Lunes, 14 de septiembre de 2015 | Hoy
MARIANO DOSSENA DIRIGE LA QUE BESó Y LA QUE NO BESó, DE M. BUSTAMANTE
“Me interesó ver cómo influye en las personas mayores aquello que les sucedió en la juventud y que no pudieron resolver”, señala el director, cuya puesta se puede ver los viernes, a las 20, en el Centro Cultural de la Cooperación.
Por Paula Sabatés
Amante de los clásicos y acostumbrado a montar textos de autores emblemáticos –internacionales y también argentinos–, Mariano Dossena sorprendió al público y puso en cartel una obra de una dramaturga joven con una impronta muy especial: Maruja Bustamante. “Había visto mucha cosas de ella y me parecía que su escritura era muy potente, y que para ser tan joven escribía con una estructura interesante y con algo ligado a la tragedia”, cuenta a Página/12 el director, que confiesa que “quería trabajar con una obra de alguien de mi generación o parecida”. De la vasta producción de la dramaturga, Dossena eligió su primer trabajo, La que besó y la que no besó, al que define como “una pieza que recorre temáticas fundamentales a la condición humana, tales como el deseo y las relaciones primitivas”. Con Ana María Casó y Roxana Randón como protagonistas, la obra que indaga en el universo de la tercera edad se ve los viernes a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543.
La pieza –de puesta simple y concreta– se centra en el día a día de dos hermanas ya grandes que conviven en una pieza en Buenos Aires, mientras que toda su familia se quedó en el interior. Uno de sus hermanos, encarnado por Eduardo Lamoglia, también aparece en escena pero en otro plano, como si fuera en su pueblo natal (aunque en el mismo espacio escénico) relatando algunos episodios de la infancia de todos ellos. Quienes sí dialogan directamente con el universo de las hermanas son un médico veterinario, del que están platónicamente enamoradas, y su joven novia –Lucas Merayo y Jimena La Torre–, que con su frescura revolucionarán el mundo de las protagonistas.
Pero la de Bustamante no es la única obra que Dossena tiene en cartel, y tampoco la única en la que investiga sobre la vejez. Sin ser completamente consciente de eso, el director también montó los sábados en la trasnoche de El Picadero Las 3 viejas, de Alejandro Jodorowsky, en la que Moria Casán, Alejandro Paker y Marko Vega interpretan a tres hermanas de entre 88 y cien años. “Ahora que lo pienso las cosas no son casuales. Las dos obras tienen que ver, casi que son una misma obra, una conversación. Evidentemente estoy en un momento en el que tenía que hablar de esto”, reflexiona quien el año pasado se lució en la dirección de Sacco y Vanzetti, de Mauricio Kartun.
–¿Qué le interesó de encarar el tema de la tercera edad, particularmente en La que besó..., en la que las actrices son grandes como sus personajes?
–Me interesó ver qué sucede ante la vejez, ante la decadencia. Particularmente de esta obra me interesó ver cómo influye en las personas mayores aquello que les sucedió en la juventud y que no pudieron resolver. No es una tercera edad feliz la de estas señoras, es una vejez muy negativa, y me pareció interesante que el teatro absorba ese tema. Y Las 3 viejas igual, es en otro tiempo y en otro lenguaje, con una historia bastante más oscura, pero va en la misma dirección.
–¿Cambia el trabajo de dirección cuando enfrente se tiene a actores o actrices de mucha experiencia, más incluso que la suya?
–Obviamente la persona con experiencia devuelve, tiene opinión, reformula lo que uno le plantea. Pero hay algo muy lindo del teatro y es que en cada nuevo proyecto es la primera vez para todos. Por más que todos tengamos oficio hay algo del volver a empezar que te hace tener la hoja en blanco y arrancar de cero, aventurarse juntos. Por suerte en este caso Roxana y Ana María armonizaron muy bien con el resto del equipo, lo que permitió que rápidamente todos tengamos una mirada del material y los personajes.
–La puesta de La que besó... es bastante despojada y simple, con los elementos necesarios y nada más. ¿Le pareció raro encarar un trabajo así, siendo que el año pasado montó una gran estructura en el Teatro Nacional Cervantes, con Sacco y Vanzetti, y que ahora está con otro espectáculo en un teatro semicomercial como es El Picadero?
–No, porque llegué a la conclusión de que en mi trabajo propiamente dicho no hay diferencia. Cambia el formato pero la idea y la forma de encarar un proyecto es la misma. Claro que las posibilidades de producción posibilitan magnitudes mayores o menores, pero el tema es cómo quiere trabajar uno. Si tuviera que hacer esta obra en la sala María Guerrero del Cervantes la haría igual que como está ahora, sin importar que ahí se puedan meter mil personas. Y con Sacco y Vanzetti igual, no la hubiera podido hacer en una sala chica porque lo que quería mostrar requería ese formato. El tema está en el deseo y en cómo uno quiere contar las historias.
–¿Qué puede decir de la obra de Jodorowsky que tiene en cartel?
–Es un texto inédito de Alejandro en la Argentina. En general él o su hijo dirigen sus obras, por eso es una novedad que la podamos montar acá con actores argentinos. Trata sobre tres viejas que viven en un castillo bastante decadente. Son hermanas, pero la mayor, la de cien años, es la sirvienta de las otras, que tienen 88. Como en La que besó y la que no besó, se habla de la vejez, el resentimiento y la decadencia, sobre aquello que ya fue y que no se puede decir. Es una historia más densa, de abuso, de cuestiones oscuras de una familia. Pero tiene mucha poesía, es muy ibseniana. Tiene algo muy clásico en su puesta en escena pero a la vez algo de mucho ensueño, una cuestión bastante onírica.
–Quien sigue su obra puede notar que cada vez arriesga más en la elección de los textos. ¿Usted lo siente así?
–Lo que siento que es me estoy dando todos los gustos que quiero. Se van cumpliendo sueños, tales como dirigir en el Centro Cultural de la Cooperación, un espacio que me parece maravilloso para trabajar y donde ya monté casi diez trabajos, o en el Cervantes, que es como el sueño del pibe. También trabajo con gente que quiero y a la que admiro, como Moria (Casán), que ha sido una referente del espectáculo toda mi vida. Es un lindo momento, de muchas cosas lindas, estoy haciendo obras que siempre quise. Y ni hablar de que trabajo y vivo de lo que me gusta, que es siempre una bendición.
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