Viernes, 6 de marzo de 2009 | Hoy
MANUEL FERRARI HABLA DEL ESTRENO DE SU PRIMER LARGO, COMO ESTAR MUERTO / COMO ESTAR MUERTO
Flamante ganador del premio a la mejor ópera prima del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de México (Ficco), Ferrari dice que “la idea fue hacer chocar una generación con un espacio, la avenida Corrientes, que no les pertenece”.
Por Oscar Ranzani
La Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530) es el espacio en el que Manuel Ferrari estrenará hoy su ópera prima solista Cómo estar muerto / Como estar muerto. Nacido en La Plata en 1981, Ferrari estudió dirección en la Universidad del Cine, en la cual actualmente es docente. Junto a varios compañeros del film colectivo A propósito de Buenos Aires (en el que Ferrari dirigió una de las historias) fundó la productora Campeón Cine, que también está de estreno, ya que la primera película producida es la suya. El film –que participó en el décimo Bafici y que acaba de obtener el premio a la mejor ópera prima en el Festival Internacional de Cine Contemporáneo de México (Ficco)– tiene como protagonistas a Ignacio Rogers, Nahuel Viale, Julián Tello y cuenta con la participación de Inés Efrón en un papel pequeño.
Ferrari cuenta que Cómo estar muerto / Como estar muerto nació, en principio, como un cortometraje que luego amplió. Y que ya en A propósito de Buenos Aires “había una obsesión por la ciudad, particularmente la zona de Corrientes”. En su ópera prima, filmada en blanco y negro, tres jóvenes deambulan sin rumbo por Corrientes, entre Callao y el Bajo, sin un plan fijo, excepto uno de ellos que, en determinado momento, decide autosecuestrarse pero sin contárselo a sus amigos. “El tema fundamental es el espacio y cómo mezclar una generación de jóvenes que ya no tienen nada que ver con este espacio y que deambulen por esa zona. La idea fue hacer chocar una generación con un espacio que no les pertenece”, asegura Ferrari, en cuyo largometraje, filmado en blanco y negro, hay varios momentos de improvisación de los actores.
–Teniendo en cuenta que la ciudad de Buenos Aires tiene una presencia importante en la película, ¿el contexto es determinante en la historia o podría suceder en otro lado?
–No, sólo es posible que suceda acá. Hay un elemento extra. Probablemente, es un elemento que no sé si forma parte importante dentro de una película: es que alguien que vive en Buenos Aires puede reconocer y puede hallarse en esa zona. Se da cuenta de que la película es honesta con las direcciones: si un personaje va por Corrientes no puede inmediatamente aparecer en Callao si está frente al Teatro San Martín, y así sucesivamente. Hay como una especie de obsesión por el espacio.
–Además, buena parte transcurre durante la noche. ¿Por qué lo pensó así?
–Son personajes que están escapándose de algo. Y la noche, vacía, me permitía aspectos de la luz que me interesaban mucho. Trabajamos siempre con la luz natural de la noche. Y eso daba mucha libertad. Durante el día, hay mucha gente por la calle, aunque no me incomodaba y lo incorporé. Pero la película transcurre a partir de una mañana, pasa todo el día y se hace de noche hasta que vuelve a hacerse de día. Y ese paso del tiempo cronológico era central. Entonces, las partes donde fui agregando más cosas fue durante la noche en momentos de introspección del personaje. Es un personaje que deamubula casi como tratando de perderse en la ciudad.
–¿Se propuso reflejar la desorientación adolescente?
