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Miércoles, 25 de julio de 2012

OPINIóN

Trabajo literario y jubilación

 Por Juano Villafañe *

El escritor mexicano Carlos Fuentes consideraba que la literatura había dado a la historia latinoamericana mucho más de lo que a veces nos había ofrecido la historia como disciplina. Esta condición multiplicadora está asociada, como valor, al trabajo intelectual de los escritores que hemos permitido que la narrativa y la poesía se vinculen siempre con los grandes acontecimientos de la política y la cultura. Muchas veces la literatura se adelanta a definir ciclos y confrontaciones que vive una sociedad, de tal forma que la ficción puede ser real, y la propia realidad, una aventura novelística.

Recuerda Ricardo Piglia (foto) en La Argentina en pedazos que la historia fundacional de la narrativa argentina comienza dos veces: en El Matadero de Echeverría y en la primera página de Facundo de Sarmiento. Los dos libros, de alguna forma, narran lo mismo por distintos caminos: el sentido de la violencia y la lucha entre la civilización y la barbarie. Pero además, en lo fundante de nuestra literatura, Piglia reconoce que esta narrativa discute consigo misma el uso simbólico del lenguaje, el lugar que ocupaba la descripción de lo real, el valor de la autobiografía como género de época y “las mentiras de la imaginación” con que Sarmiento intentaba descalificar la ficción. Pero siempre, detrás de los debates históricos por el sentido, lo simbólico se va decantando sobre la historia y va construyendo el sedimento mítico nacional donde también está representado el trabajo literario de los escritores.

Es indudable, entonces, todo lo que puede ofrecer la literatura y el abordaje que se puede hacer desde sus potencias y valores de uso en relación a las lecturas, reinterpretaciones y multiplicaciones culturales. Pero se me ocurre que nunca como antes, los valores de cambio de la literatura han alcanzado, por las condiciones que ofrecen las tecnologías, nuevas condiciones económicas. Es indudable que estamos frente a un cambio de época en relación al mundo de lo simbólico. Hoy, uno de los grandes negocios que se ofrece por Internet es la venta de palabras y nosotros, al utilizar los motores de búsqueda, nos transformamos en operadores de una gran bolsa de valores de palabras a nivel internacional. Las imágenes, las metáforas, las palabras, están generando riqueza en el medio virtual, en los medios de comunicación, en las industrias culturales. La cultura aporta en nuestro país el 3,7 por ciento del PBI, un porcentaje mayor que el que ofrece la minería o la pesca.

Debemos reconocer entonces que el oficio del escritor es un trabajo que genera tanto valores intangibles como tangibles, que el novelista, el poeta o el ensayista es un trabajador de la cultura y que en una determinada época de la vida está en condiciones de jubilarse como cualquier ciudadano. Por eso es tan importante reparar esa injusticia histórica con los escritores argentinos. Existen antecedentes como la ley 3014, que beneficia a los escritores de la ciudad de Buenos Aires, y otras conquistas en algunas provincias que son referencias importantes para el proyecto de ley Asignación Unica por Trabajos y Obras en Reconocimiento a Escritores (Autores), también denominada “Ley Junio” (esta ley es impulsada en el Parlamento por el diputado Juan Carlos Junio). El proyecto Autores permitirá que los escritores nos jubilemos a los 65 años y percibamos en las condiciones actuales unos 4800 pesos por mes.

El proyecto considera al escritor como un profesional que trabaja con la palabra escrita dentro de los distintos géneros literarios reconocidos, como la poesía, la narrativa, el ensayo o la dramaturgia. La “Ley Junio”, si llega a ser aprobada en el Parlamento, cambiará el sentido de la historia de la literatura nacional y se transformará en una ley de reparación para todos los trabajadores de la palabra. La jubilación la podrán cobrar todos los escritores independientemente de su situación económica o social. Si conquistamos esta ley, como describió Ricardo Piglia en el ensayo mencionado, la literatura seguirá expandiendo su marca utópica y cifrando el porvenir, seguirá actualizando los puntos claves de la cultura argentina, sin desconocer ahora los derechos del escritor. Hoy, en nuestro país, las nuevas condiciones políticas que vivimos nos ofrecen grandes expectativas para hacer posible esta nueva conquista.

* Director artístico del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

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Imagen: Pablo Piovano
 
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