Me gusta verlas cambiando el mundo, empezando por ellas como quien recoge aromas y vuelos para sembrarlos en el corazón de la gente. Construyen sus canciones y su arte con vida y alma. Tienen un compromiso con la belleza del canto que me conmueve siempre. Laura confía en la grandeza del hombre y la defiende a parir. No puede oír hablar mal de nadie. Cuando alguno de nosotros lo hace, calla y se “atufa”. Cuando canta embruja, decimos con Irupe. Irupé es muy severa a la hora de prepararse, construirse. Cuando compone acierta y me mata... a veces pareciera de un mundo más poético y mágico que éste en el que vivimos dolorosamente. Puede conversar con las musas, las hadas a diario. Tiene su fortaleza en lo que para los demás pareciera intangible, remoto: “Vive en un jazmín”. Cuando las escucho más que caérseme las babas me nacen alas. Son como mis mejores canciones, las más puras.