–Sí, pero no. O sea, no me gustan las películas de jóvenes aburridos, tristes, de clase media alta que escuchan rock alternativo. Quería juzgar a esos personajes, tomar distancia y, por momentos, me parece que son medio boludos. Son sumamente inocentes, contrastan, por momentos, con la edad que tienen. A veces, sus diálogos son totalmente anacrónicos. Entonces, no era un homenaje a la juventud. En todo caso, lo que sí me atrajo mucho fueron los actores. Pero no me gusta pensar que mi película se vea como un elogio a la juventud. Más bien es un estado de la cuestión. Para mí hay algo ahí: que los jóvenes no establecen una relación con el espacio. Los jóvenes actuales tienen otra forma de vincularse. Estos personajes disfrutan de una manera incómoda, en un sentido, del hecho de estar deambulando, no tener un cibercafé, no estar interconectados, sino más bien establecen una relación violenta con lo que sucede a su alrededor.
–¿Por qué el protagonista decide autosecuestrarse?
–Eso surge de una serie de noticias que leí en los diarios cuando inicié el proyecto hace cinco años. En determinado momento, toda esa “moda” de los secuestros express, en parte, la adoptaron ciertos jóvenes para poder irse de viaje a Bariloche o para poder irse de vacaciones con sus novias. Entonces, llamaban a sus padres y les pedían dinero. Siempre eran totalmente torpes y les salía mal. A mí me impresionó que en unas dos semanas se produjo un montón de hechos parecidos. La idea en la película es que este personaje ve cómo su papá deposita mucho dinero y, de alguna manera, dice: “¿Por qué no puedo hacerme de él?”. Y, en definitiva, todo surge de eso: algo que sólo saben él y los espectadores de la película, mientras que el resto de sus amigos desconoce su plan que, por supuesto, no termina de salir bien, cuando tiene que concretar el lugar donde deberían dejar el dinero. Es más un impulso y un choque. Incluso, la figura del padre y de los mayores no existe en la película y no hay personajes que los representen sino que son figuras más bien abstractas.
–¿Los jóvenes son personajes abúlicos?
–Yo no quise que así fuera. Pero tampoco quise que estuvieran cargados de una psicología y de una densidad sociopsicológica que explicara todo. Efectivamente, es difícil hallarlos hasta dentro de una clase social. Uno podría reconocer por ciertas cuestiones el colegio al que van que queda por Corrientes y es una zona que uno podría decir que es de clase media. Pero, más bien, son personajes que están haciendo una acción muy concreta: dejar pasar el tiempo porque, por un lado, se ratearon del colegio. Entonces, lo que están tratando de hacer es zafar de una situación. Un personaje abúlico se tira en un cuarto, fuma un porro y se hace de eso algo bello. Para mí no era una situación linda la que estaban ellos. Más bien era una situación patética.
–¿Cuál es la idea de que los protagonistas cuenten sus experiencias laborales en publicidad a cámara, casi como simulando un aspecto documental dentro de la ficción?
–Eso surgió originalmente porque el personaje de Inés Efrón se va al principio de la película a filmar una publicidad. Y me interesaba explorar ese mundo. Me topé con que es más difícil filmar el mundo de la publicidad que filmar dentro del Capitolio. Y me interesaba que la película, al mismo tiempo, documentara el mundo de la publicidad. Como no me fue posible acceder a esa zona de ninguna forma, a pesar de que lo intenté por distintos lados, simplemente lo que hice fue tratar de incorporarlo a través de los personajes con algo totalmente improvisado por parte de ellos, con cierto humor, por supuesto.
–¿Y por qué decidió trabajar con improvisaciones?
–Me parecía que resaltaba toda una frescura. Había partes del guión que yo había escrito que no me convencía mucho la forma de interpretar pero por un error mío. Cuando empecé a descubrir ciertos momentos de improvisación pura, absoluta, cuando sólo les decía a los actores “empiecen a hablar de esto”, sentía que era el mejor guión que yo jamás hubiese podido escribir. Y disfrutaba mucho en el rodaje, sólo escuhándolos. Me reía y era una situación increíble que lo que sucedía era lo que yo necesitaba.
* Cómo estar muerto / Como estar muerto, nueve únicas funciones los viernes, sábados y domingos a las 22, a partir de hoy, en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín.
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