Miércoles, 4 de febrero de 2009 | Hoy
OPINIóN
Por Juano Villafañe *
El debate entre los escritores y la SEA (Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina) tiene dos niveles. Uno está relacionado con los procedimientos con que se manejó la comisión directiva y otro tiene que ver con las diversas opiniones que los escritores argentinos tienen sobre lo que sucede en la Franja de Gaza.
La comisión directiva de la SEA difundió un texto sobre la masacre perpetrada en Gaza sin el debate previo entre sus socios. Desconocemos si ese documento fue firmado por los socios de la SEA, pero sí conocemos cómo la comisión directiva de la SEA respondió a los socios que no estuvieron de acuerdo con el texto enviado. Es cierto que “la peor opinión es el silencio”, pero la comisión directiva debería reconocer que los consensos entre los socios también son muy importantes.
Los socios de la SEA provienen de diversas tradiciones políticas e intelectuales. Un núcleo tan heterogéneo de la vida literaria argentina no tiene por qué responder en todos los casos de la misma forma. Una sociedad de escritores debe respetar las diferencias entre sus socios.
¿Por qué la comisión directiva critica a los socios que no avalaron el documento y no difunde el documento firmado por los socios que lo respaldaron? Si hubo socios que no avalaron el documento pero a su vez el documento tampoco fue respaldado por los socios en su conjunto, estamos frente a un debate inconcluso. Hubiera sido mucho más oportuno haber consultado entre los socios de la SEA los alcances del documento para permitirles a todos participar y aceptar las diferencias de opiniones.
Jorge Altamira, en una carta pública de respaldo a la SEA, pretende imponer la verdad de su representación política como la única posible y desconoce que una sociedad de escritores debe manejarse democráticamente, porque el propio núcleo social que la integra no responde a una sola línea política. Debemos ser respetuosos de las diferencias y los escritores no se merecen calificaciones como “cobardes” o “pusilánimes”. Esto no es un problema entre valientes y cobardes. Menos aún, entre cobardes nominados y valientes anónimos. Personalmente puedo tener diferencias con quienes no aceptan el término genocidio, pero la diferencia no me habilita para descalificar a nadie.
Los escritores que no acordaron con el procedimiento de la comisión directiva de la SEA y/o con los términos políticos del documento tienen derecho a ser recibidos por la actual comisión directiva de la SEA. De hecho existen socios que desean mediar para alcanzar un acuerdo que permita superar la actual situación. Los socios renunciantes representan, por la cantidad y calidad, un patrimonio que la SEA no debería perder, ignorar o silenciar.
Mayoritariamente el núcleo social de los escritores argentinos es independiente. Los escritores independientes también tienen la posibilidad de autoconvocarse y proponer políticas sectoriales o declaraciones. Los escritores independientes también pueden peticionar, elaborar proyectos, crear institucionalidad y aportar a nuevos gobiernos de la cultura. El debate está abierto, no sólo dentro de la SEA sino también en la propia comunidad literaria nacional. El conjunto de los escritores asociados o no asociados quiere ser parte de una nueva cultura política que permita la tolerancia, el diálogo, la diferencia. La unidad sin la diferencia clausura los debates y empobrece las instituciones.
* Escritor.
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