro. No era algo muy atractivo desde mi lugar como dibujante. Simplemente un trabajo de diseño. Después de pensarlo, asumí el riesgo. Al comienzo intenté alejarme tanto como pude del estilo de Chichoni, por respeto y para evitar las comparaciones, pero a medida que el dibujo se materializaba se hizo imprescindible –para que la idea fuera clara– empatar el color y el estilo rugoso del original. Me acerqué bastante, creo.
–¿Qué descubrió sobre Chichoni al intervenir su dibujo y, al mismo tiempo, qué descubrió de su propio trabajo?
–Chichoni hizo tapas icónicas, de esas que no te olvidás jamás. Sin duda marcaron una época. En esta portada en particular (la de Malvinas) no sé si descubrí algo que no haya visto en otras ilustraciones suyas. Aunque sí hay algo exclusivo que posee esa ilustración: la manera en que el soldado, a pesar de ocupar un tamaño bastante reducido, logra atrapar al lector; el peso está dado por la expresión que lleva: el miedo. Cuando me metí con él (a pesar de no haber envejecido), traté de darle un poco más de “seguridad” en el gesto. Antes estaba temeroso, ahora tiene un poco más de valor. Será porque tener memoria lo fortalece.
–Siendo el dibujante que más portadas hizo para Fierro, ¿cuál es el desafío que asume ante cada nuevo dibujo? ¿Qué elementos se ponen en juego cuando se piensa una idea de tapa?
–Con ésta son ocho las tapas que llevo publicadas, es uno de los trabajos que hago con mayor placer. No siempre la pego, por cada una que consigo publicar hay cuatro que no. Siempre busco hacer algo que llame la atención, cosa cada vez más difícil en los quioscos que se encuentran atiborrados de revistas de las que sólo se ve un pedacito. Creo que la tapa es –en un primer momento, obvio– lo que “vende” la revista, por eso busco eso, “venderle” algo al lector, una situación, un gesto que lo convoque.
–En estos años, los lectores de Fierro vieron su versatilidad para adaptarse a distintos estilos: desde un poster de El Eternauta a lo Solano López, pasando por la reelaboración de personajes como Sasha y El Hipnotizador. ¿Luchan el diseño y el dibujo en esas obras?
–Confieso que tanto el dibujo como el diseño los toco “de oído”. Los estilos me los dictan los contenidos o las ideas que tengo que ilustrar. Para mí cada cosa tiene un estilo particular que debe usarse para transmitir la idea de la manera más adecuada. Traté de hacerme de “un” estilo, pero me di cuenta de que no cuajaba para todo lo que yo quería ilustrar. Además soy curioso y de aburrirme rápido, por lo que experimentar me ayuda en ambos casos. También es frustrante no alcanzar el nivel que uno pretende cuando prueba cosas nuevas, y a veces es cierto eso de que “el que mucho abarca, poco aprieta”. Al fin y al cabo uno espera crear, a lo Chichoni, esas tapas que nadie olvidará jamás. Todo un gran desafío.
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