COMO SON LOS CAMBIOS EN LA COBERTURA MEDIATICA DE ROMANCES CELEBRES
El furor publicitario por la fecha de San Valentín está acompañado de una fuerte presencia de affaires sentimentales de políticos y actrices en los programas de chimentos, pero también en espacios no tradicionales como el noticiero y la revista de reflexión y debate.
› Por Julián Gorodischer
Las peripecias del flamante matrimonio Sarkozy desordenaron los formatos clásicos de la información: las secciones de Internacionales de los diarios y los noticieros propusieron coberturas permanentes de las idas y venidas del triángulo Nicolas/Cecilia/Carla, y habilitaron el ingreso de otros
affaires globales basados en el rumor y la suposición. La puerta se abrió definitivamente y el noticiero le encontró el gusto a un recurso que –según afirman los chimenteros consultados para esta producción– garantizan topes de rating minuto a minuto. “Esas caras culposas” –según define Marcelo Polino a las presentadoras de noticias que pasan el informe sobre la Bruni o, por qué no, la reciente unión entre Javier Bardem y Penélope Cruz, uno detrás de otro durante la hora de programa– llevan la noticia al territorio menos canónico del verbo condicional y el sentimiento (incluso para enlazar a Hugo Chávez con Naomi Campbell). Hablan con el volumen atenuado de lo que se expresa por obligación. El permiso está otorgado, pero no los convence. Si lo hizo Le Nouvel Observateur (el difusor de ese famoso mensajito de texto de Sarkozy a Cecilia: Si vuelves anulo todo), por qué no lo haría América Noticias o TN, pero igualmente se sufre.
Polino –quién mejor para analizar la noticia sentimental– diferencia entre lo “cool”, lo grasa y lo mixto. Lo primero es Araceli y Fabián Mazzei anunciando al fotógrafo dónde van a estar para salir en la tapa de Caras y Gente, pero “sin dar declaraciones”. Lo segundo es el monólogo desatado de las vedettes de Villa Carlos Paz en el programa de chismes o en las revistas Pronto y Paparazzi. Lo mixto incluye un político y una celebridad mediática, es de más amplio espectro y puede ser tolerado por todo el abanico mediático si se varía el enfoque. Desde París, Eduardo Febbro, corresponsal de Página/12, define el reordenamiento de la información (ver aparte): “Los medios perdieron literalmente la cabeza. Incluso los soportes periodísticos más intelectuales se abonaron al show de los amores presidenciales. Sarkozy se exhibía, ellos comentaban la exhibición, la sociedad exigía la aplicación de las reformas prometidas y más atención al hundido poder adquisitivo, pero el presidente había abierto las puertas de su corazón y los medios se metieron adentro..., al punto de olvidar las reglas básicas del periodismo honesto. El eventual matrimonio de Sarkozy con Carla Bruni se convirtió en la agenda política francesa...”.
El affaire Sarkozy fomentó la infiltración del chisme de alcoba en los llamados “espacios serios”. Poblaron el noticiero y distintas secciones de los diarios presuntos romances de esta temporada, como los de Javier Bardem/Penélope Cruz/, Chávez/Naomi y el local Araceli/Mazzei, cuyo lanzamiento ancló en Telenoche y se difundió ampliamente por TN, así como también se dio lugar allí al devenir menos gozoso de Andrea del Boca y su ex marido, enfrentados por el destino vacacional de la hija de ambos. Si la llegada del romance a Internacionales o Sociedad, pero sobre todo al medio de debate y reflexión, es novedad del año que comienza, su tratamiento en el noticiero parecería integrar, ya, una tradición. “Es una tendencia cada vez mayor incluir el romance y cada vez cuesta más enterarse de noticias en serio –señala la ensayista Nora Mazziotti–. Todo se banaliza y todo se vuelve espectáculo. Pero esto se está dando hace tiempo. La información dura ya no es tan dura. A la noticia de temas serios la gente no le da mucha bola. Ni siquiera empezó con el caso Menem/Bolo-cco; yo pensaría en un origen con Lady Di, donde había corte, palacio, infidelidad, amante árabe. La diferencia con la telenovela es que esto es real. La vida imita los géneros de la ficción y también lleva a pensar en que los géneros tienen estructuras arquetípicas regidas por la conducta de los seres humanos.”
