OTRO GALARDON EN SAN SEBASTIAN
El Gran Premio fue para los Iluminados
La película argentina sobre Malvinas ganó el premio del jurado. La Concha de Oro se la llevó Bohdan Sláma por Stesti. El chino Zhang Yang fue consagrado mejor director.
Por Horacio Bernades
desde San Sebastian
Iluminados por el fuego, la película de Tristán Bauer sobre Malvinas, sumó un nuevo galardón internacional para el cine argentino al ganar el Premio Especial del Jurado, segundo en importancia dentro de la premiación del 53º Festival de San Sebastián. En la media tarde de ayer el premio se anunció a la prensa, junto con el resto del palmarés del festival donostiarra, y a la noche tuvo lugar la ceremonia de entrega, broche final de los actos de clausura. El jurado, presidido por la actriz Anjelica Huston e integrado entre otros por el director francés Claude Miller y el director artístico Dean Tavoularis, señaló que había decidido otorgar ese premio por tratarse de un film “que comunica con emoción e inteligencia el trágico sinsentido de la guerra y el efecto que deja en la memoria una experiencia dolorosa en la vida cotidiana de la gente”. Iluminados por el fuego ya había ganado aquí, el año pasado, varios premios de la sección “Cine en construcción”, que le permitieron completar su posproducción.
La posibilidad de que la película de Bauer resultara premiada era un secreto a voces en los pasillos del Kursaal, centro de operaciones del festival donostiarra, desde bastante antes del anuncio oficial. Aunque la crítica local fue moderada en su apreciación del film de Bauer, el film protagonizado por Gastón Pauls y Virginia Innocenti había puesto al público local en lágrimas, al final de cada una de sus exhibiciones. Lo cual no sucedió con ninguna otra película, dentro o fuera de la competencia oficial, y abonaba los pronósticos sobre su carácter de candidata. Presente aquí durante todo el festival y visiblemente emocionado, Edgardo Esteban –autor del libro en el que la película de Bauer se basa– recordó a sus ex compañeros en el frente de batalla. “Cada vez que la veo me genera una emoción nueva, y me parece que a la gente y al jurado les ha llegado lo que se quiso transmitir”, afirmó Esteban, que como se recordará es ex combatiente de Malvinas. A su lado, el director del film no dejaba de abrazarse con sus actores, considerando que una de las posibles razones del premio es “el carácter universal de la historia que la película cuenta”.
El resto del palmarés generó menos complacencia, ya que las dos películas con más galardones (la checa Stesti y la china Xiang Ri Kui o Sunflower) no habían sido precisamente elogiadas por la prensa especializada. Ganadora de la Concha de Oro a la Mejor Película, y una de Plata para la Mejor Actriz, la película checa es un sórdido catálogo de desgracias –tendencia presente en buena parte de las películas vistas en esta edición de San Sebastián–, mientras que el film chino (ganador de Mejor Dirección y Mejor Fotografía), “relato de vida” pasmosamente convencional, no había gustado a nadie. Salvo a los miembros del jurado, claro está. Para complicar más las cosas, Huston y los suyos decidieron ignorar olímpicamente a las dos favoritas de público y crítica, A Cock and Bull Story, de Michael Winterbottom, y la francesa No estoy aquí para ser amado, con lo cual no se ganaron precisamente el cariño de la concurrencia.
Bastante sorpresa generó también la única Concha otorgada a una de las cuatro películas españolas en concurso, que fue para Juan José Ballesta, conocido por su protagónico de El bola y premiado por su actuación en 7 vírgenes. Un posible candidato a esa Concha era Ricardo Darín, con lo cual El aura resultó otra de las competidoras que debieron retirarse con las manos vacías. Lo cual no llamó la atención a nadie, ya que la película de Fabián Bielinsky gustó más bien poco aquí. Los otros galardones recibidos por películas argentinas fueron menores. Monobloc, opus dos de Luis Ortega que en poco tiempo más se estrena en Buenos Aires, ganó una mención en la sección “Horizontes latinos”. Por su parte, tres de los premios a la posproducción concedidos por la asociación ecuménica Signis fueron otorgados al largo de ficción Al borde del tiempo (proyecto de Jorge Rocca), al documental Bialet Masse, un siglo después y al cortometraje Veo Veo, dirigido por Benjamín Avila.
Más allá de los premios y el festejo nacional, la edición de San Sebastián dejó poco margen para la alegría. No sólo porque no abundaron las buenas películas, sino porque fueran demasiadas aquéllas en las que el mundo es visto como una sucursal del infierno. Salir apesadumbrado del cine se convirtió en costumbre.
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