OPINION
Una farsa que no tiene fin
Por tomas abraham *
Vi debutar a Maradona en 1976 en el partido Argentinos Juniors-Talleres. Entró en el segundo tiempo y me sorprendió la fortaleza y la potencia de sus quince años. Disfruté de su fútbol hasta que se acabó su genio en el Mundial del ’90. Fue hace quince años. Vi hasta el hartazgo cómo el negocio Maradona se desarrolló hasta ahora mientras la cocaína lo destruía. Hoy lo veo en vías de curación en medio de una farsa que no tiene fin. No sé si es la necesidad de idolatría o la falta de temas estimulantes, pero seguir con el lagrimeo por el qué bien se lo ve, montar producciones ruidosas con papelitos y carnaval por el regreso de quien nunca pudo irse de la jaula de mierda de la fama, hablar del programa del otro día con la seriedad de curadores de museo, felicitarnos los argentinos por este gol a la vida, y que siga el baile.
A los grandes les cuesta aterrizar, más aún cuando son una marca. Y consumidores sobran. Los que aterrizan se ponen a trabajar con la humildad que exigen los nuevos oficios. Como lo hicieron Fangio, Di Stéfano o cualesquiera de las estrellas rutilantes que brillan con la fugacidad de la gloria. Vuelven y recomienzan. Perfumo hace periodismo, dirección técnica de fútbol, pelea en la FIFA por sus colegas; Passarella pasea por el mundo su nuevo oficio; Vilas juega torneos de veteranos; Alí sobrelleva su enfermedad, y otros caen de punta. La vida sigue, los grandes acompañan, ahora son los tiempos de los Messi, los Ronaldinho. El gol a los ingleses, la verdad es que hace rato lo atajaron. Ya le contaremos a los nietos: “Yo lo vi a Maradona”, seremos los nuevos nonos como aquellos que lo conocieron a Gardel. Formaremos parte de las nuevas legiones de mitómanos. Después de todo ¿quién va a creerme que lo vi debutar a Maradona si fui solo a la cancha? Pero se los juro por mis hijas. Ser dirigente de fútbol es una tarea por lo general insalubre, a veces para el que lo sobrelleva, otras para los socios. Ser conductor de televisión es más que complicado, lo mismo que entrevistar, por lo general las entrevistas son frívolas y tontas. Todo eso Maradona puede hacerlo si lo intenta de a poco y aprendiendo de abajo. Pero no hay abajo para el Diego, el circo no se lo permite, el aburrimiento es letal, los adictos somos muchos, lo necesitamos tanto como él a la droga. El parece que se está curando, nosotros no.
* Filósofo.