Si bien el reconocimiento se produjo el año pasado, fue recién en 2007 cuando Maju Lozano cambió de status: con un programa de radio diario y dos televisivos, la comediante dejó atrás el fantasma de ser una figura mediática de corto plazo y se convirtió en una figura con posibilidades de dejar huella en el mundo audiovisual local. Con un lenguaje con identidad propia, siempre en el filo de lo políticamente incorrecto, la co-conductora de La mañana de la 100 (con Lalo Mir, lunes a viernes de 9 a 13, por FM 100), Ran 15 (lunes a las 23 y domingo a las 21, por América) y la columnista de RSM (lunes a viernes a las 20.30, por América) logró hacerse camino bajo una lengua zarpada pero no provocativa. “Le puedo decir culona a Susana Giménez, pero antes me hice cargo de que tengo el culo más grande que el de Moria. Creo que las ‘estrellas’ fueron entendiendo que no está mal reírse de sí mismas, desacralizar su imagen, volverse más humanas”, le cuenta Lozano a Página/12.

Si bien a Maju se la puede escuchar y/o ver a casi toda hora, la realidad es que su trayectoria condensa el típico camino que –antes de la existencia de los Gran Hermano y el marketing de los videos porno de YouTube– solían hacer las muchachitas del interior del país con sueños de artista. Nacida en Paraná, mucho tuvo que hacer (y dejar de hacer) para cumplir con aquella fantasía infantil. “La primera vez que aparecí en cámara fue de esposa muerta de Gastón Portal en Poliladron, en ATC, en 1994. Yo me vine a vivir a Buenos Aires por ese casting. Pero después de esa experiencia, que fue más corta que las bases y condiciones de un concurso en televisión, no trabajé en tele hasta el 2003”, señala.

–Logró un imposible: volver a las “ligas mayores” de la TV después de años de ostracismo...

–Sí, pasé mucho tiempo creyendo que el teatro o la radio huían de mí. En ese tiempo fui maestra jardinera, camarera, secretaria, cuidé chicos y viejos... Hasta que en 1999 Gastón Portal vino a comer al restaurante donde trabajaba y me dijo que se le había ido la recepcionista de su productora. Y ahí entré en GP, aun cuando ganaba tres veces menos...

–Confiaba en su “talento”...

–Yo quería actuar. Pero no confiaba en mí. Iba a cuanto casting hubiera, y nada. Era muy desgastante. Sobre todo porque durante la década del noventa, el 90 por ciento de lo que decidía si quedabas o no en un elenco era lo físico. Ser recepcionista fue volver a estar relacionada con el medio. Pero cuanto más adentro estaba del medio, más difícil percibía que era. La TV era pura apariencia y ostentación.

–¿Y cómo logró dar el salto?

–Gracias a Mex Urtizberea, que me tomó como su asistente personal. Mex estaba haciendo Magazine for fai, radio con Mariana (Fabbiani) y empezaba el proyecto de Medios locos, con Adolfo Castello. Y ahí aprendí el oficio de escribir, ya que hacíamos con Mex las canciones de cierre para Medios locos.

Bajo el delirio creativo de Mex, el camino comenzó a allanársele. Así fue como en el rol de productora creativa, Lozano pergeñó los guiones de Mariana de casa, El día en 60, Mamma Mia, El Ojo Cítrico y en RSM. Pese a la experiencia que iba cosechando en la pantalla chica, el paso al otro lado no fue en la TV sino en la radio, cuando en medio de un juego interno se vio frente al micrófono de La bestia pop, el programa que condujo Gonzalo Bonadeo en FM Metro, y la productora creó a “Casquito flojo”, una ingenua muchacha obsesionada con el sexo. Después de un pequeño paso por Clase X, en GP le ofrecieron llevar su sátira a la pantalla, en RSM. “Aunque soy consciente de que tengo corrido el límite de lo normal para lo que se acostumbra en el medio –confiesa–, trato de no ser irrespetuosa. Pero debo admitir que el glamour de la TV es una pedorrada. La tele debería ser algo más común, no un cuadradito de ilusión.”