Martes, 29 de diciembre de 2015 | Hoy
HISTORIETA › LOS EDITORES ARGENTINOS DE HISTORIETAS PLANTEAN LAS DUDAS SOBRE EL FUTURO DEL SECTOR
Los costos del papel y la imprenta aumentaron entre un 10 y un 20 por ciento desde la asunción del nuevo gobierno, pero los editores también se preocupan por cómo la devaluación impactará en los bolsillos, además de qué sucederá con los festivales estatales o mixtos.
Por Andrés Valenzuela
Aumentaron el papel, las tintas y, en parte, también aumentaron las imprentas. La especulación previa a la asunción del nuevo gobierno de globos y liberación cambiaria puso en alerta a los editores de historieta grandes y chicos. La apertura indiscriminada de importaciones y la combinación de medidas económicas que atenazarán el bolsillo de los consumidores pusieron la cuota de preocupación que faltaba. Para los distintos sellos pequeños y medianos consultados por Página/12, la duda de cara a 2016 ya no pasa por los costos de producción, sino por cuánta gente dispondrá de dinero para comprarse un libro inevitablemente más caro que en 2015. ¿Cuánto sueldo sobrará tras los aumentos de servicios públicos y la inflación que registra la canasta básica?
Los editores intentan no ser pesimistas en exceso. Los más jóvenes pertenecen a una generación que se crió con el fanzine cuando el menemato hacía trizas la industria y resurgió en la última década pese a la inflación siempre presente. A los más veteranos no les alcanzan los dedos de las manos para contar los devaneos económicos a los que sobrevivieron. Pero ninguno avizora un futuro inmediato fácil para la historieta argentina.
“Lo más difícil de prever es si la capacidad adquisitiva del lector va a poder acompañar al aumento de costos, cosa que sí sucedió estos últimos años”, reflexiona Bruno Chiroleu, responsable de la revista Términus, de Rosario. “Eso es lo que va a determinar si puede seguir acompañando la producción local o no”. Lo mismo preocupa a Diego Rey, del colectivo editorial cooperativo El Hotel de las Ideas: “Más allá de que el papel aumentó dos veces en un mes, está el contexto y lo que la gente podrá gastar si le aumentaron los alimentos, los servicios y los artículos de primera necesidad y eso no se acompaña con un aumento del salario”. Alejandro Farías, de LocoRabia, revela que su “miedo más grande es la entrada masiva de saldos de Europa a precio regalado”. No sería la primera vez que el sector ve sus ventas derrumbarse por la importación. Sucedió con ediciones mexicanas en su momento, y con españolas y norteamericanas la última vez.
Por el momento, los costos de papel e imprenta aumentaron entre un 10 y un 25 por ciento en el último mes. En la mayoría de los casos, la razón parece hallarse en los valores de insumos, a veces importados y pagados al valor del dólar. Y aunque nadie pone las manos en el fuego por las imprentas, off the record no falta quien supone que más allá de papel y tinta no podrán aumentar mucho sus propios precios. Sobre el sector sobrevuela el fantasma chino, donde –si los volúmenes son razonables– se puede imprimir más barato y en excelente calidad. Otros los ven directamente como especuladores. “La respuesta que dan siempre es el precio del papel”, dice Renzo Podestá, de la editorial Le Noise. “No dejan de parecerme excusas. Siempre comparo a las imprentas con los sojeros: acopian papel y esperan a ver cómo está al situación mientras tiran un aumentín a ver qué onda”.
Ediciones de la Flor no sufrió ese impacto porque compra el papel por su cuenta. Este insumo sí les aumentó un 15 por ciento. “Antes de la última elección nos daban presupuestos válidos por un plazo limitado muy corto, pero supongo que al igual que nosotros estarán esperando la implementación de las nuevas medidas económicas para tomar decisiones”, apunta Kuki Miller, su directora.
Los “panxones” es un pequeño colectivo del under comiquero. Tienen una pata editorial (reconocida en 2014 por la publicación de Niños de la basura), y una de imprenta que alimentó a cantidad de proyectos autogestivos y emergentes. Por un golpe de intuición, explica Daniela Ruggieri, compraron papel por anticipado. No tuvieron la misma suerte con las tintas. “Los insumos suben muy rápido ante cualquier variable económica”, explica. Panxa Imprime acopió papel como para el primer semestre de producción (el más tranquilo del sector) y menos de una semana más tarde “el papel nacional había subido un 20 y el importado un 30 por ciento”. Eso, sin embargo, no les alcanza para sentirse optimistas. “El problema es que cuando calculemos los costos fijos para el año que viene, tenemos que actualizar los precios igual porque sino al dividir la caja no vamos a poder costearlos”, señala. Los aumentos de precios serán inevitables. Y algo parecido le sucede a otros proyectos. LocoRabia no hará su Club de Lectores en 2016 porque no sabe cuánto le costará producir un libro durante el año y no puede anticipar promociones a sus compradores. Desde El Hotel de las Ideas dicen que “tratarán” de mantener su plan editorial para 2016.
Además de los aumentos de los costos, que ya son una realidad concreta, otras dudas sobrevuelan al sector. El futuro de los festivales estatales o de organización mixta, por ejemplo, inquieta a la mayoría de las editoriales, ya que eran un importante punto de venta. Las compras estatales son otro punto que permanece en la incógnita. Miller, al frente de la decana Ediciones de la Flor, destaca el rol que juegan las compras del Ministerio de Educación y la Conabip, entre otros organismos gubernamentales. “Las grandes compras que el anterior gobierno nacional hizo hasta el año pasado ayudaron a la permanencia y funcionamiento de muchas editoriales argentinas”, considera. “Si se cortan o disminuyen notoriamente, las editoriales que no tengan un fuerte catálogo de reediciones pueden tener problemas.”
Algunas de las editoriales más pequeñas están agrupadas en colectivos. No cooperativizan el trabajo, pero sí se permiten cubren mutuamente a la hora de hacer presencia en eventos y mover el material por todo el país. LocoRabia y El Hotel de las Ideas, por ejemplo, forman parte del grupo Nueva Historieta Argentina, mientras que Términus y Le Noise integran Big Sur. Ambos colectivos discuten internamente distintas estrategias, desde el fortalecimiento de los puntos de venta hasta posibles compras de papel. Entretanto, por ahora prima la cautela y la espera hasta ver el desarrollo de los acontecimientos y de que, por fin, los ministros de economía del gobierno nacional anuncien alguna medida concreta. “El momento que se viene es más de resistencia y de unión, juntarse en colectivos editoriales”, opina Ruggieri. “Esto ya está pasando: muchas editoriales que se juntan por geografía, posicionamiento estético, filosofía. El camino es juntarse, organizarse, resistir y ayudarse mutuamente en lo técnico, cultural y de contenidos”, plantea. Para ella, mantener los espacios de venta “es fundamental”, lo mismo que los festivales como Crack Bang Boom, Comicópolis o Dibujados (de cuya organización participa). “La historieta necesita vender para financiar su producción, entonces hay que trabajar juntos para que la historieta siga saliendo.” Dejar de publicar no es una opción, coincide Podestá. “Editar, no vamos a dejar de editar, eso lo tenemos claro”, promete el de Le Noise.
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