Martes, 12 de agosto de 2008 | Hoy
Famoso por la saga de novela negra que protagoniza el inspector Kurt Wallander, el escritor sueco Henning Mankell reveló en su flamante libro Moriré, pero mi memoria sobrevivirá (Tusquets) una faceta desconocida por muchos: la de su preocupación por la tragedia del sida en Africa. Muy lejos del policial, el autor de Los perros de Riga y Asesinos sin rostro plantea aquí una reflexión lúcida y conmovedora sobre el impacto de la epidemia en territorios olvidados de Uganda, que Mankell conoce muy bien. El escritor, que vive la mitad del año en Maputo, capital de Mozambique (allí dirige el Teatro Nacional de Mozambique), confronta el miedo de los occidentales al sida con el dolor de los africanos afectados, en su mayoría niños y ancianos. En medio de la muerte y el sufrimiento, Mankell encuentra gente que, despojada de todo, quiere dejar un testimonio que sea recogido por aquellos que sobrevivirán.
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