En los setenta Tomás Gubitsch había deslumbrado como guitarrista de Mederos y luego de Invisible, junto a Luis Alberto Spinetta. Más tarde tocó en el grupo de Piazzolla y acabó radicándose en Francia. Volvió a Buenos Aires, mostró su nueva música, editó aquí un disco extraordinario (Cinco, publicado por Acqua) y, ahora, en un nuevo regreso, actuó en el Festival de Tango y, junto al cuarteto del pianista Jerez Le Cam, del notable ciclo Tango Contempo, que se lleva a cabo los jueves en Café Vinilo (Gorriti 3780). Y hoy estará, a las 20.30, junto al contrabajista Eric Chalan, encarando una aventura inédita en Villa Ocampo. La que fue la casa de la escritora, en Beccar (Elortondo 1837, a la altura de Av. De Libertador 17.400), será el escenario del resultado de una cadena de traducciones (o traiciones) a partir de aquella plegaria desatendida de Claude Debussy a Stéphane Mallarmé, cuando le solicitó permiso para poner música a “Siesta de un fauno”. La respuesta fue otra pregunta: Para qué ponerle música a algo que ya tenía la suya propia. Pero el compositor igual escribió su Preludio a la siesta de un fauno, sobre el que luego Nijinsky realizó una coreografía. Muchos años después, esa obra de danza, reconstruida, realizada por Dominique Brun y filmada por Ivan Chaumeille, es el punto de partida para Medianoche de un fauno. Allí, Gubitsch, que dice que ya entre el primer eslabón (Mallarmé) y el último no hay nada, quita una pieza, la música de Debussy, para cambiarla por otra, la que tocará simultáneamente con la proyección del film. Y para agregar algunas piezas más: los poemas que Jorge Fondebrider escribió a partir de standards de jazz y la voz de Natalia Iñón. El espectáculo cuenta con el apoyo de la Embajada de Francia y las entradas pueden conseguirse en la propia Villa Ocampo, de 14 a 18, o en la librería Boutique del Libro.