Lunes, 9 de enero de 2006 | Hoy
ENTREVISTA A DIEGO LEVIS, AUTOR DE “AMORES EN RED”
Doctor en Ciencias de la Información y docente, Levis analiza en su libro las relaciones afectivas en la era Internet.
Por Silvina Friera
“Vamos hacia un mundo sin amor. ¿Por qué no escribís un libro sobre eso?” Diego Levis, doctor en Ciencias de la Información, miró a su amiga y pensó que la sugerencia no parecía tan descabellada. A fines de los ’90, mientras residía en Barcelona, comenzó a interesarse por el chat. Quería saber por qué sus alumnos pasaban horas chateando sin ton ni son. Y descubrió que no sólo los jóvenes eran los principales protagonistas de las historias de romances y desengaños que se tejen en la red. Millones de hombres y mujeres de distinta edad y condición social se escriben por e-mail, participan en chats y en los innumerables sitios de contactos que se encuentran en la web. Algunos lo hacen para divertirse; otros, necesitados de afecto y compañía, aspiran además a encontrar el amor bajo cualquiera de sus formas y disfraces. ¿La era de la hipercomunicación o de la hipersoledad? En Amores en red (Prometeo libros), Levis analiza las relaciones afectivas y sexuales que se establecen y desarrollan en Internet. Escrito en un lenguaje coloquial, el libro utiliza como principal soporte las numerosas entrevistas personales que el autor realizó en Barcelona y en Buenos Aires, entre 1999 y 2004, y una exhaustiva investigación de campo en la propia red.
Levis cuenta que antes de escribir Amores en Red tenía en mente otro proyecto: un texto que indagara en la fascinación que ejerce la pantalla de la computadora sobre las personas. El título sería El espejo de la bruja de Blancanieves. “La pantalla de la computadora es como un espejo que nos devuelve una imagen amplificada de nuestras capacidades, haciéndonos sentir poderosos hasta la omnipotencia o pequeños e insignificantes hasta la angustia”, plantea el doctor en Ciencias de la Información y docente universitario en la entrevista con Página/12. Esta hipótesis de trabajo la tomó de la autora norteamericana Sherry Turkle, que en 1984 señaló que la computadora es un poderoso medio proyectivo. Levis, a diferencia de Turkle, sostiene que la pantalla acerca pero también separa, proyecta pero distancia. “Muchas personas se refugian en la computadora porque se sienten protegidas –subraya Levis–. El otro les resulta hostil, pero rara vez lo dicen o lo admiten.” En el libro, el autor recuerda un artículo que leyó en el diario El País sobre una mujer que estaba a punto de casarse con alguien que había conocido chateando. Ella comentaba que antes invertía mucho tiempo y esfuerzo en establecer relaciones sin tener garantizado el resultado. Pero con Internet todo se simplifica. “Ya nadie se fía de esas relaciones cuerpo a cuerpo en que se puede mentir, fingir de la manera más vil, en que puedes enmascararte con tu propio yo. En la red, todo es mucho más sano. Cuando alguien engaña al otro, sólo lo engaña respecto de quién es, pero no respecto de quién realmente quiere ser”, esgrimía la futura esposa.
Las patas de la mentira
“Somos una civilización constructora de máscaras en la que el ser suele confundirse con el parecer ser”, afirma Levis.
–Usted plantea que se apela a la mentira en el chat: se inventan profesiones, se cambian las edades, las descripciones físicas, se trucan o se usan fotos de otros. Pero algunas de esas mentiras también se pueden dar cuando la gente se conoce cara a cara.
–Coincido. Muchos de mis alumnos y alumnas me dicen: “nunca por chat”. Y yo les contesto: vos vas a una disco, conocés a un tipo que es encantador, que te dice “vámonos de acá”, te subís a su auto, y el tipo es un abusador o sólo se relaciona a través de la violencia, es un perverso, y con ese perverso saliste sin problema. ¿Cuál es la diferencia en ese sentido? No hay. La única diferencia, en cuanto a la mentira, es que en Internet puedo tener 20 años, pero en el cara a cara no. Cada tanto la prensa habla de mujeres violadas o asesinadas por personas que habían conocido en Internet, pero historias de este tipo, que por supuesto existen, tambiénforman parte de las leyendas urbanas que circulan en la red. El riesgo existe, pero muchas veces se exagera su dimensión.
