Sábado, 2 de mayo de 2009 | Hoy
FESTIVAL INTERNACIONAL DE USHUAIA
El encuentro tuvo uno de sus momentos más intensos con el recital de Goran Filipec, un pianista croata de notable madurez musical.
Por Santiago Giordano
Más allá del vidrio, el reflejo nocturno de un bosque de hayas, rojizo; de este lado, el pianista Goran Filipec enuncia los primeros acordes de Les Adieux, la sonata de Beethoven, ante un auditorio que en su silencio guarda más que el canónico respeto hacia el artista. Para los visitantes, es la casi alucinada sensación de estar en el fin del mundo la que afina sensibilidades. Para los locales, la misma sensibilidad crece con la distinción de participar de un hecho poco común. Cuando la oscuridad de la noche esconde las imponentes bellezas naturales del lugar, el Festival Internacional de Ushuaia propone otra forma de paisaje: una notable reseña de música, con intérpretes de gran nivel.
El jueves, en el auditorio del Hotel Las Hayas, el festival tuvo uno de sus momentos más intensos con el recital de Filipec, joven pianista croata de sorprendente madurez musical. Por la manera en que administra arrebatos de energía en contraste con arrastres sentimentales o, por decirlo de otra manera, por el modo en que conjuga técnica y sensibilidad, Filipec, que ya supo brillar en otras ediciones de este festival, da clara referencia de su procedencia pianística: las escuelas del Este de Europa. Con un aliado pertinente, el óptimo Steinway gran cola –que es residente del lugar, no visitante–, interpretó un programa centrado en el Romanticismo, que en la primera arte, tras el inicio con Beethoven, incluyó piezas de Chopin, Albéniz y Liszt, como alternativa a la anunciada sonata de Scriabin. La segunda parte de la velada fue toda para Danzas de la cofradía de David, un extenso y articulado ciclo de piezas de Robert Schumann, síntesis de un espíritu lúdico y romántico. La interpretación de Filipec fue sencillamente impecable.
El Festival Internacional de U-shuaia, que este año llega a su quinta edición, comenzó el sábado, con un concierto de la Sinfónica de Moscú, que este año es la orquesta estable, dirigida por Jorge Uliarte y con Filipec como solista. La actividad en los días sucesivos se multiplicó con conciertos didácticos, como el que ofreció el Ensamble Las Hayas, clases magistrales como la de Götz Bernau y conferencias, como la que bajo el título “Del silencio al ruido. Los lenguajes de la música” el miércoles dictó la periodista Sandra de la Fuente.
Ayer, la ciudad brilló en una agradable jornada de sol. La temperatura llegó a los 12 grados, el viento se mantuvo calmo y los quehaceres de la industria del turismo en una ciudad en la que todo tiene el atractivo suplementario de ser “del fin del mundo”, no reflejaron el ritmo de una ciudad común en un día feriado. Por la noche, en el hotel Las Hayas, la propuesta del festival pasó por el canto lírico. La Viena Imperial y su ópera era el título del programa con páginas de Mozart, Wagner y Franz Lehar, entre otros, con la participación de cantantes del Mozarteum de Salzburgo. Aun si en Ushuaia se comenta que ésta estuvo lejos de ser una gran temporada para el turismo, los organizadores del festival se muestran más que satisfechos por la afluencia de público, no sólo a los conciertos sinfónicos, que son el atractivo central del festival, sino además a los conciertos de cámara y el resto de las actividades.
Aún queda una semana de festival y algunas propuestas realmente interesantes que prometen marcar más momentos de intensidad. Entre otras cosas, esta noche la Sinfónica de Moscú tendrá como solista a Vitaly Pisarenko, joven pianista ruso, ganador de concursos europeos, que mañana ofrecerá además un recital de piano con obras de Liszt y Ravel; el miércoles, el pianista Alberto Portugheis tendrá a su cargo un programa con Chopin; el viernes la cantante Silvia Iriondo interpretará una versión de Mujeres argentinas, el ciclo de canciones de Ariel Ramírez y Félix Luna, y el sábado, en el cierre, el violinista argentino Xavier Inchausti propondrá el Concierto para violín y orquesta Op. 35 de Tchaikovsky, junto a la Sinfónica de Moscú dirigida por Jorge Uliarte. Una buena manera de sumar bellezas a las que ya ofrece el paisaje.
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