Lunes, 24 de diciembre de 2012 | Hoy
HISTORIETA › BALANCE DE TEMPORADA EN LA HISTORIETA ARGENTINA
Nuevos eventos, aumento de títulos publicados, creación de espacios oficiales, incipiente interés de las editoriales tradicionales. Todos ellos son elementos para poner en la columna del haber, aunque todavía queda mucho por hacer.
Por Andrés Valenzuela
El crecimiento de la historieta argentina no funciona por estallidos, sino por sedimentación y adición. Lo que aporta a la expansión de la disciplina es un conjunto de buenas noticias que tienden a repetirse cada año, y a las que se suman otras (buenas) nuevas y luego otras más. Por separado, ninguna llamaría mucho la atención: un nuevo festival que aparece, un premio del sector con consenso, un aumento de la cantidad de títulos publicados tanto de autores nacionales como extranjeros, editoriales tradicionales que hacen sus primeras tentativas con las viñetas, o la creación de espacios oficiales para la preservación de las obras. Individualmente, sólo novedades simpáticas. En conjunto y puestos en perspectiva con la escena historietística de hace un año, de hace cinco o de hace diez, manifiesta un alza sostenida del sector.
Esto, por supuesto, con matices: que el sector crezca no significa que sus participantes naden en dinero ni que las multitudes acudan desesperadas a las librerías rogando por el último lanzamiento de cada sello. Pero que existen oportunidades, espacios, editoriales y publicaciones que hace un tiempo no existían, es innegable.
Como la literatura, la historieta tampoco cuenta con cifras oficiales de venta y circulación de material. De modo que el único parámetro –parcial y discutible, por cierto– para medir la salud del sector consiste en contabilizar la cantidad de títulos publicados en el año. En este aspecto, un relevamiento realizado por Página/12 permite ver un notable aumento en la cantidad de lanzamientos. De autores nacionales la cifra pasó de 82 en 2011 a por lo menos 102 este año, lo cual supone un crecimiento de casi el 25 por ciento.
En materia de títulos extranjeros también se registró un alza notable, motorizada principalmente por la incorporación de ECC Sudamérica al sector, con la explotación de licencias de personajes de DC Comics, impresas en Argentina y distribuidas también al resto del continente. El género de superhéroes ya tenía en circulación los comics de la otra gran editorial norteamericana, Marvel Comics, a través del licenciatario local OvniPress, también responsable de publicar Hellboy y los comics de La guerra de las galaxias en Argentina.
Si acaso algo resulta llamativo de la edición local es que el manga parece haber perdido la vitalidad de otras épocas. Ivrea se sostiene desde su sede española, pero pudo hacer poco este año en Argentina. Larp continúa con un andar algo indeciso, pese a tener títulos convocantes, y este año decidió apostar por un tomo recopilatorio de jóvenes autores nacionales.
¿Qué sucedió para este drástico incremento? Un referente del sector apunta al affaire aduanero sobre la importación de libros, que disminuyó la competencia de libros europeos y norteamericanos y amplió así las posibilidades de los editores locales, tanto para lanzar sus propias ediciones de esos materiales como para dar más exposición a los autores argentinos. Por otro lado, el crecimiento de estas cifras también se explica por la incorporación –tímida aún– de grandes sellos y grupos editoriales. Norma, Aique, Libros del Zorzal y Riderchail aportaron sus granitos de arena a la lista de lanzamientos de 2012.
A modo de anécdota, vale señalar que con diez libros el autor más prolífico del año fue Luciano Saracino (también director del Festival de Historieta en la Feria del Libro Infantil y Juvenil), y que la editorial del sector con más nuevos títulos en la calle fue la cordobesa Llanto de Mudo, con 13. Y también conviene poner un ojo sobre la producción de historieta para niños, que creció mucho (más de veinte libros entre los de autores locales y de afuera).
Dentro del campo estrictamente editorial conviene atender la realización de la primera edición de los Premios Banda Dibujada, impulsados por el movimiento cultural homónimo y que tuvieron consenso dentro del sector. Hacía rato que la producción local no tenía un premio para celebrarse. En este caso, además, ya está encaminada la cosa hacia una segunda entrega de premios en 2013.
Otro aspecto importante de 2012 fue la proliferación de eventos dedicados a la historieta y la consolidación de un nuevo modelo organizativo mixto, con actores del sector y apoyo estatal. Aquí hay varios hitos por mencionar. A la cabeza, el record de asistencia rosarino a Crack Bang Boom, a caballito de un domingo excepcional por la conjunción de buen clima, Día del Niño y rambla. También debe destacarse el regreso al circuito del Festival Internacional de Historietas Viñetas Sueltas, que cerró sus actividades en el predio ferial de Tecnópolis. Aunque el clima no acompañó, su reincorporación al circuito es una alegría incuestionable para el sector. En Buenos Aires Animate sigue siendo un evento convocante y los encuentros dedicados al manga y el animé se multiplican y casi no pasa semana que no haya uno.
Más allá de los confines porteños también crecen festivales y convenciones. De hecho, hay una notoria federalización del circuito. Mendoza consolidó su Unicomix y San Luis se incorporó con su ComicCon. Comodoro Rivadavia tuvo su propio festival y la ciudad bonaerense de Lobos repitió su Encuentro de Historieta y Humor Gráfico.
Excepción hecha de Animate y los encuentros de manga y animé, casi todos los festivales siguen un modelo mixto en el que el impulso, los contactos y la organización de las actividades corren por cuenta de emprendedores del sector, mientras que el Estado apoya, sea facilitando la llegada de invitados o habilitando un espacio para la realización de la convención. Sucede en Rosario con el Centro de Expresiones Contemporáneas, en Mendoza este año con el Espacio Cultural Le Parc, y en Buenos Aires con el ya mencionado Tecnópolis para Viñetas Sueltas.
A este circuito hay que sumar la mayor presencia de la historieta en la Feria del Libro de Buenos Aires y la realización del Festival dentro de la FLIJ, pero también la aparición de espacios dignos de celebrarse, como el nuevo Museo del Humor (MuHu) porteño, que los humoristas gráficos reclamaron por largo rato y que finalmente se concretó en la vieja cervecería Munich de la costanera porteña.
Si bien fue un año de crecimiento, el sector aún tiene muchas cuentas pendientes y camino a desbrozar para su crecimiento. Son, si se quiere, menos que años anteriores: el MuHu ya es una realidad y en las comisiones del Congreso circulan dos proyectos favorables al sector, uno de promoción de la historieta, otro para habilitar la jubilación de los dibujantes. En la columna del debe aún queda la llegada a las escuelas, que se moviliza más por arrestos individuales que por un conocimiento cabal entre los docentes sobre la disciplina.
También queda pendiente ganarse definitivamente un lugar en las librerías, donde los expositores no parecen tener muy decidido qué hacer con las viñetas. En general parece primar la sensación de que es un rubro que conviene tener, pero no se tiene muy claro cómo. Así, abundan las anécdotas de autores que descubrieron sus obras para adultos entre cuentos para niños, o de fans que fueron a comprar un título para niños como el clásico francobelga Titeuf y se encontraron con que el encargado lo había puesto en la sección “adultos” porque el protagonista tiene curiosidad sobre los órganos sexuales femeninos y habla de ello.
Finalmente, también se echan en falta acciones en común por parte de las editoriales, sea para subsanar estos problemas o para habilitar nuevos espacios que les permitan seguir creciendo y proyectándose.
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