Jue 11.08.2005
espectaculos

“PUENTES”, EN EL ROJAS

Tres coreógrafos y tres propuestas

Litvak, Prado y Biasotto, docentes de danza, trabajan con sus propios alumnos.

Un puente, por definición, une dos orillas distanciadas. Fue éste, justamente, el objetivo perseguido por el Centro Cultural Ricardo Rojas cuando, desde las áreas de Programación y de Coordinación de Cursos de Danza, se ideó el ciclo que lleva este mismo nombre: Puentes. Porque si, hasta el momento, la pedagogía y la programación estaban separadas por un océano de por medio, este proyecto abre el terreno para construir una red de caminos que acerquen a ambas. Para tal fin, se convocó a Gabriela Prado, Luis Biasotto y Gerardo Litvak, tres coreógrafos-docentes, con el objeto de seleccionar un grupo de alumnos y montar varios números de danza contemporánea con ellos. El programa, que presentará este trío coreográfico durante todo agosto, está compuesto por tres obras, cada una correspondiente a un creador: Tres canciones, de Litvak; Verde, muy verde, de Prado, y Mr. Bunque, de Biasotto, más cerca de la danza-teatro, género que rompe las fronteras entre los lenguajes.
Bajo esta consigna, la de establecer puentes creativos entre las áreas pedagógicas y de programación, la institución perteneciente a la Universidad de Buenos Aires abrió durante tres meses sus salas de ensayo a los alumnos, siempre con el afán de complementar “este espacio de aprendizaje, experimentación y creación” que son los cursos, con un trabajo de índole más profesional: “La clase es un proceso abierto, en constante cambio, y se enriquece cuando esta experiencia se liga con la posibilidad de participar en la creación y montaje de una obra”, explica Patricia Dorin, coordinadora de cursos del área de danza. De este modo, más de veinte jóvenes (y no tan jóvenes, pues algunos integrantes están más cerca de la tercera edad), seleccionados previa audición, tienen hoy la posibilidad de presentarse, tal vez por primera vez, en un espectáculo profesional, dirigidos por coreógrafos con amplia trayectoria en lo que se refiere a danza contemporánea: Litvak y Prado trabajaron junto al grupo Nucleodanza, dirigido por Margarita Bali, y Biasotto, director e intérprete del grupo Krapp, participó de la reconocida Mendiolaza (estrenada en el II Festival Buenos Aires Danza Contemporánea) y es el autor de Llueve, obra actualmente en cartel, de la cual también participa Prado.
“Fue muy estimulante trabajar con gente que no conocía, que no tiene tus códigos; algunos vienen del teatro, otros del tango, todos con formaciones muy distintas”, cuenta Biasotto, y continúa: “Era un desafío hacer un trabajo con tan pocas horas y tanta gente, ver hasta dónde se podía llegar, y resultó una experiencia muy enriquecedora”. Los disparadores que motivaron las temáticas de las obras fueron varios y muy disímiles: En Tres canciones, Litvak propuso trabajar con música de películas y explorar los movimientos evocados a partir de dichas melodías, apelando principalmente a los recuerdos. Por su parte, Mr. Bunque fue el resultado de un proceso de exploración intenso, en el cual Biasotto desechó las ideas que traía a priori y se “nutrió con lo que los chicos iban demandando de mí”, poniendo especial acento en la utilización de la voz para generar climas, combinando risas, cantos, murmullos y gemidos. Prado, en cambio, decidió continuar con una investigación previa, vinculada al espacio: “Yo venía de trabajar en el CETC en un espacio inmenso y acá me encontré con uno muy reducido y con diez personas arriba del escenario. Por eso decidí abordar el tema del espacio urbano, que generalmente es muy pequeño, el espacio de los subtes y trenes, en donde uno está obligado a estar pegado durante varios minutos con alguien que no conocés y mirarse a los ojos”. Así surgió Verde, muy verde, que alude al “estado interior que se busca”, en ese intento de conservar la propia identidad en las grandes urbes.
Lo que, efectivamente, todas las obras tienen en común, es no haber partido de lo específicamente formal, de la marcación de una sucesión de pasos, sino de un proceso de exploración más vinculado al hecho teatral o cotidiano. “Para mí cualquier movimiento puede ser danza”, afirma Litvak. “A mí me interesaba trabajar con la imagen-situación, quería hacer otra cosa, no específicamente danza, y me pareció que éste era un espacio idóneo para probar”, agrega Biasotto. Y Prado resume: “Es una experiencia que les sirve a los chicos y a mí también como coreógrafa. Personalmente, me encantó”. Ahora restan las funciones, que se llevarán a cabo todos los viernes de agosto en la Sala Batato Barea del Rojas (Corrientes 2038) a las 21, prueba de que el puente, efectivamente, ha sido tendido.

Informe: Alina Mazzaferro.

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