La vuelta al mundo en un violín. Domingos a las 11.30. Teatro La Comedia, Rodríguez Peña 1062. Entradas $ 80.

”Música clásica para niños”, es la invitación de La vuelta al mundo en un violín, el concierto de características especialísimas que todos los domingos a la mañana (casi al mediodía) convoca a una pequeña multitud en el Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062). Otra pequeña multitud es la que se ve y se escucha reunida sobre el escenario, una camerata de cuerdas bajo la batuta maestra de Sergio Feferovich, en un concierto que involucra la actuación de los músicos y que puede entenderse como didáctico, pero sobre todo es muy divertido.

Aquí los chicos y los grandes conocen a una familia de cuerdas donde hay bebés (los violines), hermanas mayores (las violas), y una parentela que se completa con violoncellos y contrabajo, además de percusión. Aparecen explicadas las diversas formas de composición para orquesta de cuerdas, y así van sonando, por ejemplo, los primeros movimientos de Pequeña serenata nocturna, de Mozart, o el Concierto en mi mayor para violín y orquesta “La Primavera”, de Vivaldi. El gran acierto de estos desarrollos, y de todo el concierto, es el de lograrlo provocando en muchos momentos la carcajada –inclusive con guiños internos del género, como cuando aparece la soprano–, entre bromas y gags donde chicos y grandes terminan enganchados.

Comienza un viaje por el mundo a través de la música, y antes de partir, la nostalgia llega de la mano de Piazzolla. Enseguida aparece la realeza de Inglaterra con Pompa y circunstancia, y el viaje sigue por Francia, con una pequeña pieza del repertorio operístico (“Meditación”, de Thaïs, de Jules Massenet) y por Austria con los Cuentos en los Bosques de Viena, y llega hasta la lejana China, con una danza popular. Para ir pegando la vuelta con el jazz de Estados Unidos, luego Jobim al pasar por Brasil, y para terminar con todo el teatro entonando “Sur”, ya en suelo porteño.

Con la participación de los músicos también en pequeñas intervenciones teatrales (sobre todo las de un concertino de lo más histriónico), y también de algunos chicos del público, La vuelta al mundo en un violín resulta un espectáculo integral, que ya ha cosechado varios premios en la Argentina y en el exterior. Y aunque se percibe un sólido asesoramiento pedagógico (de Gabriela Miasnik) en su estructura, y la explícita intención de abrir el mundo de la música catalogada como “culta” a nuevos públicos, resulta, sobre todo, un bello espectáculo para ser compartido sin que medien fronteras de edad.