Polino asegura que el romance “acerca a la celebridad con el señor de barrio”. “La diferencia entre el affaire Sarkozy y el caso Menem/Bolocco es que para nosotros es más atractivo lo local. El espectáculo hace un negocio mostrando el romance y la política hace un esfuerzo para esconderlo.” Tiene evidencias y las contrasta a diario con planillas en los canales que recorre, de que el romance es lo más visto del noticiero, y contrapone el interés creciente con una notoria insatisfacción de las audiencias. “Suponíamos que Araceli salía con alguien, y ahora decimos que se muestra por despecho. Nada nos viene bien.” En la vereda del nada nos viene bien está el blogger que investigó los besos entre la ex de Adrián Suar y el conductor de reality Mazzei en busca de un fraude, y descubrió que los labios en todas las fotos estaban levemente desplazados, lo cual le sirvió para decretar “el invento” mediático.
“Las parejas –escribió el novelista Boris Izaguirre, autor de Villa Diamante– se han vuelto imán mediático, probablemente porque los medios de comunicación son en profundidad conservadores y necesitan subyugar con elementos convencionales. El amor, que sólo existe para ellos en la pareja heterosexual. Y el conflicto que su atractivo genera en su derredor.” Toda esta maquinaria de la cobertura vendría de lejos, como señalaba el escritor Alan Pauls en una reseña de noticieros que focalizaba –como todo lo suyo– en el lugar más original e impensado: “Verídica o teatral, sancionada por la ley o regida por el imaginario, siempre hay una escena matrimonial en el corazón de todo noticiero, una escena que los noticieros no dejan de poner en escena y de la que acaso dependa –incluso más de lo que se podría suponer– la atracción que el género ejerce sobre los espectadores..., es la manera estoica, sacrificada y tenaz en que un hombre y una mujer se juntan todos los días para atravesar y sobrevivir la nube negra de la realidad. Las parejas de los noticieros no son desmesuradas como las de los teleteatros ni aberrantes como las de los talk shows; son comunes, es decir: tan cotidianas, masivas e identificables como las noticias a las que se jactan de sobrevivir”.
Al conductor y periodista Mario Mactas le tocó hablar de Sarkozy y Bruni en medios tan disímiles como TN, Radio Continental y la revista Para Ti y opina luego que “una relación vale tanto para mí como un hallazgo científico o las elecciones norteamericanas. La realidad no se presenta en orden, como las secciones de un diario. En la cabeza de uno las cosas son tumultuosas, imágenes, sensaciones”. No dijo que valiera mucho, sólo que vale igual. El caos de noticias que se expanden por secciones imprevistas acepta, sin embargo, una catalogación más: “La prensa del corazón y la del chisme son dos cosas bien distintas –explica Mactas–. La primera es Hola, y ahí impera la felicidad, las cosas que terminan bien. En los programas gossip impera la infelicidad, la pelea, el divorcio, la sospecha. Los noticieros son cabalgatas de sucesos donde entra todo; cuando la noticia es espesa o indigesta pueden aliviarse un poco con este otro tipo de temas”.
–¿El rumor se consagró como una fuente legítima más allá del programa de chismes (considerando que todo lo dicho sobre el affaire Sarkozy empieza y termina en una fuente anónima)?
M. M.: –El rumor es parte de la información, y en ese sentido no soy beato. Está muy próximo a la noticia. La primicia última sobre el mensajito enviado por el presidente francés a Cecilia la publicó Le Nouvel Observateur, y eso que es un diario de prestigio.
La clasificación de la información sentimental acepta tantas divisiones como gente que opina, y el panelista de Intrusos Daniel Gómez Rinaldi introduce la cuestión de la referencia nacional. Dice: “Yo trabajaba en La Revista (la versión local de Hola), y temas como el de Sarkozy me parecen fascinantes. Intrusos no los toca porque está enfocado en temas locales. No somos como Corazón, corazón en España. Ellos tratan todo más light. En la Argentina no hay un programa magazine rosa. Tendencia lo hace pero en 50 segundos. Nuestro Sarkozy fue Menem, con alguna chica del ambiente en su momento”. Entre la fascinación que ejerce toda intimidad expuesta y el apogeo del chisme aplicado a la política se dirimen la venta y el rating, aunque tal vez lo más importante esté quedando afuera de algunas coberturas, como señalaba el filósofo francés Bernard Henry Levy en una entrevista reciente: “Lo que más debería preocupar de Sarkozy, en realidad, es que se trata de un verdadero hombre de derecha –dijo Levy–. Cuando dice basta ya de arrepentirse públicamente por Vichy (la complicidad francesa con el régimen nazi) o por la colonización, es auténticamente sincero. Y eso me hiela la sangre”.
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