Martes, 5 de diciembre de 2006 | Hoy
MUSICA › JOAQUIN SABINA LLEGO PARA EL TRAMO SUDAMERICANO DE SU GIRA “CARRETERA Y TOP MANTA”
El músico español aseguró que el fervor por sus shows “es muy disparatado” y prefirió no dar pie a las repetidas preguntas sobre su salud: “¿Esta es una consulta médica o una conferencia?”.
Por Karina Micheletto
Llegó Joaquín Sabina a la Argentina y, con él, el pequeño revuelo que puede armar un artista que está a días de llenar dos veces la cancha de Boca, entre otros estadios del país y de Montevideo. “Y, aunque parezca vanidoso, hemos dicho que no a un tercer Boca”, deslizó el andaluz en la conferencia de prensa que dio ayer en el coqueto Hotel Faena de Puerto Madero. El primero de sus shows será hoy, en Montevideo. Pasará después por Córdoba, Mar del Plata y Rosario, hasta llegar a Boca, los próximos 16 y 17 de diciembre. Entre los anuncios de la conferencia de prensa (un espacio de comunicación siempre complicado, que el artista hizo llevadero con su habitual manejo de la prosa), Sabina habló de la concreción de una gira conjunta con Joan Manuel Serrat, a partir de mayo del año próximo. “No seremos uno más uno, sino juntos y revueltos. Haremos canciones nuevas, y quizás un disco. No está ciento por ciento definido, pero sí al noventa”, adelantó.
“Yo creía que a alguien con 57 años no le es dado cumplir sueños como el de tocar en la cancha de Boca”, agradeció el cantautor. “Me parece muy disparatado todo lo que está pasando. Cuando uno lleva años en este oficio, cree que casi todos los escenarios son iguales, que el público reacciona de modo muy parecido. Esto es diferente. Por un lado es un milagro y, por otro, una locura. Estamos muy aterrorizados y con muchas ganas de volvernos locos”, dijo sobre este nuevo “fenómeno Sabina” que hizo que se vendieran las entradas para el primer Boca en cuatro horas. La gira, bautizada socarronamente Carretera y top manta (“es una broma sobre la piratería: en España ponen los discos pirata en una manta en el suelo. Y, en lugar del top ten, es un top manta”, explicó él), culminará el 20 de diciembre en Santiago. “Después de tanto cuidarnos en estos 130 conciertos que dimos, vamos a quemar Santiago. Charly va a parecer una monja al lado nuestro”, prometió.
Sobre los shows que se vienen, Sabina alcanzó a prometer que hará sonar lo que todos quieren escuchar: “Va a haber rock and roll, acústico, un poco de mexicaneo, tangueo... Todo lo que podamos, si no nos quedamos sin respiración o nos tiemblan las piernas”, dijo. “Como habíamos estado cinco años sin tocar, será una suerte de antología. No va a haber conciertos fonográficos sobre un disco, ni mucho menos”, aclaró. “No tengo planeados invitados, aunque siempre digo lo mismo y después me encuentro con alguien. Maradona va a estar, tiene su palco”, dijo también. ¿Y en el escenario? “Si él quiere, yo me pondré de rodillas otra vez.” Consultado sobre la posibilidad de una reunión con el Presidente o con su esposa, similar a la que concretó hace poco Shakira, Sabina recurrió a la diplomacia: “A mí me gustan otro tipo de fiestas, pero soy un tipo educado, así que, quién sabe”, sonrió.
