Martes, 5 de diciembre de 2006 | Hoy
PLASTICA › UN RECUERDO DE MARIANA SCHAPIRO
Por Maria Juana Heras Velasco *
En la década del ’80 se donó una obra “Homenaje a Paparella” al Fondo Nacional de las Artes con la intención de crear un premio para escultores jóvenes.
El Fondo otorgó el auspicio y la galería Van Riel, solidaria siempre con los artistas, cedió generosamente sus salas para la muestra con la que un jurado premiara al ganador.
El jurado premió a Mariana Schapiro, que realizó su muestra dedicándosela a en el catálogo “a Julián”, su primogénito varón, que nacería poco tiempo después.
Ese gesto aportó mucho al perfil de Mariana. Crió con amor e inteligencia a sus tres hijos, junto a Ernesto Pesce.
Sabía beber, positiva, cada minuto de la vida. Siempre creativa, original.
El Primer Premio en el reciente Salón Nacional lo ganó con una bella escultura.
Creativa como escultora, lo fue como docente, siempre dispuesta a compartir; despojada de todo personalismo egoísta, trabajó desde su cátedra de “Oficio y técnica” en el IUNA, con la cátedra “Proyectual” de Edgardo Madanes, en un proyecto común.
Ambos le dieron marco académico a una propuesta de diálogo horizontal con sus colaboradoras adjuntas –Carola Zech y Cristina Tomsig–, ayudantes y sobre todo con los discípulos, logrando el resultado que se pudo ver en la muestra Fin de Zona Urbana, en el Centro Cultural Recoleta. Allí, una nueva visión resuelve la “antítesis binaria” naturaleza-cultura.
Seguir hablando de Mariana sería hacerlo en espiral: ella enfrentando desafíos, ella con mirada nueva, siempre ampliando el compartir, siempre generosa; siempre, siempre inteligente.
* Escultora. Como una de las maestras de la escultora Mariana Schapiro (1959-2006), la recuerda a pocas semanas de su muerte.
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