Sábado, 6 de junio de 2009 | Hoy
ENTREVISTA A WALTER SIDOTI, EX BATERISTA DE LOS REDONDOS
Tiene una historia antes y después, y no hubo “duelo” tras el desbande, porque ya tocaba en La Favorita. Sidoti habla de su experiencia en España con el Mono Burgos y lo que lo ocupa hoy.
Por Juan Ignacio Provéndola
Si algo distingue a Walter Sidoti de todos los músicos que alguna vez pasaron por los Redondos, es que su currículum musical ya había empezado antes del ingreso a la banda. Cuando ocupó en la batería el lugar que dejó vacante Piojo Abalos tras la salida de Oktubre (1986), Walter Sidoti (así, con una sola t) llevaba unos años pateando en el circuito porteño post-dictadura. Incluso había teloneado a sus futuros compañeros de ruta en el Stud Free Pub con Los Argentinos (por donde también había pasado Willy Crook), un grupo de pop cortado con la misma tijera que Viuda e Hijas de Roque Enroll que produjo una suerte de one hit wonder del under de la época con la canción “Hablando en japonés”, grabada en el único disco que les editó la compañía CBS. Sus primeros pininos en vivo habían sido en Comando, grupo que inscribió su nombre en la protohistoria del punk local a fines de los ‘70.
–¿Cómo era hacer punk en tiempos donde el género aún no tenía un público cautivo?
–No sólo faltaba público sino músicos, por lo que muchas bandas se completaban con tipos que venían de otros palos. Incluso recuerdo haber tocado en Einstein o Zero con Sumito, el trío de Luca, Arnedo y Pettinato. Ayudaba mucho también el hecho de que nosotros escuchábamos rock and roll y música progresiva además de punk, porque no llegaban muchos discos de afuera y no te quedaba demasiado para elegir. Escuchaba de King Crimson a Ramones e intercambié mucho material punk de la época con Hari-B, el guitarrista fundador de Los Violadores.
Decir que con La Favorita rearmó su carrera después de la disolución redonda sería un error por el simple hecho de que el proyecto ya había germinado en plena vigencia ricotera. “Con Los Redondos hacíamos pocos shows por año y yo necesitaba tocar. Era como ser futbolista y jugar una vez por año”, recuerda. “También fue interesante volver a trabajar canciones sacando en los ensayos lo que cada uno tenía adentro, ya que en la última etapa de los Redondos se usaron muchas máquinas y los ritmos de batería aparecían definidos de antemano.” Junto al ex cantante de Los Argentinos José Luis Castro y el guitarrista Mariano Sagasta (a quien conocía porque era el monitorista de los Redondos) editaron dos discos –uno en 1997, otro en 2002–, hasta que Sidoti inició un breve autoexilio en España, donde participó del proyecto musical del arquero Germán Burgos y La Favorita llegó a su fin.
–¿Cómo fue el contacto con el Mono Burgos?
–Por unos amigos músicos de acá. Muy buena onda el Mono... Me llevó a ver al Atlético de Madrid y también a los Rolling Stones. Además paseé mucho con él.
–¿Qué tal su experiencia en España?
–Muy buena, porque no solo participé en la banda solista del Mono. También hice reggae con un nigeriano, toqué el cajón peruano con el ex pianista de Los Argentinos que había editado un disco de tango en Holanda, integré una banda de rock británico con unos españoles jovencitos y me junté un tiempo con Conejo Jolivet, que también había estado en los Redondos. Estuve yendo y viniendo hasta que me volví definitivamente en 2005.
–¿Hacer tantas cosas lo ayudó a despejar su cabeza tras la separación de los Redondos?
–Hubo un problema entre los dueños, la cúpula. Nosotros no teníamos decisión en la parte organizativa, así que quedamos en banda y sin trabajo. Pero lo que fue, fue. Aprendí mucho y significó una experiencia bárbara, pero no tuve más remedio que barajar y dar de nuevo.
–¿Cómo vivió incorporarse a Heroicos Sobrevivientes, una banda con varios años de trajín?
–Ellos ya tenían su estructura armada y me llamaron hace poco más de un año. El contacto personal fue en un recital de Pier, a quienes a su vez conocía desde que empezaron (al igual que a El Bordo), más por una afinidad personal que musical. Me pidieron el teléfono, me invitaron a un ensayo y me gustó la onda, que es puro rock and roll. Ahora estamos presentando Gloria eterna, un disco que salió hace poco.
–¿El rock and roll es lo que más le gusta?
–En realidad, lo que realmente me gusta es tocar. Lo que menos escucho en mi casa es rock and roll, ¡porque el rock and roll soy yo! No es que esté saturado, pero quiero escuchar propuestas distintas, como la música étnica, en donde no hay tanta electricidad. A esta altura, hay cosas que me divierten un poco más.
–Sin embargo, aceptó varias invitaciones para tocar temas de los Redondos como invitado de otras bandas...
–Sí, es verdad, pero nunca lo hice como algo que me volviera loco. Cuando me lo propone gente a la que le gusta, lo hago sin problemas ni prejuicios, pese a que “Ji ji ji” signifique para mí hacer un cover, ya que no lo grabé yo sino el Piojo Abalos.
–¿Se volvió a ver con algunos de sus ex compañeros?
–Semilla Bucciarelli me hizo el arte de La Favorita, gratis. ¡Algún día se lo tengo que pagar! La última vez que me lo encontré a Sergio Dawi fue este verano en Mar del Plata, donde tocamos por separado algunos temas de los Redondos con un grupo tributo de allá. A Skay no me lo crucé nunca y el Indio vive lejos y toca aún más lejos.
Fiel a su estilo de tocar por el simple regodeo que ello le genera, hoy aporrea su batería no solo en Heroicos Sobrevivientes sino también en Comando Pickles, el proyecto personal que desgrana con el guitarrista Oscar Kamiensky y el bajista Gabriel Recalde (viejos compañeros del baterista en sus horas punks de Comando). Un rock de guitarras fuertes con el interesante aporte de una voz femenina fogueada en el folklore se volverá un cóctel irresistible para quienes aparezcan en La Castorera (Av. Córdoba 6237) hoy a la medianoche, buscando algo más que huellas del pasado más celebre. “El nombre de la banda lo puso Gustavo Donés, ex bajista de Suéter y Pastoral que estuvo con nosotros hasta que falleció. Probamos algunos cantantes que no nos terminaban de cerrar, hasta que apareció Noé Recalde desde Gualeguaychú. Tiene la mitad de nuestra edad y esa combinación le aporta mucho aire fresco a nuestra idea”, sostiene un Walter Sidoti decidido a defender una propuesta nueva pero con el mismo espíritu de siempre: “Soy bicho de escenario y voy a tocar hasta que el cuerpo no me aguante y tenga que sostener los palillos con los dientes. Lo demás, vendrá solo”.
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