Viernes, 9 de marzo de 2007 | Hoy
LA BIENAL DE PONTEVEDRA EN BUENOS AIRES
En el Centro Cultural Recoleta se exponen trabajos argentinos, uruguayos y chilenos que participaron de la muestra gallega.
Por Oscar Ranzani
La Bienal de Pontevedra (Galicia) tiene un rasgo distintivo en España: surgida en 1969 como un proyecto impulsado por la diputación de esta provincia española y dirigido por Carlos Valle Pérez, es la más antigua en la Península Ibérica. Buscando una apertura hacia el arte conceptual, se ha caracterizado en los últimos años por destinarles un espacio a otros territorios culturales, fomentando el descubrimiento de nuevos valores artísticos. Con la idea de trascender los límites de Europa y lograr una proyección internacional, la vigésimo novena edición permitió la confluencia de un diálogo entre Galicia y el Cono Sur: desde ayer los trabajos argentinos, uruguayos y chilenos que participaron de la exposición en Pontevedra pueden apreciarse en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), reunidos bajo el título Off/Fóra. Movimientos Imaginarios entre Galicia y el Cono Sur. La muestra reúne obras de Eduardo Basualdo, Aili Chen, Ana Gallardo, Roberto Jacoby, Luis Camnitzer, Mario Navarro y Judi Werthein, entre veintiún artistas de estas geografías.
Valle Pérez, director del Museo de Pontevedra, señala a Página/12 que la elección de estos tres países latinoamericanos obedece a una doble razón. “En primer lugar, porque entendíamos que esos países no tenían del otro lado del Atlántico el tratamiento que sus singularidades artísticas les hacían merecedores. Es cierto que hay artistas que individualmente tienen una enorme proyección, son muy conocidos, han participado en bienales, pero globalmente estos países no habían sido hasta entonces protagonistas de una bienal de prestigio en Europa.” El otro aspecto está relacionado con los vínculos históricos que unieron –y que unen– a Galicia con Argentina, Chile y Uruguay. “Esos lazos –dice Valle Pérez– tienen que ver con el fenómeno de la emigración que fue la idea que se tomó como referente para aglutinar el planteamiento conceptual de la Bienal, pero entendiendo que la emigración no es sólo un fenómeno del pasado. Desgraciadamente, y con unos matices en muchos aspectos diferentes pero en todo caso con sus particularidades, la emigración es un fenómeno de la actualidad en este mundo globalizado, pero que en Europa tiene connotaciones muy especiales. En lo que respecta a España o Galicia ahora se produce la paradoja de que habiendo sido nosotros históricamente exportadores de emigrantes seamos receptores de gente que viene de otros territorios.”
La curadora de la muestra, Victoria Noorthoorn, agrega que se tomó el fenómeno de la emigración pero considerado en términos amplios y que los artistas se aproximaron a este tema desde diferentes puntos de vista: algunos trabajos son autobiográficos, otros proyectos refieren al movimiento y el peregrinaje, o bien, la ficción como viaje imaginario. “El movimiento imaginario –explica la curadora– es un concepto muy importante en la muestra en cuanto de lo que estamos hablando no es solamente de los movimientos humanos físicos, sino del poder de la imaginación, de cómo es la imaginación en todos los hombres (no sólo los artistas): el arma que tenemos para proyectarnos en el futuro y construirlo de alguna forma. El solo hecho de imaginar una situación futura es un viaje interno en sí mismo a otro lugar que le permite a uno construir luego ese lugar.”
Uno de los trabajos que se destacan es la instalación de Luis Camnitzer, armada con una raíz de un árbol real que descansa en el piso de la Sala Cronopios. “Estamos frente a un árbol que reflexiona sobre el tema de la raíz, cómo la raíz nos constituye como sujetos y cómo a medida que pasa el tiempo, de alguna forma vamos cambiando, y cuando cambiamos de lugar lo que tenemos como raíz nueva puede ser un reflejo o no de la raíz originaria”, explica la curadora. Por eso, la raíz real termina en una imaginaria dibujada sobre una pared. En el medio, unos siete mil lápices conforman el tronco y pueden leerse “como metáfora de la educación, de cómo nos vamos constituyendo a medida que avanzamos en la vida, cambiando de lugar o no y cómo esas raíces siempre las vamos a recordar de forma diferente, mutante en nuestra memoria”, analiza Noorthoorn.
La obra de Daniel Joglar aborda, a la vez, tradiciones gallegas y religiosas. Se llama Red y el mismo título define el concepto: unos 1300 rosarios fluorescentes enlazados simulan una especie de mediomundo pesquero (en medio de una sala oscura) que, a su vez, tiene un sentido religioso (que invita a la reflexión o a la meditación), propio de Pontevedra, una ciudad de paso en el Camino a Santiago.
Aparición, el regreso, de Judi Werthein, es un espectáculo que esta artista argentina realizó sobre el río Lérez de Pontevedra durante la ceremonia de inauguración de la 29ª Bienal y que en el Recoleta puede observarse a través de un video. El trabajo de Werthein consistió en simular la aparición de una virgen de rasgos indígenas sobre el río de Pontevedra que, según, la curadora, permite una reflexión “sobre la colonización católica a Latinoamérica que ahora vuelve a España mediante esta virgen”.
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