De sobrios jeans y remera negra, cortados por el detalle del sombrerito blanco, con dos relojes ajustados en su muñeca izquierda (uno con la hora local, el otro con la española) y los cachetes bastante más inflados que de costumbre, Sabina dio la conferencia siguiendo un hábito: tomar su cerveza (que el glam del Faena dispuso en botellitas enfriadas en balde) y fumar sus Ducados. “¿Esta es una consulta médica o una conferencia?”, devolvió cuando las preguntas sobre su estado de salud y su renuncia a la cocaína comenzaron a acumularse. En el medio, hubo tiempo para hablar sobre las papeleras de Fray Bentos y la monarquía: “La monarquía es un déficit democrático que tenemos en España. La boda de los principitos fue la boda del siglo, pero del siglo XIV. Estoy en contra de las industrias voraces que contaminan, pero creo que vuestros presidentes son lo suficientemente mayorcitos como para ponerse de acuerdo, sin un señor con una corona ridícula de por medio”, dijo sobre la intervención del rey Juan Carlos en el conflicto. Y para devolverle la pelota a Fito Páez, quien hace pocos días, desde México, dijo que era “un mentiroso profesional, como una novia borracha”. “Mentiroso profesional sí, borracha también, pero novia, ¡ya quisiera ella!”, se le rió Sabina, y minimizó la pelea: “Es broma, cuando le ha pasado algo malo o bueno lo he llamado por teléfono, y con el paso del tiempo el disco (Enemigos íntimos) ya no me parece tan feo como me parecía entonces”.
- Buenos Aires: “Tengo un amor absolutamente pasional y a primera vista con esta ciudad, tan hospitalaria como desconfiada. Al principio no se fía mucho cuando llegas, pero si ve que lo haces en serio y te aporteñas, como he hecho yo, entonces te da todo, y más. Demasiado, para mi gusto. La relación que tiene esta ciudad con los artistas los puede enloquecer. Los hace vivir en una especie de nube, y los lleva de nube a nube en limusina. Y eso no me parece que sea lo mejor para un artista”.
- El arte: “Yo soy un artesano, en el mejor sentido de la palabra. Un artesano que hace una silla poniendo el alma en ella. Y una canción debe ser un sitio donde uno se pueda sentar a descansar, dormir o soñar. Es un oficio, somos una especie de mediums, gente que ha tenido la suerte de poder dedicar el tiempo a contar lo que otros no pueden contar, porque están trabajando en otras cosas”.
- Pinochet: “Le tengo un enorme desprecio a la muerte. Esa señora no merece ni que se hable de ella, uno debe celebrar todos los días la vida. Ni siquiera celebro cuando se muere gente que no dejó que sus enemigos murieran en la cama, como Pinochet. Me da un poquito de alegría, pero no brindo con champán”.
- Arjona: “He escuchado las canciones de Arjona y ha estado un día en mi casa, pero no voy a hablar de qué me parecen sus canciones, porque sé que hay por ahí rodando un montón de odiosas comparaciones. Me parece un cantante estupendo”.
- Diego y la droga: “Lo de Diego es absolutamente milagroso, él está perfecto. Y es más coherente de lo que muchos creen, dice que está asustado porque el drogadicto lo es siempre. Yo siempre conté que el día que dije que no, hace seis años, fue hasta hoy. No diré que no he tenido alguna vez cierta nostalgia, pero no me he internado, no he ido a hacer cosas de alcohólicos anónimos cobardes, detesto absolutamente a los psiquiatras. Se puede dejar sin transformarse en una monja fundamentalista. Hay médicos amigos que me dicen que estoy haciendo más daño ahora que antes, porque digo que uno se puede quitar facilísimamente. Fue lo que me sucedió a mí. Me dicen que no. Bueno, yo me quité, de la noche a la mañana, no sueño con eso. No tengo la menor vocación de evangelizador, ni me voy a convertir en un tipo que juega partidos contra la droga”.
- Las colas: “Que la gente haga colas para comprar entradas para mis shows me parece muy raro, porque yo no haría cola para nada. Pero es muy emocionante y lo vivo un poco como si lo estuviera viendo de afuera. Es difícil creer que estas cosas le pasen a uno”.
- El brillo: “Todavía no llegó el disco brillante, ni el libro brillante, ni el polvo brillante. Uno siempre piensa que se quedó corto”.
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