“Es un campo en construcción y eso nos convierte en actores en tiempo real”, afirma Pablo Turnes. El campo del que habla es el de los estudios académicos sobre la historieta y el humor gráfico, y agrega que “por eso el congreso sirve para verificar cuál es el estado de situación y a la vez para impulsarlo”. El “congreso” del que habla es la segunda edición de Viñetas Serias, que comienza hoy en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502, Capital Federal), donde hasta el viernes se presentarán ponencias, paneles y conferencias, y que termina el sábado en el Cine Cosmos-UBA (Av. Corrientes 2046) con una jornada dedicada a la animación nacional, pues el encuentro académico amplió sus campos de estudio y ahora habla de “narrativas dibujadas”.

El congreso nació en 2010 como una extensión del Festival Internacional de Historietas Viñetas Sueltas, cuando se hizo evidente que las actividades atraían la atención de muchos investigadores. Hoy el congreso va ganando autonomía, aunque todavía funciona como antesala del festival, que comenzará el domingo. “Creemos que en la última década hubo importantes avances en los estudios de historieta, sobre todo a nivel académico”, opina Laura Vazquez Hutnik, directora del congreso. Alrededor de la mesa, tres miembros del amplio equipo de producción asienten. Turnes, Luciano Brom y Laura Tusi. “Ya no estamos en los ’60, cuando no había espacio para mostrar los trabajos”, destaca. Brom señala que Viñetas Serias viene a ayudar a la consolidación del campo, juntando gente que antes no se conocía. “Había muchos esfuerzos aislados”, afirma.

El congreso tendrá varios ejes temáticos en sus ponencias. Los principales están en la interacción de la historieta con otras disciplinas –como el cine o la literatura– y distintos acercamientos a la política. Además, se presentarán once libros, incluyendo la producción surgida del grupo de estudios de la Universidad Nacional de Córdoba, la flamante colección de crítica de historieta del sello Agua Negra y un nuevo trabajo de Judith Gociol. El primer eje, advierten, se irá profundizando con el correr de las ediciones.

“La historieta dialoga mucho con otros campos, lo hace con la animación de manera muy importante, pero también con la fotografía, la fotonovela, la literatura y el cine”, observa Vazquez Hutnik. Su tocaya Tusi coincide y señala que en lo que hace a narrativas animadas, la academia tiene aún un larguísimo camino por delante. “No sólo tenemos que ver en qué estado está ese campo, sino directamente armarlo históricamente, porque es un tema muy poco estudiado”, plantea, y explica que el sábado ofrecerán a los asistentes un poco de historia del cine de animación argentino de la primera mitad del siglo XX, con archivos rescatados del Museo del Cine y una muestra de la producción actual, con directores jóvenes. “Esta selección nos quedó un poco mainstream, porque llamamos a gente con una trayectoria, pero que quizá pocas veces se vio en conjunto”, reconoce. Además, la jornada homenajeará al ciclo Caloi en su tinta. “Uno de los capítulos que se nos abren como vía de investigación es la difusión de este tipo de cine en Argentina, porque la producción, aunque escasa, es fácil de rastrear, pero no tanto su difusión, y si muchos tuvimos la oportunidad de ver cine de animación de autor fue gracias a la televisión, con Víctor Iturralde y Caloi.”

Como cualquier campo en construcción, el estudio de la historieta a nivel académico aún registra varias cuentas pendientes. Una de ellas, reconocen los investigadores, es la falta de publicación y circulación de obras. “Es un gran problema que no vamos a poder subsanar tampoco nosotros como congreso, sino que se tendrá que asumir desde el Estado y la universidad pública”, considera la directora. “Los libros que tenemos son los que circulaban en los ’70.” A esos clásicos hay que sumar los que se producen ahora y los que los investigadores sueñan con traducir. Turnes coincide. “Para que llegue a haber un mundo de debate tiene que haber circulación de material, y que sea nuevo, algo a lo que discutirle, por ahora lo que tenemos es un abanico muy heterogéneo y aproximaciones, pero todas comparten el mismo lugar.”

Los académicos extranjeros, cuentan en el grupo, traen sus propios libros, pero su llegada es esporádica. “Los libros que vienen al congreso o al festival van a circular estos días y luego no más, después no van a estar en las cadenas de librerías. ¿Qué hace el que le interesa leer sobre el tema? ¿Cómo los consigue?” A diferencia de las historietas propiamente dichas, que están ampliando su llegada a las librerías tradicionales y cuentan desde hace décadas con tiendas especializadas, no sucede lo mismo con los estudios sobre historieta.

Brom, quien también integra el equipo de producción del Festival Internacional Viñetas Sueltas, compara el estado local con el del vecino Brasil. “Ellos ya lo tienen todo armado, un espacio institucional y público para el interesado en estudiar e investigar el tema.” Hasta el momento la única iniciativa oficial que se acerca a esto es un proyecto de recopilación de publicaciones argentinas de historieta, sobre todo de revistas, impulsado por Judith Gociol y José María Gutiérrez en el seno de la propia Biblioteca Nacional, que se presentará hoy (ver recuadro).

Pese a las carencias del campo, el equipo es consciente de algunas mejoras. “Ya no estamos sujetos al discurso de que esto es un género menor, y la prueba está en que en el grupo hay muchos becarios y doctores que trabajan el tema y somos muy respetados por eso y que cada vez hay más tesistas”, evalúa Vazquez Hutnik. Desde hoy, habrá una nueva oportunidad para analizarlo, discutirlo y comprobarlo.