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Domingo, 30 de octubre de 2005

“LO INEXPLORADO”, UNA OBRA MULTIMEDIA

Cecilia Ingenieros, pionera de la danza contemporánea

Mónica Maffía, directora teatral, descubrió hace poco que su madre, hoy de 78 años, participó de la compañía de Cecilia Ingenieros, la primera que hizo danza contemporánea en el país. Así nació este espectáculo.

Hurgando entre las cosas viejas, encontró una caja. En ella había fotos y antiguos programas de aquel ballet conformado por Cecilia Ingenieros en la década del ’40, la primera compañía de danza contemporánea del país. Ella era Mónica Maffía y la de las fotografías, Ofelia “Tuka” Borzi, su madre y la primera solista de la compañía, hoy de 78 años. “Todos pensábamos que mamá había bailado un poquito, pero nunca imaginamos que había hecho la carrera que hizo”, cuenta Maffía, aún sin salir de su asombro. “Encontré todo ese material cuatro o cinco meses atrás y me pareció egoísta guardármelo. Tenía los programas, las fotos, la posibilidad de recrear esas coreografías. Todo eso no se podía perder”, relata.
De a poco y con trabajo, Maffía –régie y directora teatral– fue reconstruyendo, cual rompecabezas, las partes de las coreografías de Ingenieros a partir del material encontrado y los recuerdos de su madre y, en base a ellos y a modo de homenaje a la excelencia y vanguardismo de la primera compañía contemporánea argentina, ideó Lo inexplorado, una obra multimedia en la que reúne la danza con la palabra, las artes plásticas y el video, que se presenta hoy a las 19 y el próximo sábado a las 21.30 en La Manufactura Papelera (Bolívar 1582).
“En esta obra cuento la historia de la compañía de Cecilia Ingenieros, la lucha cotidiana para montar un espectáculo de manera independiente de un grupo que nucleaba lo más exquisito de la danza y también a grandes artistas plásticos y músicos”, explica la directora. Para ello debió levantar un telón que hace rato había caído: el de la vida de su madre, que después de haberse casado abandonó su carrera de bailarina y borró esa primera etapa de su historia, que es también la historia de la danza en la Argentina. “Tuve que buscar en el reservorio de la memoria y así fui acordándome de a poquito, pero fue un proceso de mucho malestar”, cuenta Ofelia. “Yo entré a la compañía de Cecilia Ingenieros en su momento fundacional, cuando estaba en germen y todos tenían gran entusiasmo. Nadie cobraba nada, cosíamos nuestro vestuario a mano y nunca obtuvimos un subsidio. Yo fui la primera en entrar en la compañía. Creo que fui por un aviso, toqué el timbre y así conocí a Cecilia. Luego se integraron otras personas. Lo que a mí me acercó a ella fue que se parecía mucho a Isadora Duncan: nos hacía despojarnos de las zapatillas y bailar para expresar”, relata con emoción.
Fue en 1947 cuando Borzi y otras bailarinas, con Ingenieros a la cabeza, comenzaron a presentarse como compañía consolidada en el Teatro del Pueblo, el Astral y el Presidente Alvear, sin afán de ganar dinero con ello (de hecho, ellas mismas pagaban las salas), pero sí de mostrar nuevas posibilidades de movimiento –heredadas de la técnica de Martha Graham, con quien la directora se había formado en los Estados Unidos– abriendo un nuevo camino para la danza argentina que se continuaría varios años más tarde en el Teatro San Martín. Sin embargo, a pesar de que llenaban las salas y repercutían en la prensa local, llevar adelante una compañía –a pulmón–, en esa época, no era nada fácil. “Una chica de buena familia no podía ser una bailarina; era algo tabú”, cuenta Ofelia, y avanza sobre sus recuerdos: “A los 21 años Cecilia me invitó a ir a Francia y yo no me animé. Mi familia quería que siguiera estudiando y empecé la carrera de abogacía. Ahí encontré a mi actual marido; era 1949. Le escribí a Cecilia diciéndole que iba a dejar la danza. Tuve que tomar una decisión: o él o la danza, y yo elegí con toda sensatez por el amor y ocho meses después estaba casada”, cuenta sin arrepentimientos.
Hoy, sesenta años más tarde, las dos generaciones que le sucedieron –la de su hija y la de quienes podrían ser sus nietas y que hoy bailan en Lo inexplorado– se pondrán en su piel y en la de la hija de José Ingenieros para contar aquel momento inaugural en el que los cuerpos se abocaron a un nuevo lenguaje. “Trabajé fragmentos de aquellas coreografías desde un lugar teatral –explica Maffía– para que las bailarinas pudieran recuperar ese estado de asombro inicial, propio del que descubre ese aspecto liberador de la danza contemporánea, esa apertura de espíritu, tan diferente a lo que se acostumbraba, lo encorsetado, rígido y torturante del ballet clásico”. Será María Belén Dalprá –ex integrante del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín– quien realizará el papel de Ofelia Borzi, aquella mujer que “tuvo el coraje de ir a tocarle la puerta a Cecilia Ingenieros –dice– para hacer algo que era totalmente desconocido para ella”: explorar lo inexplorado. Representante de una generación de bailarines para quienes las técnicas contemporáneas ya son lo viejo conocido, Dalprá intentará librarse de estos saberes y “redescubrir que el cuerpo tiene dos piernas, dos brazos, un torso y que uno puede moverlo de infinitas maneras y expresar con él diferentes sentimientos y sensaciones”. Y todo con el objeto de brindar homenaje a la primera compañía de danza contemporánea argentina, porque sabe que el placer que encuentra en el bailar a ella se lo debe.

Informe: Alina Mazzaferro.

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Maffía y su madre, Ofelia “Tuka” Borzi.
 
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