Lunes, 15 de abril de 2013 | Hoy
EXIT ELENA, METAMORPHOSEN Y ACá ADENTRO FORMAN PARTE DE LA COMPETENCIA INTERNACIONAL
El film del estadounidense Nathan Silver está lejísimo de Hollywood, con una gran utilización de los recursos del naturalismo cinematográfico. El documental alemán termina cayendo en el formalismo y el debut del argentino Mateo Bendesky sufre la falta de impulso vital.
Por Diego Brodersen
En otra intensa jornada festivalera de fin de semana, con amplia circulación de acreditados, invitados y público, fueron presentados tres nuevos largometrajes en la sección competitiva internacional del Buenos Aires Festival Internacional de Cine de Buenos Aires, entre ellos, el primero de origen local. Los otros dos, una ficción y un documental, llegan desde los Estados Unidos y Alemania. Del país de América del Norte –aunque espiritualmente muy, muy lejos de Hollywood–, Exit Elena es una de esas producciones hiperindependientes y de bajo costo, pero con alma y talento, que difícilmente logren distribución comercial aquí (o en cualquier otro país). El segundo largo de Nathan Silver, quien también escribió el guión y se reservó un papel sustancial como actor, narra la historia de la Elena del título, una joven recién recibida de enfermera auxiliar que, en su primer trabajo, va a parar a la casa de los locos Adams... perdón, los locos Akerman. Bueno, tan locos no están, aunque sí hay una buena dosis de neurosis varias.
La abuela Akerman necesita de cuidados y allí está Elena (la debutante Kia Davis) para atenderla, aunque esa relación en principio estrictamente profesional deriva rápidamente en otra cosa: el hijo de la paciente y, particularmente, su esposa (interpretada por la madre del realizador) adoptan a Elena como otro miembro más del clan, tal vez con alguna secreta intención. Solitaria y algo tímida, la chica también termina aceptando a esa familia putativa (y bastante disfuncional), hasta que una serie de eventos alteran el preciado y provisorio equilibrio. Silver logra en Exit Elena una notable utilización de los recursos del naturalismo cinematográfico, y su resultado más evidente es la empatía del espectador con todos y cada uno de los personajes, a pesar de sus particularísimas idiosincrasias. No se trata de una comedia, pero el realizador evita posibles solemnidades y condimenta el drama con un sentido del humor algo absurdo que tiene su origen en los actos más triviales y cotidianos. El de Nathan Silver –de quien puede verse su tercer opus, Soft in the Head, en la sección Panorama– es un film que parece hecho a medida para el Bafici.
El humor, en cambio, escasea en Metamorphosen, ópera prima del alemán Sebastian Mez. Y no es para menos, ya que su objeto de estudio son las consecuencias de una explosión en una planta nuclear al pie de los Montes Urales, una de las zonas con mayor radiactividad del planeta, comparable a los niveles tóxicos de Chernobyl y Fukushima. Si el hecho ocurrió en 1957, sólo se supo algo de éste luego de la caída del régimen comunista, el fin de un manto de silencio que reveló la envergadura del desastre ambiental y las secuelas en animales y seres humanos que continúan hasta el día de hoy. Mez viajó hacia esa zona y entrevistó a un puñado de habitantes, algunos de ellos testigos directos de la nube de color negro que cambió para siempre la vida en el lugar. Son sus relatos personales los que marcan el ritmo de la narración, en un documental que, sin dudas, nace de un genuino interés por denunciar la situación y registrar las historias de vida de esos hombres y mujeres afectados por toda clase de dolencias y trastornos.
Pero si los sonidos de una tenue furia son, fundamentalmente, esas voces algo resignadas, lo que inmediatamente llama la atención en Metamorphosen son las imágenes. Rostros y paisajes son presentados por Mez con un cuidado preciosista en la fotografía –en contrastado blanco y negro– y el encuadre, preciosismo que no tarda en transformarse en liso y llano formalismo. De esa forma el realizador, paradójicamente, termina alejándose de sus sujetos, tornándose algo frío y distante, demasiado concentrado en la perfección formal de sus estampas. De todas formas, hay varios momentos potentes, de esos que sólo el cine documental, con la realidad como material de base, parece capaz de lograr. Particularmente un largo plano que, sin comentarios ni aclaraciones, muestra el display electrónico de un medidor de radiactividad, disparando sus dígitos enloquecidamente a medida que el aparato se acerca al suelo. Una escena tan sencilla como perturbadora.
Ultimo de los largometrajes en concurso en el tercer día de exhibiciones, Acá adentro es el debut del jovencísimo (23 años) Mateo Bendesky, egresado de la Universidad del Cine-FUC, que este año ha copado nuevamente las pantallas del Bafici. Como una especie de Woody Allen archi–recontra–recargado, el protagonista veinteañero del film es un manojo de fobias y neurosis que, en un caso de notoria autorreferencialidad, es revelado como un realizador de cine, dando sus aparentes primeros pasos. O algo así, porque más que escribir las líneas de ese guión que parece escurrirse de sus manos, el muchacho se pasa el día entero reflexionando sobre sus miedos y frustraciones, las razones y consecuencias de la ruptura sentimental con su novia, el precio del pan de pancho o la manera en la cual toma su ducha cotidiana.
Acá adentro es una película cerebral en el sentido más literal posible: transcurre por completo dentro de la cabeza del joven. El resultado de esa decisión –o bien su causa directa– es la utilización de una voz en off que prácticamente no desaparece en los 68 minutos de proyección, dejando que las imágenes sean en muchas ocasiones simples ilustraciones del texto. O en todo caso comentarios visuales nunca del todo irónicos. Monólogo intenso, suerte de comedia stand up sin escenario, el texto es gracioso sólo en algunos pasajes, aunque no es difícil imaginar un posible buen cortometraje con esa misma idea. Con su metraje de largo aliento, Bendesky no logra que el film termine de arrancar y acaba acaso sufriendo el mismo mal que su protagonista, atascado en un mismo lugar, sin posibilidad de darse a sí mismo algo de impulso vital.
* Exit Elena se exhibe mañana a las 12.40 en Village Recoleta 4.
* Metamorphosen se exhibe hoy a las 13 en Village Caballito 7 y el viernes 19 a las 20.20 en Artemultiplex 1.
* Acá adentro se exhibe hoy a las 20.35 en Village Caballito 7 y el viernes 19 a las 15.45 y el sábado 20 a las 17.50 en Artemultiplex 3.
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