Miércoles, 17 de diciembre de 2008 | Hoy
JOSE SARAMAGO
El Premio Nobel portugués José Saramago convirtió la presentación de su novela El viaje del elefante en una disertación sobre la vida y la muerte, dicotomía que él mismo experimentó mientras escribía la obra. “Lo que me gustaría es que nada de lo que yo haga mientras estoy aquí sea inferior a lo que he escrito antes”, aseguró el escritor durante la presentación de su nuevo libro. A los 86 años recién cumplidos, el Premio Nobel de Literatura es capaz de bromear sobre el fin de su existencia, tras haber sufrido una grave enfermedad respiratoria que hizo temer por su vida y que convirtió la finalización de este libro en un “milagro”. “Yo estaba mal, mal, mal”, contó en Madrid ante la atenta mirada de Pilar del Río, su esposa y traductora desde hace más de veinte años: “Me sentí una especie de muerto viviente en vida durante un viaje a Buenos Aires”, recordó. Después llegó la hospitalización en Lanzarote, donde el portugués reside desde hace años. La clínica en la que ingresó no quería inicialmente aceptarlo: “No querían que Saramago muriese en su hospital, pero al final me aceptaron y me salvaron la vida”, explicó con humor y semblante siempre serio. En El viaje del elefante (Alfaguara), que en su versión en español va camino ya a la tercera edición, el escritor portugués narra las peripecias de Salomón, un paquidermo indio que en el siglo XVI el rey Juan III de Portugal regala al archiduque Maximiliano de Austria. El animal viajará entonces junto a su cuidador, Subhro, y una comitiva desde Lisboa hasta Viena. El origen histórico de este cuento con extensión de novela es real: el elefante existió y su viaje también, pero como no se conoce qué ocurrió realmente en el traslado, Saramago inventó el resto. “Es un libro de imaginación, de invención constante”, señaló.
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