Mientras Mauricio Macri anuncia el censo con el que promete limpiar la nómina de empleados públicos de la ciudad, separando a los supuestos ñoquis, en Cultura del Gobierno de la Ciudad los cambios de estructura siguen generando polémica. Los miembros del Programa Cultural en Barrios denunciaron el recorte de estos talleres a la mitad (de 1200 a 600), la consiguiente reducción del plantel docente y la falta de pago de los salarios de los meses de enero y febrero, aun con una partida presupuestaria asignada. Mientras tanto, el nuevo coordinador del Programa, Guillermo González Heredia, dio a Página/12 una versión completamente opuesta: según el funcionario, este año hay más horas cátedra asignadas que en 2007 (el número ascendió de 3900 a 4080 por mes) y no sólo “no se cerraron talleres”, sino que se abrirán más. Y “la demora” en el pago de haberes obedece a “un tema administrativo que está pronto a resolverse”.

Ayer, en una conferencia de prensa en el Centro Cultural de la Cooperación, se detalló el panorama actual del programa que nació en 1984 y que, según se aseguró, “siempre tuvo que ser defendido de amenazas de recortes de las sucesivas gestiones, pero nunca en un nivel tan extremo”. Con una prolija enumeración de hechos, contenido y forma de dictado de los talleres, explicación de la situación laboral pasada y actual de los docentes –contratos basura del Estado de por medio–, descripción de la historia del programa y planteo de soluciones en el corto, mediano y largo plazo, los delegados y docentes del programa Daniel Conte y María Eva Blotta trazaron las coordenadas de un panorama que, así planteado, parece amenazado en su continuidad. Los acompañaron en la mesa los directores del Centro Cultural de la Cooperación, Juan Carlos Junio y Juano Villafañe. También se repartieron copias de las circulares internas aparecidas tras el cambio de gestión y planillas que detallan la baja de horas cátedra de cada docente de las plantas de tres centros culturales tomados como ejemplo.

Pero el conflicto también suma respuestas oficiales y, según suene una u otra campana, se describen dos situaciones opuestas, con datos objetivos también inconexos. El martes pasado, tras la primera movida pública de los talleristas, el Ministerio de Cultura de la Ciudad difundió una gacetilla en la que se especifica lo que ahora repite González Heredia: “Con alrededor de 16 mil vecinos cerró la inscripción para los talleres gratuitos del Programa Cultural en Barrios, superando de esta forma la convocatoria de 2007. Por este motivo, el Ministerio de Cultura porteño decidió ampliar la oferta de cursos dictados en los centros culturales barriales”. Así, según esta versión, el próximo mes se sumarán 120 nuevos talleres, y a lo largo del año se abrirán todavía más. La inscripción se hizo con normalidad y éxito, y todavía está abierta para los cursos con vacantes. Y la cifra de 1200 talleres, según Heredia, “no se sabe de dónde salió, nunca existió”. “Hoy estamos en unos 800 talleres, y vamos por más”, contabiliza el funcionario. Según Daniel Conte, esta es “una mentira descarada”. El docente detalla que la fecha de comienzo de los talleres se pospuso sin previo aviso y luego se repartió vía mail la nueva oferta, “con el recorte del 55 por ciento”, sin explicaciones de por medio.

El reclamo por la reapertura de los talleres viene sumando numerosas adhesiones de hombres y mujeres de la cultura, desde que cobró visibilidad pública tras los cortes de calle que organizaron los talleristas el viernes pasado. Entre los asistentes a la conferencia estuvieron Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; Luis Zamora, Héctor Bidonde, el escritor Vicente Battista, representantes de ATE, CTA y la Asociación Argentina de Actores. Y adhirieron al reclamo, entre muchos otros, Eduardo “Tato” Pavlovsky, Roberto “Tito” Cossa, Mauricio Kartun, Leonor Manso, Norman Briski, Coco Romero, Patricio Contreras, Laura Devetach, Lorenzo Quinteros y el diputado Roy Cortina, en nombre del socialismo porteño. Al cierre de esta edición, González Heredia recibía un petitorio de los delegados docentes, tras una protesta organizada frente a su despacho.