Domingo, 22 de octubre de 2006 | Hoy
EVANGELINA CARROZZO, LA CHICA QUE PUSO DE MODA A LAS CELEBRIDADES VERDES
La reina del Carnaval de Gualeguaychú debutó con un activismo ecologista a las órdenes de Greenpeace y fue captada por el corazón del show. Ella justifica: “Salir en Bailando por un sueño ayuda a que el tema permanezca caliente”. Y mientras tanto, la lista de figuras famosas dedicadas a la causa verde suma nombres.
Por Julián Gorodischer
En el principio, la diosa comprometida fue una virgencita azteca. Así caracterizada ganó el título de Reina de la Comparsa que dio paso al de Reina Absoluta del Carnaval más convocante de la Argentina: contoneaba la cadera sin haberlo aprendido en academia alguna; anticipaba su actual irrupción como relevo eficaz para el negocio del show. Evangelina Carrozzo llega a la TV de 2006 –post aparición semidesnudista en la Cumbre de Viena– como señuelo para que afloren más y más celebridades verdes, apuntalando cada aparición en el reality dancístico de Marcelo Tinelli Bailando por un sueño con alguna mención a su oposición a las papeleras Botnia y Ence, que se siguen construyendo a la vera del Uruguay, justo a la altura de su ciudad, Gualeguaychú. Ahora le plantaron un soñador uruguayo (Javier Díaz) a favor de las papeleras, y ellos alternan entre mirarse de reojo y abrazarse para el numerito vivo como si no hubiera pasado nada en la previa. Aunque, en privado, la morocha le reprocha: “El gobierno uruguayo no está siendo sincero con tu pueblo. En Pontevedra (España) y en Valdivia (Chile) se demostró que son contaminantes. ¡No es tu pueblo! Es el gobierno el que los está engañando”.
Tinelli, el jurado, los gomazos que sobreviven de la vieja ola, “la enana” Feudale y esa nueva categoría de víctimas del látigo, los coach que permanecen calladitos cuando los retan porque “más que rock eso parece una milonga” (Sofovich dixit), no se enteran de la rencilla. Al momento de bailar hip hop, la morena Evangelina se deja subir en andas y se revolea como si ella no fuera la activista más famosa de la lucha antipapeleras y él su vehemente promotor; y así escuchan los dos el fallo del presidente del jurado, Gerardo Sofovich, con algún reparo que podría deberse al hecho de que al Ruso o El Padrino nunca se le dice que no, y la “vedette verde” se lo dijo ante la propuesta de protagonizar en teatro marplatense.
Pero a Evangelina –asume ante Página 12– le “tira” demasiado el aire a río limpio, a pescado fresco, que se respira en febrero en la ciudad mesopotámica. Se prepara para volver a reinar. “Sofovich lo entendió y no se enoja”, dice con la sonrisa algo mordaz y más cómoda en el perfil de “vedette humanitaria” de su participación en la causa de Javier Díaz, que compite por un hogar de “chicos con capacidades diferentes”. ¿Inaugura una camada de celebridades ecológicas, a veces lavadoras de su imagen con una militancia despojada del deterioro que sufrió la política? Para Carrozzo todo empezó en mayo, cuando se presentó ante el mundo como la activista espontánea de Greenpeace que se filtró en la foto de los presidentes en bikini y con cartel No a las papeleras contaminantes. Su repentino pasaje a chica de tapa de Interviú (con cubrepezones de arcoiris, símbolo de lucha ecologista) se basan en la hipotética consigna: excita más el sex symbol que alude a lo real, que se obliga a referir a una cruzada popular en el preciso límite en el que la causa se cruza con la frivolidad.
–Lo diferente siempre gusta –se autoevalúa Carrozzo–... A mí me pasa. Soy algo que se corre de lo común. Yo posé en Interviú con cubrepezones con el arco iris. Siempre me expresaría por una causa buena. Yo voy a hacer lo que me haga sentir bien, y lo que me convenga económicamente.
–La lista de celebridades verdes es cada vez más larga...
–Hay una lista enorme de gente que se compromete, como Natalia Oreiro, Nancy Duplaá, Pablo Echarri. Y hay una obra de Nito Artaza en la que aparece una chica con un cartel que dice No a las papeleras, bailando. ¡Me encanta! Yo no acepto porque me tomo mis tiempos; hay gente que me dice que no se imagina el Carnaval sin mí.
