Cuando al director italiano Franco Brogi Taviani le propusieron hacer una película inspirada en el libro del ex alcalde de Roma Walter Veltroni, sobre Africa, primero se negó. Hasta que viajó al lugar de los hechos y, entonces, no pudo dejar de aceptar el proyecto. “Cuando llegué a Africa quedé muy impactado por las miradas de las mujeres y los niños hacia el futuro. También quedé muy impactado por las condiciones de vida. Y pensé que estaba la posibilidad de contar desde otro punto de vista esa misma historia”, cuenta Taviani sobre Quizá Dios está enfermo, el documental que filmó en las entrañas del Tercer Mundo y que obtuvo el Primer Premio –compartido con Tambogrande: mangos, muerte, minería, de Ernesto Cabellos y Stephanie Boyd (Perú)– en la Competencia Oficial de la décima edición del Festival de Cine de Derechos Humanos DerHumALC. Taviani, experimentado documentalista, estuvo presente en el Centro Cultural Recoleta para recibir el galardón. Visitó la Argentina para presentar el documental que, según comenta a Página/12, “no trata de datos ni números. Son historias mínimas que permiten abrir la mirada sobre grandes historias. No se dice en qué país de Africa está ubicada la historia. Es un gran fresco sobre la miseria, el hambre, la violencia y la injusticia que busca simplemente que el espectador al salir de la sala se haga ciertas preguntas porque el director no dio ninguna respuesta”.

El realizador italiano también se hizo profundas preguntas después de visitar Africa: “La principal fue: ¿Por qué? ¿Qué es lo que estoy haciendo yo aquí? ¿Tengo el derecho a través de una cámara de cine de filmar este mundo manteniendo cierta distancia? ¿O, por el contrario, tendría que tirar la cámara y, por ejemplo, agarrar a uno de los niños y llevarlo a Italia?” Esta última pregunta Taviani se la planteó a la escritora sudafricana y premio Nobel de Literatura, Nadine Gordimer. “Ella contestó que un artista cuando tiene que ver con lo social tiene que mirar, plantearse preguntas a sí mismo y generar que los otros se las planteen”, cuenta Taviani a Página/12.

La ganadora ex aequeo Tambogrande... es un documental que trata sobre un grupo de agricultores que transforman un desierto en un valle de mangos y limones y que ante la amenaza que genera el descubrimiento de un yacimiento de oro en sus tierras, logran unirse dejando atrás un pasado de violencia. El jurado de la Competencia de Largometrajes –compuesto por la fundadora de la Filmoteca del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, Lola Millás, la cineasta y antropóloga Mariana Arruti (directora de Trelew), la productora Dolly Pussi, y el fundador y director del Centro de Formación y Realización Cinematográfica de la Paz, Iván Sanjinés– consideró que Tambogrande... merecía el Primer Premio “por el tratamiento profundamente humano y comprometido en el relato de una historia que tiene como protagonista al pueblo peruano y que, a través de reflexiones tan sencillas como sabias, reclama unánimemente la defensa de su derecho a la autonomía, sus tradiciones y especialmente su vida”. El Premio Signis también fue para Tambogrande...

El Primer Premio en la Competencia de Medio y Cortometrajes quedó en Argentina, ya que resultó ganador Veo Veo, dirigido por Benjamín Avila. Es una ficción ambientada en 1977, en plena época del terrorismo de Estado, que tiene como protagonista a Juancho, un niño de ocho años que se muda junto a su madre y hermana mayor a una nueva casa. Juancho, hace dos años que no ve a su papá y no sabe por qué, hasta que decide conocer la verdad que le hará perder la inocencia. Avila señala que el corto es como el germen del largo en el que se encuentra trabajando actualmente, titulado Infancia clandestina, que cuenta “una historia de amor de chicos en el contexto de la contraofensiva montonera”. Avila dice que el corto Veo Veo “sirvió para empezar a acercarnos al tema, a la visión de los chicos, a las emociones y al universo de un niño en ese contexto que es lo que más siento, lo que más conozco y lo que he vivido”. Para el director de Nietos (Identidad y Memoria), recibir el Primer Premio en un Festival de Derechos Humanos es en lo personal “lo mejor que me puede pasar. Yo hago cine político y es lo que más me toca en lo personal”.

El jurado de la Competencia de Medio y Cortometrajes –integrado por Guido Araujo, Daniel Burak, Laura Conte, Gastón Moreira Goçalvez e Inge Stache– consideró que Veo Veo “plantea una situación particular –la represión y persecución durante la última dictadura militar argentina en la figura de Juancho, de ocho años– de tal manera que logra universalizar una mirada sobre el enorme sufrimiento y el desarraigo que causa la falta de libertad hasta en los niños más pequeños. Al mismo tiempo rescata la amistad como valor insoslayable. Además de un excelente guión, se destaca por una excelente ambientación y actuaciones sobresalientes”.

Además de las menciones, hubo premios para la mejor película de cada sección. En “Miradas de género”, la ganadora fue la holandesa Luchando contra el silencio, de Ilse y Femke van Velzen. Al norte, en busca del sueño americano, una coproducción estadounidense-mexicana-suiza, de Stephanie Rauer y Reinaldo Pancera, obtuvo el Primer Premio en “Migrantes”. El primer premio de “Ambiente”, en tanto, quedó en manos de los directores italianos Luppichini-Metallo por su documental Fratelli del Tav. La elegida de “Infancia y Juventud” fue Los niños de Arna, de Juliano Mer Khamis. Finalmente, el máximo galardón de “Pueblos Originarios” recayó en una película francesa: Abya Yala es nuestra, de Patrick Vanier.