Martes, 3 de noviembre de 2009 | Hoy
MUSICA › NOTABLES SHOWS DE FAITH NO MORE Y DIE TOTEN HOSEN EN EL PEPSI MUSIC
Los alemanes entregaron un momento inolvidable cuando subieron a un fan a cantar, mientras que los norteamericanos dejaron bien clara la validez artística de su reunión. No llovió durante los conciertos, pero parte del piso era un lodazal.
Por Luis Paz
Basta con mirar alrededor: entre el barro y el cielo plomizo, desde la carpa vip hasta los stands de comida –a propósito, ¿es necesario que hasta un kiosco tenga neón en la modernidad?–, de uno a otro vallado, prácticamente nadie esquiva lo que ocurre sobre el escenario: un pibe de Olivos se anima frente a la invitación de Campino a cantar “Paradies”. “¿Te sabés el primer verso de la segunda vuelta, no?”, le pregunta el líder de Die Toten Hosen. “Pfff”, responde él y varios desconfían, sobre y debajo del escenario. Pero el joven se mueve de lado a lado del tablado y agita sin fallar una sola palabra, cantando en alemán por fonética dos estrofas enteras. Ante el asombro y las sonrisas, se abraza a Campino y ¡al agua, punkies! El pibe se pierde en el mosh y el alemán que lidera la banda que cerró la fecha del domingo del Pepsi Music 09 es devuelto del cariño popular y depositado directamente al inicio de la pasarela. Es un momento mágico, otro de esos que un festival facilita para los públicos y las bandas.
La jornada había comenzado complicada. Cerca de las 19, cuando el trío Carajo invitaba a todos a sacarse “la mierda” en el escenario principal, más de un resbalón ocurría por la alfombra embarrada que cubría el campo del Club Ciudad de Buenos Aires. El barro era el saldo de la tormenta que obligó a suspender el día 2, programado para el sábado y pospuesto hasta el próximo viernes; y, a la vez, el felpudo de bienvenida a la que probablemente vaya a ser una de las fechas más concurridas de esta edición del festival gaseoso. La situación era peor en la isla (Escenario 3), que parecía un territorio de chocolate propio de las fábulas donde los jovencitos Infierno 18 jugaban a disfrutar las golosinas de los grandes públicos. Cadena Perpetua daba, rato después, un show sin sobresaltos que ayudaba a llevar con diversión, pogo y crítica social una tarde en la que los relámpagos fueron constantes.
Eso, hasta que las descargas se mezclaron con los flashes de las cámaras que apuntaron al tablado principal cuando Faith No More salió a escena, poco después de las 20. La presentación del grupo liderado por Mike Patton fue simplemente impecable, en lo musical y en la performance. Entre 14 y 18 años habían esperado el reencuentro quienes vieron a la banda en dos momentos claves de su historia (1991 y 1995), pero el concepto del regreso de un grupo fundamental, con los temas de siempre (y nada nuevo porque no lo hubo aún), cargó de emotividad esta noche de 2009. En ese sentido, los versos del cover de “Reunited” (de Peaches & Herb, cantado a dúo por Patton y el teclista Roddy Bottum) fueron algo así como las frases que adornan las invitaciones a los cumpleaños de 15: “Ambos estamos entusiasmados, sí, porque nos estamos reuniendo”. De allí, directo a “From Out of Nowhere”, “Land of Sunshine”, “Caffeine” y una versión de “Evidence” que siguió demostrando la voluntad de comunicar en español de Patton, el vocalista que, bastón, bigote y elegancia de narco colombiano mediante, agradeció una y otra vez a Buenos Aires e invitó a saltar “a las mamis” y a que canten con ellos “todos ahí”.
Patton fue un comodín vocal: rugidos de león, cantos de sirena en “Last Cup of Sorrow”, scratches de garganta en “Epic” y el porte de un crooner desangelado en “Easy”, que filmó con un (¿su?) celular. La banda sonó de un modo impactante en esa reversión de The Commodores y siguió con altura en la senda del homenaje con “I Started a Joke” (Bee Gees), con la contundente “Midlife Crisis” entre medio. En excelente estado, anticiparon un magnánimo final con “The Gentle Art of Making Enemies”, la épica “King For a Day”, “A Small Victory” y “We Care a Lot” y luego cruzaron “Scarface” (de la banda Fantomas, de Patton) con “Collision”. Y para el cierre, dejaron en “Ashes to Ashes” la rimbombancia del estallido.
Una porción amplia del público se apuró a salir antes de la llegada de Die Toten Hosen, que muchos otros se perdieron por estar coreando “Blitzkrieg Bop” sin mirar al escenario. Pero los Hosen se metieron de lleno al show en la segunda vuelta del tema de Ramones, haciendo playback del punk que también representan, y fue un derroche de energía lo que se de-sató allá arriba y aquí debajo.
“Hace poco de la última vez que vinimos, así que queríamos hacer algo nuevo. Se van a enterar entrando a nuestro sitio oficial en Argentina: http://www.dth.com.ar”, anticipó en un momento el guitarrista Breiti, en español fluido, acerca de un show “secreto”. Campino, en cambio, debió hacer esfuerzos inhumanos para improvisar un castellano menos castrense que el que le sale naturalmente. Como fuera, la banda alemana de punk ramonero ofreció un set políglota, de “Weil Du Nur Einmal Lebst” a “Call of the Wild” y “Uno, dos, ultraviolento”, en compañía de todos Los Violadores actuales. También estrenaron “Vida desesperada”, recordaron a “Bonnie & Clyde” y dedicaron “Auswärtsspiel” a Lothar Matthäus, el ex futbolista germano que le dijo no a la dirección técnica de Racing por mensaje de texto: “Deberían estar contentos de que no vino, porque es un pelotudo”.
No fue un momento iluminado cuando Campino decidió evocar falsetes desprolijos propios de Johnny Rotten luego del enorme despliegue vocal de Patton, pero quejarse sería no comprender el concepto del punk. De modo que lo más destacable de su presentación fue lo de siempre: la entrega, la actitud, el combate, la fraternidad con los argentinos y la musicalidad de esa no tan compleja combinación de sonidos que es Die Toten Hosen, a los que nadie les pediría que suenen a siglo XXI sabiendo que lo suyo, a esta altura, ya es una tradición pampeana más que descalabra desde las bases aquello de que el punk está muerto.
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