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Jueves, 12 de enero de 2006

COMO ES Y QUE DIBUJA LA NUEVA GENERACION DE HISTORIETISTAS Y COMICS ARGENTINOS

La relación entre historia e historieta

Reagrupados en cooperativas y nuevas revistas, los dibujantes y guionistas de la nueva camada exponen sus temáticas, sus modos de expresarse y las características que definen a los héroes actuales.

A juzgar por el éxito que tuvo el crimen organizado cada vez que quiso marcar la vida del país, podría pensarse que éstas ya no son tierras de superhéroes. Pero, aunque haya que resignarse a no ver la batiseñal proyectada desde el Obelisco, es satisfactorio saber que todavía quedan guaridas donde jóvenes de entre veinte y treinta y pocos años dan vida a seres que buscan la justicia o, al menos, la propia dignidad. Trabajando bajo luces de bajo consumo y compitiendo mano a mano con las grandes producciones del Primer Mundo, una nueva generación de historietistas nacionales viene asomando.

En efecto, la tasa de natalidad de los personajes nacionales ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos, con su consecuente galería de nuevos poderes, debilidades y extravagancias: “en realidad, los tipos omnipotentes al estilo de los viejos paladines nos importan un pepino”, cuenta Cristian Mallea, director editorial de la cooperativa La Productora. Hace cuatro años que Cristian y otros cinco guionistas/dibujantes componen un equipo que se autoedita (y autoanaliza) permanentemente. “Nuestras historias tienen más que ver con gente vulnerable, más ácida y que depende de un grupo humano para vivir”, describe.

Los integrantes de La Productora empezaron repartiendo sus trabajos en fotocopias. Hoy sus lanzamientos con tapas a color pueden conseguirse en todo el país. “En todo este tiempo –recuerda Cristian– aprendimos a valorar mucho nuestra independencia, porque entendemos que para volver a hacer una historieta digna en la Argentina hace falta que los autores sean fuertes. Es una de las bases para rearticular la pata política del gremio.”

De forma paralela al trabajo editorial, en el estudio de La Productora funciona una escuela de comic. “Esa veta política invariablemente se vincula con la acción didáctica de compartir saberes para generar lectores que te entiendan”, reafirma Mallea. En ese sentido, tanto él como sus socios reconocen que la historieta tiene pendiente una reivindicación. “Acá hubo un vaciamiento del aparato productivo, que tuvo que ver con políticas de Estado. La historieta es un arte industrial y por lo tanto no pudo escapar a esas lógicas. Pero los que fundieron la producción nacional no fueron los dibujantes ni los guionistas, sino algunos empresarios de mente corta y las dictaduras.”

El peso de las grandes plumas nacionales y de la actualidad sociopolítica es ineludible en los nuevos creadores, pero adquiere un carácter diferente de acuerdo al autor. Mauro Mantella, guionista de la revista Bastión –otro de los polos que agrupan a los nuevos artistas de la disciplina– cree que “si bien uno debe tener siempre una postura determinada en relación con la realidad, el vínculo con la historia es un tema delicado a la hora de pensar la creación. Oesterheld hizo una maravilla con El Eternauta, pero detrás vinieron muchos que se montaron sobre algunos clichés históricos porque no tenían algo interesante para contar y necesitaban parecer profundos”. Y agrega: “Se ha llegado a transformar asuntos como la dictadura en lugares vacíos de sentido que se usan narrativamente como comodín”.

A la hora de enumerar los rasgos compartidos, los nuevos creativos de la viñeta no dudan en asumir coincidencias. Mantella (Bastión) advierte que su generación creció durante los enfiestados noventa, rodeada por fenómenos de sincretismo e infiltración cultural. “Eso nos ha traído problemas. Pero también nos ha abierto a expresiones estéticas de todo el mundo y nos ha dado la convicción de que no existe un arte menor, porque las condiciones básicas de un arte excelso son simplemente la honestidad y el esfuerzo.” Por su parte, Mallea (La Productora) destaca el peso del autor en las nuevas producciones argentinas, una característica que se asemeja bastante a lo que sucede con el Nuevo Cine. “Creo que si somos un grupo que llama la atención por la heterogeneidad, es por el peso que tiene el estilo personal en nuestras creaciones. Cuando hablamos con gente de afuera, siempre que decimos que somos dibujantes argentinos paran las orejas porque saben que el nivel general es alto a pesar de la gran variedad. Habrá que ver si en cinco años podemos combinar esos éxitos que tenemos en Europa con un crecimiento en nuestro país.”

En Puerto Kapruccia –una ciudad fascista en la que se ambientan varias de las narraciones gráficas de los “nuevos”–, los matrimonios tienen que pedir permiso para que sus hijos nazcan. Un sistema estatal de asignación determina el destino de quienes llegan al mundo, y a veces los condena a ser para siempre grises esclavos de un orden establecido. Contra este tipo de lógicas, y a pesar de que hayan cerrado hitos como Fierro y Editorial Columba (que editaba El Tony, D’artagnan, Fantasía e Intervalo, entre otros), la creatividad nacional sigue generando movimiento. En Tucumán se están desarrollando proyectos de “socialización de la historieta”, que llevan aventuras impresas a villas y escuelas carecientes. En Mendoza, Córdoba y Rosario están floreciendo los emprendimientos autogestivos. Incluso ya hay productos que se están exportando con éxito a otros países hispanos.

A pesar de las vicisitudes que ha sufrido durante su larga existencia, nuestra historieta no pide permiso para existir. Y si alguna vez pareció moribunda, el susto no se debió a la falta de talentos, porque son los talentos los que la siguen manteniendo. En refugios, es cierto, pero viva.

Informe: Facundo García.

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