Domingo, 13 de abril de 2008 | Hoy
INFORME SOBRE CENSURA, PRESIONES Y RESISTENCIAS EN LA WEB
Desde embestidas de gobiernos nacionales hasta la presencia de espías amenazan el libre flujo de información, aunque los especialistas aseguran que el riesgo aún es menor gracias a la estructura inabarcable de la red.
Por Facundo García
Con el siete por ciento de los argentinos conectados a banda ancha desde su casa, el aparente caos de datos al que poco a poco nos vamos acostumbrando invita a hacerse una pregunta chiquita pero intrigante: ¿qué posibilidades hay de que la estructura de Internet permita a alguien censurar creaciones artísticas, científicas o políticas a nivel global y según criterios autoritarios? La respuesta tiene mucho que ver con la inteligencia que activen los usuarios a la hora de conquistar espacios de poder.
Dicen los ajedrecistas que para sacar ventaja en los tramos iniciales de un partido hay que procurar el dominio del centro, cosa que no valdría la pena si el tablero, en vez de ser cuadrado, tuviera la forma de la Web. De ser así, peones y reyes se trasladarían a toda velocidad junto a miles de piezas, a través de un océano de casilleros digno de las pesadillas de Borges. Lo que habría que anotar antes de armar cualquier plan es entonces la palabra “complejidad”. Después, a jugar con conciencia. No vaya a ser que el jaque mate llegue sin aviso.
Este es un año especial para los cibernautas. Por un lado, el ente que se ocupa de regular la asignación y administración de los dominios de Internet –la Icann, Internet Corporation for Assigned Names and Numbers–-, pidió el 9 de enero que se le otorgue independencia respecto del Departamento de Comercio de Estados Unidos, que hasta ahora ha oficiado como supervisor. Esto quiere decir que una de las organizaciones que tiene la capacidad de poner o sacar participantes en el mundo digital está tratando de quitarse el collar estatal, lo que contribuye a alimentar la sensación de que una nueva etapa está por empezar.
Mientras, las nuevas tecnologías ya confirmaron que el estereotipo del censor que suprime artículos periodísticos a la voz de tachín-tachín tiene un pie en el pasado. Hacia eso apunta Javier Salinas, técnico responsable de las comunicaciones de Icann durante el congreso que esa organización hizo en Mar del Plata en abril del 2005. A su criterio, podrán persistir equipos de censores, pero su trabajo será cada vez más inútil ya que “la estructura de Internet es casi inimaginable. Cualquier persona con unos pocos conocimientos de redes informáticas es capaz de tener un servidor en su propia casa y redistribuir información. Tal como está, la Web es incontrolable”.
Pero, ¿qué pasaría si aquellos curas de pueblo que recortaban los besos de las películas reencarnaran en burócratas vestidos como Darth Vader y con renovada vocación fascista? ¿Podría eliminarse definitivamente alguna zona rebelde del ciberespacio? “Imposible”, se apura Salinas, con la velocidad de un maestro Jedi. El especialista menciona el caso chino como prueba. “Como resulta inevitable que las opiniones contrarias al gobierno se publiquen, ellos tienen que filtrar sitios en forma permanente, y exigirles a las empresas que desembarcan en ese país, como Google, Microsoft o Yahoo!, que impidan a sus habitantes ver noticias o encontrar links con palabras como Tiananmen.”
Primera salvedad: en el territorio controlado por ciertos Estados, se pueden vedar páginas en las que se refugian quienes desafían al statu quo. Eso tiene un costo político –no hace mucho se planteó una polémica internacional acerca del supuesto bloqueo del blog cubano Generación Y–; pero cada tanto pasa. No obstante, la verdad es que el mismo contenido clausurado en un lugar está on line en otra parte del globo. En última instancia, siempre está la posibilidad de ir mudando los sites. No es lo óptimo, pero es algo.
Frente a ese panorama y con la influencia excesiva de Estados Unidos como argumento, han aparecido propuestas para generar una Internet alternativa, es decir, redes que funcionen de manera paralela y separada. Para Salinas estos proyectos son un intento de dar una “solución técnica a un problema político”. “Las redes aisladas pueden ser viables dentro de un país como China, porque admiten el uso de mecanismos de filtrado o de intercepción de datos que alivien la tarea de los monitores de información. Pero el mundo sabe que es un error implementar diferentes plataformas en un presente que tiende a la intercomunicación”, puntualiza.
La mayoría de los consultados no cree que el predominio de Estados Unidos en lo que respecta a regulaciones, infraestructura y registro de dominios pueda representar un problema grave. “Hay que tener en cuenta que ellos han corrido con gran parte de los gastos relacionados con el mantenimiento del sistema”, afirman. Más crítica es la perspectiva del impulsor de software libre Sebastián Criado. Desde Rosario, Criado advierte que, además de estar atentos a lo que sucede en los países de régimen autoritario, hay que saber que existe la posibilidad de que varios gobiernos se alíen para anular contenidos de manera coordinada. Como primer remate tira el dato de que “hoy, la mayoría de las máquinas encargadas de comunicar a quien escribe www.ejemplo.com con la dirección correcta están en Estados Unidos. Si ese gobierno decidiera hacer una gran denegación de servicio, podría paralizar la Red”.
