Sábado, 13 de septiembre de 2008 | Hoy
II CONGRESO PROVINCIAL DE CULTURA
Convocados bajo el lema “Cultura, un derecho. Regionalizar, un desafío”, 600 gestores culturales de los 134 municipios que integran la provincia de Buenos Aires discutieron posiciones en La Feliz. Participaron, entre otros, Tristán Bauer y Jorge Telerman.
Por Silvina Friera
Desde Mar del Plata
Las aguas parecen mansas, a pesar del viento. La playa invita a caminar, aunque a la gente se le pongan los pelos literalmente de punta sobre el fondo de un cielo gris. Por momentos, la claridad llega al paisaje de la mano de un puñado de tímidos rayos de sol que se proyectan fragmentariamente sobre la rambla. Mar del Plata es siempre amigable. Si no se puede salir, bromea un señor, una caja de alfajores Havanna puede paliar la angustia del encierro. ¿Y los kilitos de más?, le pregunta PáginaI12. “Soy un gordo feliz”, contesta tan ancho como satisfecho en su accidentada geografía. Pero el clima, con esa pátina de aparente neutralidad, ni frío ni calor, se presenta en ese punto exacto que se podría llamar primaveral. El teatro Auditorium de la ciudad está copado por más de 600 entusiastas gestores culturales de los 134 municipios que integran la provincia de Buenos Aires. El II Congreso Provincial de Cultura, convocado bajo el lema “Cultura, un derecho. Regionalizar, un desafío”, está intentando hacer visible la intensidad que poco a poco va adquiriendo la cultura. Los participantes recorren la muestra Carlos Alonso, ilustrador, más de 120 obras realizadas por el artista, a partir de obras clásicas de la literatura universal como Martín Fierro, El matadero, El Quijote, La Divina Comedia, y textos de Guy de Maupassant, Pablo Neruda y Lugones. “Parece una mezcla de Videla y Hitler”, dice un hombre, ante un retrato de Lugones, asombrado por los parecidos.
Como alumnos aplicados, poco a poco los gestores van ocupando las butacas de la sala Astor Piazzolla del teatro. La sobrina nieta de Evita tiene hinchada propia. Es la más aplaudida de la mañana. “El imposible es un cerco que tenemos dentro nuestro. Si nos animamos a saltarlo, la realidad cotidiana cambia, con o sin plata”, dice la arquitecta y ministra de Infraestructura de la provincia, Cristina Alvarez Rodríguez. “Logramos que la cultura sea una política de Estado y que la política mire a la cultura como un hecho transformador de la realidad local”, subraya la arquitecta. “Ahora tenemos que entrar en la escuela porque el sistema cultural va por un lado y el educativo por otro”, anuncia. Juan Carlos D’Amico, actual presidente del Instituto Cultural, no duda en plantear que cuando la cultura esté finalmente instalada en la agenda pública, “el financiamiento llegará solo porque la sociedad lo va a pedir”. D’Amico advierte que hay que estar cerca de los intendentes, que son los que tienen el contacto con la gente. “No podemos hacer política cultural desde un escritorio de La Plata”, ironiza. “Con la cultura podemos lograr que se encuentre un sentido a la vida, y cuando se encuentra un sentido, cuidás tu vida y la de los otros.” Sobre la regionalización de la cultura, D’Amico afirma que es más fácil conseguir financiamiento para proyectos regionales. “La Comunidad Europea no debilitó a los países que la integran; al contrario, los fortaleció. La regionalización no hace perder la identidad local, sino que desde lo general la potencia.”
El jueves, cuando comenzó el congreso, el director nacional de Supervisión y Evaluación del Comité Federal de Radiodifusión, Gustavo Bulla, reveló que antes de que finalice el año el Poder Ejecutivo va a enviar al Congreso el proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales de Comunicación, que va a reemplazar al decreto ley de la dictadura. La nueva ley, “que propiciará la pluralidad de voces”, repartirá en tercios las frecuencias disponibles de radio y televisión abierta. Según explicó el representante del Comfer, una parte estará destinada al sector público (estados nacionales, provinciales, municipales y universidades públicas), otra al sector privado comercial y la restante a organizaciones de la sociedad civil (cooperativas, sindicatos, organismos de derechos humanos, clubes y asociaciones de fomento, entre otros). El proyecto, que está en línea con el fomento del federalismo y el regionalismo, contemplará para las emisoras un piso mínimo de producciones nacionales, locales y regionales; una cuota de pantalla para el cine nacional y también un mínimo de música de autores e intérpretes argentinos.
