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Viernes, 13 de mayo de 2011

FOTOGRAFIA › LA CHUTE, DE DENIS DARZACQ, EN LA ALIANZA FRANCESA

La potencia de lo ambiguo

El fotógrafo francés, ganador del premio World Press Photo en 2007, retrató a jóvenes suspendidos en el aire, y es difícil adivinar si están a punto de impactar contra el suelo o van a remontarse a las alturas. “Intento habilitar más de una lectura”, explica.

 Por Facundo García

El juego es simple. Consiste en captar el momento en que la persona salta para retratarla suspendida, “volando”. En fiestas y vacaciones, la costumbre se repite con la uniformidad de los rituales que nacen al calor de la tecnología. Pero el fotógrafo Denis Darzacq le dio otra vuelta. En su muestra La chute –o “La caída”, que puede verse en la Alianza Francesa, Córdoba 946– es difícil adivinar si los cuerpos están a punto de impactar contra el suelo o van a remontarse a las alturas. Y en esa incertidumbre, el espectador establece un diálogo con sus propias nociones acerca del equilibrio, la belleza y la muerte.

Es la potencia de lo ambiguo. Darzacq registra, sin photoshopear, a sujetos que oscilan entre el aleteo y el tropezón. “Intento habilitar más de una lectura. Por supuesto, eso no significa que no pueda hacer un listado de las problemáticas que me interesan: la soledad de la juventud, la paranoia que se desató después de los ataques al World Trade Center y el deseo de saber si después de quinientos años explotando los recursos del mundo entero no ha llegado la hora de que los occidentales cedamos el poder a otras sociedades”, enumera el entrevistado.

Estos chicos y chicas, ¿caen por accidente o fueron empujados al abismo? ¿Bailan o están muriendo? Tal vez hagan todo eso al mismo tiempo. El espectador puede situarse en un marco lúdico –y entonces se empapará de asombro ante la plasticidad de las posturas– u optar por la lente sociológica, que revelará en esas acrobacias la huella de una generación que cada tanto se revienta la cabeza contra el asfalto. De hecho, La chute se gestó como consecuencia de las protestas juveniles que incendiaron los suburbios parisinos en 2005, cuando jóvenes de origen árabe y africano tomaron las calles en protesta contra el desempleo y la exclusión. Eso, más el recuerdo de las víctimas de los ataques terroristas tirándose al vacío por las ventanas de las Torres Gemelas, terminó de darle forma al proyecto.

–Por un lado está la armonía en el movimiento de estos pibes. Por otro, lo siniestro de verlos a centímetros del suelo, en los umbrales del porrazo. ¿Qué pesa más en su trabajo, el optimismo o lo fatal?

–No sé si es optimismo. Mi deber es combatir el fatalismo y no caer en la caricatura. Los jóvenes me interesaron porque a su edad el lenguaje más desarrollado es el corporal. Después vamos perdiendo la gracia. Uno se vuelve fotógrafo, como yo, o periodista, como usted. En 2005 vi que la televisión francesa se emperraba en mostrar a estos habitantes de los barrios como si fueran todos brutos, insensibles y vagos. Sabiendo que en general la gente muere a causa de la ignorancia de los demás, salí a investigar. Me contacté con grupos de hip-hop o capoeira y juntos decidimos qué íbamos a mostrar. La meta era dar pruebas de que en las calles había más que lo que mostraban los noticieros.

–¿Y cómo está actualmente esa generación que protagonizó los enfrentamientos con la policía?

–No hubo grandes cambios. De todas maneras, yo quise romper el estereotipo de los medios. Encontré muchachos que a pesar de los inconvenientes sí leían y se esforzaban por ser mejores.

La chute desarticula al París de las postales con el detallismo de quien está manipulando una bomba. Los fondos son monoblocks o esquinas que podrían estar en cualquier gran capital, y la ropa de “los modelos” no tiene ningún rasgo que distraiga. Darzacq: “Procuro ser sintético. Mis imágenes son un diálogo entre los humanos y el entorno, y de esa comunicación surge la metáfora. En este caso, me interesó la ‘gravedad’ en todos los sentidos que se le pueda dar a la expresión, más allá de Francia”. Desde los que asocian la levitación a la santidad –con San Cupertino como patrón– hasta los monarcas que arrojaban enemigos políticos por la ventana –dando origen a la palabra “defenestrar”–, el vínculo entre los hombres y la fuerza gravitatoria derivó en una montaña de símbolos que pululan por los sueños y el arte.

Y no hace falta ponerse tan abstracto. El acto de saltar implica un despegue y una vuelta a la tierra. En el medio hay un vuelo módico, que los adultos aprenden a menospreciar a medida que se decepcionan de la existencia. Por eso el rescate de Darzacq no se agota en el interludio aéreo. “Roland Barthes decía que la fotografía reproduce lo que nunca más se va a repetir. Es la definición más bonita que conozco”, se entusiasma el artista, y deja al descubierto una de las dimensiones más fascinantes de su oficio.

* La chute permanecerá abierta hasta el viernes 3 de junio, entre las 9 y las 21 de lunes a viernes, y entre las 9 y las 14 los días sábados. Informes: 4322-0068.

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Darzacq comenzó documentando la escena rockera y luego fue fotógrafo de cine.
Imagen: Rolando Andrade
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