El 3 de marzo, el Departamento de Defensa que preside el gobierno de Bush Jr. difundió, como todos los años, un informe que sopesa la fuerza militar de China. En el capítulo tres, el texto describe cómo la potencia de Oriente está considerando a Internet y los mensajes que circulan por ella como uno de los principales teatros de operaciones bélicas del futuro. Consultado sobre el tema, Criado afila su olfato de programador y asegura que “varios países están preparando sus arsenales electrónicos, tanto para la defensa como para el ataque del acceso a Internet”. La idea es considerar como opción el aislamiento de naciones enteras. Sin embargo, los censores suelen utilizar herramientas más sencillas. “En realidad los más grandes obstáculos de hoy son la acumulación de conocimientos en pocas manos y la falta de acceso –y tiempo– que tienen grandes masas de personas”, cierra Criado, que también piensa que el drama del analfabetismo digital es otra de las formas de dejar opiniones afuera, a partir de “un problema de fondo que no se resuelve de la noche a la mañana, ni tampoco regalando computadoras”.
Chile, 1973. Cuando los golpistas derrocaron a Allende se encontraron con un extraño amasijo de aparatos enchufados entre sí. Como no sabían para qué servía, lo destruyeron. Así terminó la historia de Cybersyn (cybersyn.cl), un revolucionario método de interconexión que la vía chilena al socialismo había comenzado a instalar con vistas a conseguir que los trabajadores pudieran expresar al presidente sus inquietudes y necesidades en tiempo real, desde los cuatro puntos cardinales. El pinochetismo procuró borrar todo, pero con la democracia empezaron a aparecer investigadores interesados en el tema, e incluso actualmente existen tesis de doctorado en las que se compara el novedoso proyecto del gobierno marxista con el estado actual de la Web. Y adivine qué: encuentran más similaridades que diferencias.
En efecto, para Mariano Amartino, consultor en tecnología, licenciado en Ciencias Políticas y responsable del blog Denken Über (www.uberbin.net); los principios que guían la circulación de datos y expresiones por Internet son “lo más socialista que hay”, aunque desde hace unos años se avizoran varios peligros. “Yo identifico dos inconvenientes principales para un uso democrático. Uno podría ser el que representan los partidarios de ciertas nociones anquilosadas de la propiedad intelectual”, evalúa. Se refiere al hecho de que las corporaciones del entretenimiento están intentando servirse de distintas leyes para impedir que sus potenciales clientes aprovechen todas las opciones de distribución y copia que les ofrece el actual estadio tecnológico. “No está mal que las multinacionales quieran ganar dinero –sentencia Amartino–; pero sí que defiendan conceptos desfasados respecto de los tiempos que corren.”
El otro riesgo tiene que ver con las amenazas a la llamada “neutralidad de la Red”. Se supone que el sistema trata de igual manera al tráfico de información que genera un blogger y al que produce una trasnacional, rasgo que obviamente va en contra de oscuros intereses. “Hay algunos proveedores de servicio que tienen en mente comenzar a darle prioridad a aquellos que estén dispuestos a pagar peaje, o sea, un extra económico que garantizaría la transmisión satisfactoria de información. Esas diferencias no me parecen positivas. No estuvieron nunca dentro del concepto de Internet y no están entre las características que han favorecido su crecimiento”, cierra el analista.
Desde siempre, el espionaje ha ido de la mano con las amenazas a la libertad de expresión. Hoy el viejo oficio de fisgón sigue vivito y coleando. Así lo explica el consultor en seguridad informática Arturo “Buanzo” Busleiman, que jura que los usuarios son espiados, en principio, por proveedores de Internet que aducen “motivos técnicos”. El hecho no sería tan terrible si no fuera porque a través de los proveedores, la información personal suele llegar también a gobiernos y empresas particulares. Citar el caso de las entidades que amenazan a internautas con juicios por “bajar canciones” acaso sea abundar en un ejemplo demasiado obvio.
El auge vigilante ha provocado la aglutinación de quienes se proponen combartirlo. Buanzo cuenta que gracias a Roger Dingledine, autor de un software que permite navegar anónimamente por Internet (www.torproject.org), él ha podido comprobar la riqueza de los movimientos que se plantan a favor del libre intercambio de cultura y la conservación de la intimidad. El optimismo que guía a tantos bochos se hace más comprensible cuando el entrevistado agrega que, a esta altura, la era digital ha puesto en movimiento un universo “demasiado complejo como para que las limitadas mentes de los grupos interesados en apagar la libertad puedan hacer algo”. ¡Jaque!
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