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Sábado, 28 de noviembre de 2015

EL TRíO FOLKLóRICO LA MADEROSA Y LAS CANCIONES DE GRILLERíO

Lo viejo, lo nuevo y lo nuestro en clave acústica

 Por Cristian Vitale

Es un trío de folklore al estilo de hoy. Se llama La Maderosa; lo conforman Bruno Moguilevsky en piano, Emilia Siede en voz y Alejandro Starosielski en guitarra, y el solo hecho de haber registrado en Grillerío –su disco debut– temas como “Barro tal vez”, de Spinetta; “Toda mi vida entera”, de Fito Páez o “Dulzura distante”, del inclasificable Fernando Cabrera, los ubica inevitablemente en ese lugar. “Pensamos el repertorio en tres partes: lo viejo, lo nuevo y lo nuestro”, introduce Starosielski, sobre el ABC del trabajo que presentarán mañana a las 21 en la sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037). “Y esto implica un ida y vuelta entre temas tradicionales del cancionero popular argentino, con compositores más actuales y temas nuestros, que hacen referencia a una búsqueda compositiva precisa. Es cierto que componer supone un riesgo, porque hay más exposición, pero a la vez la música se vuelve más personal y eso nos gusta”, amplia el guitarrista, sobre la tríada conceptual pensada –y plasmada– para el repertorio inicial del trío.

La Maderosa arrancó en 2010 y fue creciendo desde el pie, al paso de arreglos que subyacen bajo un mismo influjo intimista, austero y acústico. Así lo prueban las diez piezas que pueblan Grillerío, que se reparten entre ajenas y propias; y entre bailecitos, chacareras, zambas, gatos, huaynos, cuecas y milongas, todo bajo la coraza de la canción. “A lo largo de estos años nos pasó algo muy lindo: recibíamos comentarios alentadores tanto de nuestros colegas y maestros como del público en general. Y entendimos que habíamos llegado, sin querer, a un lenguaje con dos capas, música accesible que no suena erudita pero con una búsqueda de profundidad desde los arreglos e interpretación. A la hora de pensar el disco decidimos defender esa sonoridad y que cada oyente pueda elegir o alternar entre estos dos niveles”, desarrolla Starosielski, que también ha compuesto músicas para obras de teatro y documentales, como Detrás del objeto y Estación Buenos Aires.

“Por eso La Maderosa, sí”, engancha Moguilevsky. “Porque es un nombre que representa nuestra música desde distintas ópticas: Para nosotros siempre fue importante tocar con instrumentos `maderosos` y acústicos: piano, guitarra, bombo y hasta incluso la voz. Por otro lado, pensamos que la textura de la madera y su color van de la mano con la música que hacemos. Se podría decir que encontramos en la Maderosa una imagen afín a nuestra sonoridad”, sostiene el joven pianista, que compuso las dos piezas propias del disco: “Respirar el campo” y “El concubino”. “La primera habla de un antiguo amor que se dio a la distancia: ella en el verde del campo y él queriendo encontrarla o tal vez encontrarse con el mundo de ella, que tanto lo conmueve. ‘El concubino’, en cambio, tiene que ver con el compañerismo y la amistad fuerte que tenemos con Ale”, cuenta Moguilevsky. Siede, en tanto, recala en las versiones. De “Chacarera de las piedras” (Yupanqui) dice que se tomaron el atrevimiento de “urbanizarla” con elementos estilísticos provenientes del jazz y del tango. De “Coyita” (huayno del cordobés José Luis Aguirre), rescata su poética y su mensaje soñador. “Un mensaje que el autor promueve desde una realidad social dura e injusta en muchos casos, particularmente hablando de los niños que salen a trabajar”, define la cantora de 25 años.

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Chacareras, zambas y milongas integran parte del repertorio del grupo.
 
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