Domingo, 14 de enero de 2007 | Hoy
JULIO BOCCA HABLA DE LA GIRA CON LA QUE SE DESPEDIRA DEFINITIVAMENTE Y ECHA UN VISTAZO AL FUTURO
“Tengo muchas ganas de llegar al final. Disfrutando cada momento, pero quiero que termine”, dice el bailarín, que ya desde el título Ultimo tour, gracias despeja cualquier sospecha sobre posibles intenciones marketineras. La despedida del bailarín incluirá 180 actuaciones durante doce meses y en tres continentes, con un gran final junto al Obelisco.
Por Alina Mazzaferro
Como un tango que se regodea en la nostalgia de un eterno adiós, Julio Bocca continuará despidiéndose durante todo 2007, para lo que ya anunció su agenda de funciones, que tendrán lugar en más de 50 ciudades donde ya no volverá a actuar después de diciembre de este año. Mar del Plata, Mar de Ajó, Trelew, Neuquén, Rosario, Mendoza, Jujuy y también Porto Alegre, Punta del Este y Washington son algunas de ellas de este lado del Atlántico, mientras que en Europa lo aguardan París, Milán, Roma, Moscú y una decena de ciudades españolas. En total, son 180 funciones que realizará, durante doce meses y en tres continentes, en una gira a la que denominó Ultimo tour, gracias, en la que alternará el repertorio con Bo-cca Tango, Adiós hermano cruel y programas mixtos.
“Este ritmo lo vengo haciendo siempre, no es la primera vez. Siempre hemos hecho entre 150 y 200 funciones al año, por lo que esta gira no es más que mi rutina”, cuenta Bocca, con 40 años ya cumplidos y listo para disfrutar del último tirón de su carrera. “Tengo muchas ganas de llegar al final. Disfrutando cada momento, pero quiero que termine”, aclara, para aquellos que piensan que ésta es sólo una estrategia para volver más visible esta gira de enormes proporciones y no una verdadera despedida. “Quiero retirarme –sigue–, sobre todo por el esfuerzo que significa toda la previa de cada función, el entrenamiento, la preparación, el pensar qué programa armar. ¡Ya no me da la cabeza para nada de eso!”
Listo para dejar las tablas y convertirse en un mito de la danza argentina, Bocca se encuentra actualmente delineando no sólo los últimos detalles del extenso tour que emprendió el viernes, sino también la gran y última función despedida que tendrá lugar el 22 de diciembre en Buenos Aires. Lo que aún constituye un gran misterio es lo que en esa noche mágica sucederá sobre la escena, porque en realidad ni el mismo Bocca aún lo ha decidido: “De golpe quiero hacer una cosa loca, de golpe quiero hacer algo más íntimo; no sé si tengo ganas de hacer Bocca Tango completo o pedacitos de diferentes obras... Estoy todavía dando vueltas”, confiesa el bailarín a Página/12. Pero también da algunas pistas: “Quiero que estén el ballet del Colón, el del San Martín, el de La Plata, con los que yo he trabajado. Ya hablé con ellos y todos dijeron que sí. También quiero invitar a Maxi Guerra, a Iñaki Urlezaga, a Paloma Herrera y otras figuras para que podamos compartir el escenario”.
Lo que sí está claro es que será una función con entrada libre y gratuita, en un escenario al aire libre ubicado sobre la 9 de Julio, junto al Obelisco. Nada más pintoresco ni popular para decirle adiós a un artista que intentó hacer de la danza un espectáculo grato y accesible para el público no especializado. “Me siento responsable de haber trabajado para que la danza sea popular, reconocida y respetada”, afirma con seguridad. “Cuando comencé, muy poca gente sabía lo que era un bailarín. Ahora todo el mundo lo sabe, hay más compañías, hay festivales de ballet y una gran cantidad de estudiantes de danza. Al ballet se lo mira hoy con otros ojos. De eso me siento responsable, y la idea es seguir trabajando para que no se pierda.”
