El argumento es sencillo. Un dictador de pacotilla declara la guerra total y cuenta con que la muerte, su vieja aliada, responderá gustosamente al convite. Pero, en este caso, La Muerte, el único personaje digno, se negará a hacer su parte y no matará a nadie hasta que el propio emperador acepte ser su víctima. El texto es de Peter Kien, la música de Viktor Ullmann y la ópera fue compuesta en 1943 en un campo de concentración, Theresienstadt, que los nazis intentaban hacer pasar como un ghetto modelo destinado a artistas e intelectuales. El 23 de junio de 1944 permitieron una visita de la Cruz Roja, para que comprobara las bondades del campo. Y unos pocos meses después, el 16 de octubre, trasladaron a la mayoría de los prisioneros, entre ellos a Ullmann, para su asesinato en Auschwitz. Podría pensarse que la obra, con una escena final en la que la muerte es llamada como salvadora, es un comentario descarnado sobre el propio campo de concentración. Y así lo entendió el régisseur Marcelo Lombardero, que utiliza como escenografía la proyección de films documentales sobre el exterminio llevado a cabo por el nazismo. Esta ópera, obviamente prohibida por el nazismo, fue exhumada recientemente en Europa y estrenada en Buenos Aires, por la Opera de Cámara del Teatro Colón, hace tres años. Después de haber sido presentada en la Opéra Comique de París y en San Pablo, además de en varias ciudades argentinas, Der Kaiser von Atlants se repone hoy, a las 20.30. Con funciones también mañana, en el mismo horario, y el domingo 6 a las 17, la obra se presenta, como en su estreno, con dirección musical de Guillermo Brizzio, puesta en escena de Marcelo Lombardero y escenografía y vestuario de Gastón Joubert. El reparto estará integrado por Luciano Garay, Hernán Iturralde, Gui Gallardo, Enrique Folger, Laura Rizzo, Alejandra Malvino y Gabriel Renaud.