Martes, 5 de diciembre de 2006 | Hoy
UNA PERLA PERDIDA DE VELVET UNDERGROUND
Un acetato encontrado en una caja de ofertas resultó ser un incunable: en remate en Ebay, el precio sube minuto a minuto.
Por Roque Casciero
El mundo del coleccionismo suele asombrar con cifras insólitas, pero la subasta online de un acetato de Velvet Underground anterior a la publicación de su primer álbum amenaza con marcar records de fanatismo y locura. El disco por el que se puede ofertar en Ebay contiene versiones completamente diferentes de “Heroin”, “I’m waiting for The Man”, “European Son” y “Venus in Furs”, además de mezclas diferentes de las otras canciones incluidas en el debut del grupo, The Velvet Underground & Nico. El misterioso acetato es una pieza única... como su precio: al cierre de esta edición, la última oferta para hacerse de ese pedazo de historia del rock era de 110.100 dólares. Pero las ofertas seguirán hasta el viernes, así que la cifra puede llegar a multiplicarse. Y el vendedor, un canadiense llamado Warren Hill, lo pagó apenas 75 centavos.
En septiembre de 2002, de vacaciones en Nueva York, Hill separó el acetato junto con una copia dañada por agua del primer disco de los Modern Lovers y un EP de Leadbelly. Todos estaban en una caja puesta a la venta en una disquería de Chelsea que se había incendiado. El canadiense pagó 75 centavos por cada disco, sin tener la menor idea del valor que podía llegar a cobrar el acetato en cuya etiqueta decía: “Velvet Underground. 4–25-66. Att N. Dolph”. Como la bandeja de Hill no era de lo mejor, fue a escuchar el delicado artefacto (que pierde calidad en cada pasada) a casa de un amigo. Este supuso que se trataba de una edición temprana de The Velvet Underground & Nico, el famoso disco con la banana plegable de Andy Warhol en la tapa, pero enseguida ambos se sorprendieron: el acetato empezaba con “European Son” (que cierra el álbum) y la versión era radicalmente diferente. No tardaron nada en levantar la púa y ponerse a investigar.
La clave fue encontrar a Norman Dolph, un activo participante de la vida cultural de Nueva York en los ’60, años en que Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y Maureen Tucker se convirtieron en protegidos de Andy Warhol. Cuando el artista vio a Velvet Underground por primera vez ofreció convertirse en su manager, pero, para disgusto de Reed, impuso la presencia de la alemana Nico, que apenas podía cantar y era sorda de un oído, pero que lucía imponente sobre el escenario con su pelo rubio, su alta figura enfundada en blanco y su mirada de ensoñación. La banda no era precisamente un bocado fácil de tragar para la generación hippie que le cantaba a las flores, la marihuana y al amor libre: Velvet Underground, en cambio, proponía el feedback y la distorsión fogoneados por Cale y las letras de Reed sobre sadomasoquismo y drogas duras. Por eso no es de extrañar que, cuando Warhol mandó copias del acetato para interesar a las discográficas, Columbia lo devolviera con una nota contundente: “¿Ustedes piensan que estamos fuera de nuestros putos cabales?”.
Cuando el dueño del ahora preciado acetato contactó a Dolph se enteró de que éste había sido el productor fantasma de las grabaciones, realizadas en los estudios Scepter, con un ingeniero llamado John Licata. Dolph fue contratado por Warhol, quien le pagó con una pintura de su autoría. Las sesiones –las primeras de Velvet– llevaron cuatro días, en medio de paredes semidestruidas y agujeros en el piso, ya que el estudio neoyorquino estaba más cerca de la demolición que de sus mejores días. La banda grabó las diez canciones que más tarde integrarían The Velvet Underground & Nico, considerado el mejor álbum debut de la historia en una reciente encuesta de la revista británica Mojo. Seis de las tomas fueron a parar al disco, aunque con mezclas diferentes de las que quedaron en el acetato. Los otros cuatro temas fueron regrabados por Tom Wilson (quien venía de trabajar con Bob Dylan) en Los Angeles. El “productor” que figura en la contratapa de The Velvet Underground & Nico es el propio Warhol, aunque Cale aclaró que la labor del artista no tenía que ver con potenciómetros y cintas, sino con crear un clima para que la banda pudiera grabar sin trabas. No era poco, tratándose de quienes se trataba.
Hill fue contactado por varios sellos discográficos que tenían intenciones de publicar las canciones del acetato, incluida la multinacional Universal, que tiene el catálogo de Velvet Underground. Pero el canadiense hizo una copia digital para sí –que suena mucho mejor que algunos piratas casi inaudibles– y, después de varias idas y vueltas, decidió subastar el acetato en www.ebay.com (no hay más que poner “velvet underground acetate” para encontrar la puja) con la asistencia de Saturn Records, que se dedican hace años a la venta de vinilos por correo. El viernes el disco cambiará de manos por una cifra imposible y quizás esas versiones nunca lleguen a los oídos de los fans de Velvet Underground, más allá del selecto grupo de amistades del adinerado nuevo poseedor. Y mientras, aguijoneados por la historia de Hill y su descubrimiento, centenares de ansiosos coleccionistas revolverán una y otra vez entre cajas repletas de basura en busca de ese pedazo de vinilo que los salve para siempre.
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