La asociación cultural La Mujer y el Cine está festejando desde ayer sus veintitrés años de existencia, a través del Concurso Iberoamericano de Cine Hecho por Mujeres. Por primera vez, este certamen trasciende la geografía del país e involucra trabajos audiovisuales de todo el continente, sumando España y Portugal. También por primera vez la temática de la convocatoria no era libre, sino que las organizadoras pensaron dos tópicos sobre los cuales debían girar los cortos: Violencia y Pueblos Originarios. Se presentaron 110 propuestas y se seleccionaron 50, que pueden verse hasta el domingo inclusive en dos funciones diarias, a las 18 y a las 20, en el Malba (Figueroa Alcorta 3415).

La directora del certamen, Annamaría Muchnik, explica los motivos en cuanto a la elección temática y al alcance de la convocatoria: “La idea es tener mayor amplitud de miradas sobre estos dos temas que son de muy acuciante actualidad y que socialmente son muy vigentes”, explica en diálogo con Página/12. En relación con los criterios de preselección, Muchnik comenta que en esta edición se puso el acento en que respondieran a alguna de las dos temáticas. Pero, al mismo tiempo, la idea no era que solamente hubiera una mirada de género, sino que cinematográficamente “pudiera observarse un buen montaje, un buen guión; que las ficciones estuvieran bien actuadas”, subraya Muchnik. Y completa el argumento esgrimiendo otros aspectos: “Queríamos que las temáticas pedidas fueran desarrolladas con originalidad, altura y profundidad”.

La directora del concurso destaca también que se cumplió el objetivo. “Realmente hay muy buenos cortos, estamos muy conformes con la calidad que nos ha llegado”, dice. Y los mejores serán galardonados el domingo a las 20 en el Malba. Habrá un premio de 10 mil pesos para el mejor corto temático sobre Violencia y otro de igual suma de dinero para el que más sobresalga en el tema Pueblos Originarios. El Premio La Mujer y el Cine, dotado también de 10 mil pesos, estará destinado al mejor corto por su calidad cinematográfica. En tanto, la ganadora del Premio María Luisa Bemberg-Una Nueva Mirada recibirá 20 mil pesos.

Respecto de si nota diferencias en el enfoque de las temáticas entre cortos nacionales y extranjeros, Muchnik lo analiza de la siguiente manera: “Tal vez el tema ‘violencia’ se unifica más, pero en el de ‘pueblos originarios’ hay diferentes visiones. Una cosa es filmar desde un pueblo muy pobre de cierto país y otra es hacerlo desde afuera. Es decir: una cosa es hacerlo desde las entrañas mismas y otra es como investigadora o como directora/productora de un corto sobre la temática”, comenta Muchnik. Entre los trabajos que pueden verse en el Malba figura Etéreo, procedente de República Dominicana. Las directoras Jenny Gamundi y Dulce García utilizaron la técnica de animación stop motion para construir un relato con las diferentes etapas que atraviesa una mujer que es víctima de la violencia. Uno de los trabajos que representa a la Argentina es Silencios originarios, de Mónica Luna Bramucci. Sin utilizar voz en off, entrevistas ni otro recurso periodístico, este corto propone un viaje sensorial a través de los ojos de miembros de comunidades originarias. Desde Ecuador llegó el corto de ficción En espera, donde la directora Gabriela Calvache establece las sutiles formas de esclavitud entre la ciudad y el campo.

A la hora de señalar cuál fue el aporte de la asociación La Mujer y el Cine, Muchnik reconoce que “un granito de arena pusimos... Hay que pensar que todas las ganadoras de estos últimos años hoy son cineastas: Lucrecia Martel, Julia Solomonoff y Paula Hernández, entre otras”.