De hecho, Julio ha desplegado su carrera no en una sino en varias aristas, de modo tal que al retirarse no quedará en Pampa y la vía, sino todo lo contrario. El bailarín actualmente dirige la Fundación Julio Bocca, la Escuela de Danza y Comedia Musical Bocca-Pashkus y el Ballet Argentino, todas entidades que él mismo ha creado y que continuarán en pleno funcionamiento. “Fui armando un montón de cosas en torno de mi carrera para que, al retirarme, pueda tener otra base sobre la cual seguir trabajando”, aclara a quienes creían que se desvincularía por completo de la danza.
¿Cuáles son sus planes, entonces, para después del 22 de diciembre? En primer lugar, descansar durante un mes, en un viaje a la Antártida a bordo del rompehielos “Irízar”. También confiesa estar con ganas de experimentar la paternidad, ya que “luego de que me tome un tiempo y ponga mi cabeza nuevamente en cero, estoy pensando en adoptar”. También tiene hace un tiempo, junto a Ricky Pashkus, un proyecto a mediano/largo plazo vinculado a la educación primaria y media: se trata de una escuela con orientación artística, donde los chicos que sientan una inclinación temprana hacia las distintas ramas del arte podrán desarrollar sus habilidades dentro del colegio, sin abandonar la escolaridad como sucede actualmente en gran parte de los casos. “Seguimos luchando para lograrlo; estuve hablando con Jorge Telerman y Daniel Filmus y los dos están muy interesados. Vamos a ver qué pasa”, adelanta Bocca.
Lo que el bailarín deja muy en claro es lo que decididamente no va a hacer luego de su retiro, como, por ejemplo, dedicarse a la coreografía. “¡No sería mi fuerte!”, se apura a contestar. “Cada uno tiene que saber cuáles son sus límites y dedicarse a lo que sabe”, dispara inmediatamente, dejando en claro que su rol fue siempre y exclusivamente técnico e interpretativo, pero no creativo. Aun así, dice no tener ninguna cuenta pendiente con la danza: “Lo pude hacer bien, lo sigo haciendo bien, lo sigo disfrutando... Se me han dado muchísimas oportunidades, pude hacer todo lo que quise. Qué más uno puede pedir en la vida sino hacer y disfrutar de lo que uno ha querido siempre, que en mi caso es bailar, recorrer el mundo y estar dentro de las grandes figuras”.
¿Extrañar? “No, voy a estar muy bien”, asegura Bocca, contento de su decisión que, como bien parece, mantendrá a rajatabla. Ahora sólo anhela dar su último adiós al mundo, mientras el mundo lo espera a él para retribuirle el saludo. Si ahora es el turno de París, muy pronto podrán hacerlo Mar del Plata, Buenos Aires y varias ciudades de casi todas las provincias argentinas (ver agenda aparte). Ya lo han hecho durante 2006 Nueva York, y su amado American Ballet Theatre, y las capitales de Japón, Cuba y varios países latinoamericanos. “Toda la gira de Centroamérica fue increíble”, cuenta el agasajado. “El cariño de la gente antes y después de cada función es incomparable. Ya cuando uno entra a la sala hay un calor y una energía muy especial, porque saben que es la última vez. Es maravilloso.” Si tiene que elegir un momento especial hasta la fecha, dentro de esta larga despedida, elige a Cuba. “Fueron 20 años de ir al festival cubano –explica– y después de la función se me hizo un homenaje. Alicia Alonso se acercó al camarín a saludarme; eso fue muy fuerte.”
–Entonces, más que sufrir la crisis de los 40 la está disfrutando...
–No me agarró para nada la crisis, al contrario. En marzo del año pasado cumplí los 40 y entré en una etapa que estoy disfrutando muchísimo. Me siento bien y, como tengo tanta experiencia, voy a poder vivir la gira de otra forma.
–Tras esta despedida, ¿qué se lleva del mundo del ballet?
–Todo; es parte de mi vida. Me dio mi vida, mis cosas. Mi profesión me dio amores, felicidades, amigos, un montón de cosas que se las debo exclusivamente a la danza.
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