Lunes, 15 de junio de 2009 | Hoy
PROVOCADOR ENSAYO DEL ESLOVENO SLAVOJ ZIZEK
Sobre la violencia, flamante ensayo del pensador esloveno Slavoj Zizek, plantea una reflexión sobre las lecturas simbólicas y políticas que la violencia presenta en la era de la globalización, desde la revuelta en los suburbios franceses en 2005 al conflicto palestino. La obra discurre también por el fundamentalismo religioso, el 11-S y los horrores de los totalitarismos fascistas y estalinista. El autor de Mirando al sesgo moviliza sus recursos habituales –psicoanálisis lacaniano y algo de cine, mucho marxismo y algo de cultura pop, de idealismo alemán, de literatura, chistes y anécdotas– para colocar en el centro de la escena una temática sobre la que ya ha reflexionado fragmentariamente en otras ocasiones. En esta ocasión, Sobre la violencia (Paidós) está dedicado en su totalidad a reflexionar sobre el fenómeno y sus causas a partir de una estructura configurada como sucesión de tesis que no conforman una teoría, pero que tienen la capacidad de inquietar y de movilizar el pensamiento, no tanto por la novedad de las propuestas cuanto por la forma de su exposición. A partir de una tesis sencilla, Zizek plantea que la violencia “subjetiva” (la practicada por un agente identificable) es generada por otros dos tipos diferentes de violencia objetiva: por una parte, la “simbólica”, encarnada en la función social del lenguaje, en el universo de sentido que implica la utilización de un determinado sistema discursivo. Por el otro lado, la violencia “sistémica”, provocada por los desajustes que causan los sistemas político y económico. En esta instancia, el filósofo se refiere a la percepción que se tiene de los resultados de la violencia generada por las dictaduras comunistas durante buena parte del siglo XX. “SOS Violencia”, primera de las seis disertaciones que estructuran el libro, conforma una crítica a la deriva social del capitalismo, recientemente (re)generada a partir del lobby de “comunistas liberales” (George Soros y Bill Gates a la cabeza) y su pretensión por apagar las propuestas de los nuevos movimientos sociales altermundialistas en lo que Zizek apela como la construcción de Porto Davos (simbólica simbiosis entre las dos ciudades más ideologizadas del mundo: Porto Alegre y Davos). Del mismo modo, Zizek –un renovador del pensamiento marxista y del psicoanálisis lacaniano– dispara sus dardos contra las sociedades capitalistas que propician el miedo y que hacen de la seguridad su valor más emblemático: miedo a lo inesperado, miedo al otro, miedo al miedo. Miedo que concluye en la omisión de todo contacto y que se inserta en el lenguaje. El ensayista plantea que los individuos se aterran frente a las imágenes de violencia en las calles de Nueva Orleans, en los suburbios franceses o en una ciudad africana, pero que poco se interrogan sobre la situación que ha llevado a este estallido de violencia. El filósofo ofrece de vez en cuando algunas soluciones neomarxistas, en este caso su propuesta es la de romper el muro socioeconómico: “Cambiar la sociedad para que la gente deje de intentar escapar desesperadamente de su propio mundo”.
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