Martes, 3 de noviembre de 2009 | Hoy
ENCUENTRO EN EL CENTRO PROVINCIAL DE LAS ARTES DE MAR DEL PLATA
El sábado, el Teatro Auditórium fue escenario de una iniciativa que apunta a la creación de un mercado nacional de artesanías.
Por Facundo Gari
Desde Mar del Plata
La propuesta de una Colección Argentina en el Bicentenario, de indumentarias que combinan el diseño foráneo y la tradición artesanal autóctona (con el énfasis puesto en los pueblos originarios), el glamour de la pasarela y las manos curtidas, evoca un recuerdo cinematográfico: Mugatu presentándole a Derek Zoolander el prototipo El Marginal, que en el film revaloriza en top lo residual de un sistema político, social y económico de exclusión. Aires de ello tuvo el sábado pasado, aunque la finalidad de la puesta haya sido la “inclusión profunda” de las tradiciones vernáculas: más de 400 personas se dieron cita en el Teatro Auditórium del marplatense Centro Provincial de las Artes (Boulevard Marítimo 2280) y contemplaron el desfile de las colecciones de Santa Cruz, Chubut, San Juan, Jujuy, Santiago del Estero, Formosa y La Pampa surgidas en el marco del programa “Identidades productivas” de la Secretaría de Cultura nacional y el Plan de Capacitación en Diseño para la Producción desde Tecnologías, Materiales y Simbologías Locales, dictado por profesionales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMP).
“Y ahora, los celestes del cielo patagónico, su transparencia materializada en redes”: mientras la presentadora exhibía sus dotes a la Roberto Giordano, collares de calabaza y macramé, ponchos a dos agujas teñidos con jugo de remolacha, vestidos cubiertos de ¡espejitos de colores!, remeras estampadas con motivos indígenas y morrales con forma de llama se sucedieron durante alrededor de dos horas de pasada, en la que participaron más de trescientos artesanos y cincuenta modelos de las siete provincias involucradas. “¡La que lleva el vestido de Jujuy es rubia y de ojos verdes!”, observó una mujer desde la popular, atendiendo a lo que la remolacha no alcanzó a teñir. Pero más allá de algún resoplido, lo que primó fue el entusiasmo por la iniciativa: el público aplaudió, fotografió y celebró cada uno de los diseños –un poco por solidaridad con los artesanos presentes, bastante más por la excelencia de las prendas confeccionadas a mano–, divididos en tres ejes conceptuales: la memoria, el territorio y la celebración.
La cita en Mar del Plata sirvió de doble antesala. Primero, como preludio de lo que será la colección definitiva del Bicentenario y, luego, como lanzamiento del programa nacional en las provincias de Buenos Aires, Chaco, Río Negro, Catamarca y Mendoza. Presente en el desfile, el director nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi, celebró la iniciativa: “Lo que vimos es una prueba de la identidad, que quiere decir espacio, territorio y tradición, pero también innovación. Algunos papanatas quieren imponernos otra cultura y disfrazarnos no sé de qué. Nosotros elegimos lo nuestro, lo tradicional”. Y fue una decisión tomada en 2005, con el lanzamiento del programa que apunta a la profesionalización y la formación de colectivos dedicados al diseño de objetos e indumentarias artesanales. “Es un entrecruzamiento entre lo que tradicionalmente produce un artesano y otras alternativas. De todas formas, la piedra filosofal es que no se imponga el diseño por sobre la artesanía”, sostuvo el funcionario en diálogo con Página/12.
En rigor, el proyecto se desarrolló en dos fases: la capacitación de artesanos, diseñadores, docentes de arte, artistas y pequeños productores que devino en la creación de las colecciones provinciales, y el conjunto de acciones abocadas a vincular la práctica a nivel nacional, cuyos corolarios serán, el próximo año, la presentación de la Colección Argentina en el Bicentenario y –según anunció Hamawi– la creación de un mercado nacional de artesanías. “El año que viene habrá doscientas casas del Bicentenario”, contó el director. “En cada una de cincuenta de ellas pondremos cinco artesanías por provincia. Es decir, 120 artesanías y sus copias por casa: en total, van a circular 30 mil artesanías por el país. Esa es la forma de armar un mercado en que cada provincia tenga la posibilidad de vender y comprar”, explicó. Como microensayo de ese mercado, un circuito de venta montado en la plaza Güemes ofreció los objetos y ropas mostrados durante el desfile. Allí, santacruceños, jujeños, sanjuaninos, santiagueños, chubutenses, pampeanos y formoseños dispusieron tres hileras de mesas, expusieron su trabajo, convidaron mate contra el frío, vendieron ponchos y piedras pulidas y charlaron con los turistas. ¿Crisol de razas? “Prefiero la idea de la gota de agua, que es única pero cuando le da el sol refleja cantidades de colores y matices”, sobrepuso Hamawi. “Hay una identidad, pero a su vez hay un montón de particularidades distintivas, y eso es lo que la artesanía quiere rescatar.”
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