Obsesionada desde niña con el río, fijada en ese lugar de contemplación al que lleva la playa de Ñandubaizal, desde donde empezó a ver, la temporada pasada, dos chimeneas más amenazantes cada día, alterando la visión y la calma, prometiendo un futuro de olor a podrido. “Hace 25 años que estoy ahí. Cuando el peligro se acerca, más se da cuenta uno de lo que va a perder”. La niña Evangelina festejaba sus cumples con hamburgueseadas en el balneario municipal frente al que se construye Botnia, en esa playa que define como “la más linda, la más grande”, la que imagina “con la papelera funcionando, no con el placer que sentimos de estar en el agua, la arena, el aire”. La angustia toma nombres diversos según el día: hoy es “impotencia”, antes fue “amargura”. Son matices de un estado de ánimo colectivo, esa extraña pero fraternal sensación que convoca a una comunidad, que otorga sentido de pertenencia. Evangelina niña bailó en cinco comparsas, se sacudió despolitizadamente, vivió sin compromiso público aparente más que con el estudio, la típica vida de una chica de provincia, fascinada con desentrañar la esencia de una coreografía.
–Mi vez más querida llevaba un traje que representaba a una reina azteca, una india doncella... una virgen. Había que sacrificarla para sacarle el corazón y así el pueblo iba a salvarse. No es cualquier cosa, está todo muy fundamentado.
–No todas las reinas saltarían con tal facilidad a la militancia ecologista...
–Yo nunca fui militante ecológica, fui activista voluntaria por una vez. Greenpeace consideró que si había que representar a Gualeguaychú, tenía que ser la reina. Y se contactaron con la persona justa. Más allá de la causa y de la idea bien pensada, dieron con una persona que se anima.
Caminó como una reina, lento ondulado de la cola, pechera (no tan grande como ahora, dicen las revistas de farándula) al frente, mirada fija a los presidentes como le enseñaron en la comparsa: sólo calienta esa que hace que cada uno se sienta elegido por la reina, no la seductora voraz hacia la nada. La devoradora sensual cultiva la técnica de la individuación que, si se mira con atención en Bailando..., sigue dedicando a cada miembro del jurado antes del fallo. Ayuda. “Me acuerdo de que cuando pasé y el guardia me sacó, Chávez gritaba que volviera. Me cae bien, es muy inteligente y sabe ironizar, con humor dice cosas importantes.... Estuve poco tiempo pero también me acuerdo de la sonrisa de Tony Blair. Kirchner no sabía nada, no había un apoyo. Es más: leí una nota de unos chicos de Greenpeace que decían que jamás se les hubiera ocurrido una idea tan original.
–¿Su aparición sigue ayudando en la cruzada antipapeleras?
–Lo que importó fue el modo. Si yo me hubiera desnudado no hubiera tenido tanta repercusión. ¿Cuántas personas se desnudan en las canchas de fútbol, o en la 9 de Julio (sic)? Esto fue original y muy representativo. Todavía no tenemos soluciones. El Presidente tiene la oportunidad histórica de ser el primero que se preocupó políticamente por el medio ambiente. No hay ninguno en la historia que lo haya hecho. Pero todavía no se ve lo prometido. No hay explicaciones y todo se vino para atrás.
Si los acontecimientos se producen primero como tragedia y luego como farsa, así están las cosas para Evangelina Carrozzo, que desde aquel día trágico (con irrupción de lo inesperado, parálisis del tiempo por un minuto, catarsis colectiva) no deja de ejercer su mandato particular, acentuado en cada acción, de sexy ecológica. Tanto que trasciende a las causas y se convierte en su identidad de ingreso al espectáculo, así como antes hubo otras chicas temáticas (Karina Mazzocco y el sexo; la Tigresa Acuña y el box). Ya sea contratada por una empresa privada que le pidió que repitiera lo de Viena en un evento con empresarios y famosos, como en las huestes del Bailando... (a ver si aparece de una vez la pelea con el uruguayo, pero ante cámaras), la Reina ecológica tiñe de verde la pantalla. “Si me quieren hacer pelear, para eso no sirvo. Me vuelvo a casa”, dice, tajante.
–¡Fui una heroína, pero nadie me financia! Las personas que festejaron lo de Viena nunca me preguntaron si necesitaba algo. Yo trabajo, y es un tema dejar contento a todo el mundo.
Y, al fin de cuentas, el show puede ser útil para “mantener caliente el tema”, cree. Aunque Greenpeace ya no se identifique con sus acciones la foto en una revista de próxima aparición la ubique recién salida del Riachuelo (untada en grasa) y huela más a golpe que a pronunciamiento ecológico. Ella asegura que el compromiso ambientalista no se resigna. Y la actualidad marca la agenda.
–Estuve en un Bingo y en el sector No Fumadores éramos cuatro, del otro lado fumaba todo el mundo. ¡Por fin una medida bien tomada! ¿Qué podría haber hecho yo? Falta que me digan que me tengo que disfrazar de cigarrillo y caminar por la avenida. Mmmhhh, no sé. Lo tendría que pensar.
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