A cada paso recibe un saludo, una tarjeta, un apretón de manos. Jorge Telerman sonríe, escucha amable lo que le cuentan, y cuando consigue cumplir con todos se sienta a tomar un café con PáginaI12. El ex jefe de Gobierno y secretario de Cultura de la ciudad define a las políticas culturales como neurálgicas: “Son el acelerador de aquello que inevitablemente se requiere si pensamos en un proceso de desarrollo de la sociedad”. Propone que uno de los aspectos a cultivar y fortalecer sea la capacidad de producir fenómenos identitarios. “La primera decisión que tomé como secretario de Cultura fue crear la Secretaría de Patrimonio Cultural –recuerda–. No cuidar el patrimonio es un crimen de lesa humanidad.” Telerman pone el acento en el carácter celebratorio de las políticas culturales. “A veces se habla de ciertos aspectos celebratorios de la cultura con desdén, como si fuera parte del espectáculo, de lo efímero; cosa que es cierta, pero hay que revalorizar la diversión y lo efímero, la condición de la vida pública feliz que tiene que garantizar todo gobierno. El gran desafío de esta época, en el sentido propuesto por Toni Negri, es trabajar con los procesos que generan las multitudes”, plantea. “Una de las características de una política de Estado es potenciar el movimiento de las multitudes. Y hay muy pocas cosas que puedan cumplir ese rol como las políticas culturales en el plano celebratorio. Puede ser una idea políticamente incorrecta –admite–, pero creo que hay que conseguir altos presupuestos, hay que gastar bastante dinero público y conseguir el compromiso social de las empresas.”
“Un Estado tiene que convocar con mayor sensatez e inteligencia a los agentes culturales, no para que escriban el libro de qué es la cultura, sino para que sean capaces de despabilar, de armar movidas, de generar lo imprevisto, de saber que hay que hablarle al payador, pero también a los emos”, sugiere Telerman. “Las políticas culturales tienen que romper los preconceptos. Lo que un ministro, un secretario o un administrador cultural, como dicen los franceses, debería hacer es lograr que un payador se siente al lado de un flogger para ver Fausto de Estanislao del Campo.”
Tristán Bauer nació en Mar del Plata, donde vivió hasta los cinco años. Acaba de llegar a “la ciudad de la infancia”, y aunque las ojeras revelan su cansancio, no pierde ese humor con matices campechanos cuando confiesa: “Acá no me puedo portar mal, no sea cosa que me saquen el título de ciudadano ilustre”. El presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP) señala que “es imposible hablar de cultura sin hablar de medios; el desarrollo de nuestra cultura está imbricado con la fuerte presencia que los distintos medios tienen hoy en nuestra sociedad”. Bauer celebra que se avance en el debate de una nueva Ley de Radiodifusión. “Como ser humano, como argentino, es una vergüenza que no hayamos sido capaces de transformar la Ley de Radiodifusión de la dictadura de Videla.” El realizador de Iluminados por el fuego se define como un constructor. “La experiencia de Encuentro demuestra que a pesar de la fuerte inercia que hay desde el estado, el ‘no se puede’, cuando hay ideas fuertes, claras, cuando son acompañadas con profesionalismo y una voluntad de acero para construir como obreros todos los días, puede surgir una señal, desarrollarse y crecer cada vez más”, argumenta Bauer. “Si uno logra vencer todas las fuerzas negativas y las inercias, Canal 7 y las radios nacionales van a ser durante nuestra gestión cada día mejor, se van escuchar más, van a tener calidad y se van a sumar en la construcción de un modelo de cultura popular.”
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