Sexo sin riesgos
Entre los testimonios ilustrativos sobre las relaciones afectivas en la era Internet (Levis sólo cambió los nombres y ciertos datos circunstanciales para salvaguardar la intimidad de sus entrevistados), está el de Paco. “La ventaja que tiene el chat es que no se sabe quién hay del otro lado. Tú puedes conectar fingiendo ser una persona que no eres. Si te metes con un apodo como ‘Atrevida’ o ‘Cachonda’ o ‘Tía caliente’ las barbaridades que te pueden llegar a decir los chicos a través del chat son tremendas”, señala. En cuanto a si alguna vez sintió ganas de conocer a sus “cibernovias”, Paco aclara: “Cuando estoy en el chat existen, una vez que desconecto no son nada, he pasado un rato y ya está. Yo veo al chat como una simple diversión”. Distinto es el caso de Montse, que buscaba amantes ocasionales a través de Internet. “El amor está pasando a ser un amor individual hacia uno mismo, a lo que a cada uno le gusta, o le mueve, aunque sea por instinto. Se da el amor y el disfrute sexual, pero cuando se está realizando el acto sexual lo que existe es un amor hacia uno. Antes no, el amor tenía que ser compartido y si la persona con la que estabas no te amaba, no disfrutabas. Ahora da igual si el otro está disfrutando o no, tú disfrutas, tú estás amando.”
–¿Qué explicaciones encuentra respecto de la tendencia a utilizar técnicas digitales avanzadas que permiten experimentar, mediante la simulación, sensaciones eróticas o una comunión física sin correr el riesgo de embarazos o el contagio del sida?
–El tecnosexo es el síntoma de la negación de la animalidad de la carne y expresa el temor al propio cuerpo y al del otro, pero lo más inquietante es que implica la abolición del cuerpo de los amantes. En el sexo virtual el lema es “sexo sin riesgo”. Hay un discurso que nació paradójicamente en sectores de la contracultura post ’70, en los Estados Unidos, que reniega del cuerpo de una manera muy fuerte, y en el que aparece la idea de que somos sólo mente. Son muy cartesianos; consideran que el cuerpo es una suerte de prisión. Nuestra mente forma parte de nuestro cuerpo, mente sin cuerpo no existe. Pero lo que pienso es resultado de aquello que he sentido.
Chamuyo argentino
Levis opina que el chat sigue siendo mal visto en la Argentina. “Las personas que no lo usan, o lo usan circunstancialmente, dicen que estás solo y que te aislás, que no estás en verdadera comunicación con el otro. Hay cierto menosprecio no solamente entre la gente más grande sino también en los más jóvenes hacia quienes conocen gente a través de Internet.”
–¿Es similar al rechazo que genera, en ciertos sectores intelectuales, el hecho de asumir que se mira televisión?
–Sí, por eso siempre digo que miro televisión y que me encanta el fútbol (risas). Creo que lo que sucede cuando asumís que conociste a alguien a través del chat está relacionado con una cuestión de autoestima. Si sos mujer, hay una idea de que tenés que estar muy desesperada, o ser muy fea para recurrir al chat. Lo mismo vale para el hombre. En el imaginario de los argentinos, sobre todo en los hombres, persiste la idea de que vos tenés que ser capaz de chamuyarte a una mina. ¿Qué es eso de andar chateando? Pero en realidad las cosas no son tan sencillas. El círculo de personas que tenemos la posibilidad de conocer es muy restringido, no hay grandes espacios para compartir cosas. A partir de los 30 años, la gente sale menos, en la universidad son pocas las carreras en donde los trayectos son simultáneos y la gente estudia y se recibe junta. Como cada vez estamos más vinculados con el trabajo, en diferentes actividades, utilizando Internet, ésta es una forma más para conocerse, pero que todavía está un poco estigmatizada.
–Pero cada vez crece más...
–Sí, en todos los países del mundo aumentan los espacios de fichas de encuentros. La compañía mayoritaria del mundo tiene 14 millones de abonados, inscriptos con fichas de datos. Supongamos que sólo el 20 por ciento sean activos, igual estamos hablando de casi tres millones de personas. Dentro de la lógica del amor efímero, de “usar y tirar”, si vos tenés una relación con personas que no forman parte de tu círculo íntimo, podés hacer cualquier cosa. Este elemento debe jugar un papel importante en las relaciones afectivas que se establecen. En Internet vos podés escribir cualquier cosa; si no tenés intención de conocer a la otra persona, es un espacio que te permite que la desinhibición sea total.
–Quizás esa capacidad de “mentir” permita que las historias que se cuentan en el chat tengan un potencial literario.
–Tengo posiciones fuertemente tomadas en contra de lo que habitualmente se dice contra el chat. Para mí hay un juego literario en la creación de personajes, todos tenemos necesidad de contar historias, de inventarnos. Cuando uno participa en una relación a través del e-mail se crea un personaje, tenés que empezar a narrar literariamente para que eso tenga cierta consistencia y sea comprensible para el otro. Cuando se combine el webcam con el teléfono, algo que cada vez está avanzando más, se va a producir un regreso a lo oral, porque la comunicación adquiere una densidad más importante. Decir que Internet atenta contra la ortografía y las reglas sintácticas es un despropósito; en realidad está generando nuevas formas de decir. Nadie se asusta porque los americanos utilizan todo el tiempo la combinación de letras y números para armar frases. Además, las abreviaturas existieron siempre, y antes de la abreviatura estaba la taquigrafía. Internet está alentando un lenguaje en construcción.
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