Sábado, 2 de mayo de 2015 | Hoy
FERIA DEL LIBRO › REDACCIONES CAUTIVAS, LA NUEVA NOVELA DE HORACIO GONZáLEZ
El sociólogo y director de la Biblioteca Nacional presentó ayer su libro acompañado por María Pía López, Eduardo Rinesi y Vicente Muleiro. “Me animé a narrar la tortura de irresponsable que soy”, destaca González.
Por Silvina Friera
¿Qué se puede escribir en cautiverio? ¿Qué queda del hombre cuando es sometido a las formas más extremas del terror? Estas son algunas de las preguntas que surcan las páginas de Redacciones cautivas (Colihue), la nueva novela que Horacio González presentó ayer en la Feria del Libro, con María Pía López, Eduardo Rinesi y Vicente Muleiro. “Informaré reservadamente de mi nombre. Joseph Albergare. Enfermo, enclaustrado, viejo. Mi profesión fue el periodismo. Dirigí dos diarios. El mío y el de los otros (...) No sé si era libre cuando fui obligado o si era cautivo cuando creí estar libre. Fui torturado, y eso no me excusa.” Este es un fragmento del primer párrafo de esta segunda ficción del director de la Biblioteca Nacional. Rinesi destacó que esta novela de González está a la altura de La condición humana, de André Malraux, porque se plantean los grandes temas de la filosofía: el problema del ser, el problema del yo y el problema de la identidad. “Albergare, torturado salvajemente, termina pensando como sus captores y torturadores y no necesita fingir para escribir desde el corazón de las tinieblas un artículo tremendo sobre el Río de la Plata”, precisó el filósofo.
“No falta humor en esta novela tremenda; es un humor más sutil y dolorido en medio de un libro por momentos devastador –advirtió Rinesi–. Es una gran novela argentina, una enorme reflexión sobre los fundamentos últimos de nuestra acción, de nuestros pensamientos y de los modos en que tramamos nuestras biografías.” López observó que existe una continuidad entre los ensayos y la narrativa del autor de Besar a la muerta. “Se trata de un ahondamiento, de una cierta experiencia de la lengua, una búsqueda de una precisión que implica cada vez desplegar más matices, revisar más diferencias, tolerar más paradojas. Su escritura es la del matiz como diferencia que difiere, como supo decir Deleuze. Pensador contra la tautología, se le ha dicho barroco, cuando lo suyo en todo caso es énfasis en tirar del hilo, deshaciendo las tramas que se presentan como pura evidencia”, ponderó la escritora y socióloga. “Escribir, para Horacio, es una meditación sobre la libertad y sobre las coacciones. Alguna vez lo oí en una clase insistir sobre una idea de Leo Strauss: estamos obligados a leer entrelíneas porque no se dice sólo lo explícito, también en los escritos proliferan los sentidos que corretean para no ser apresados por la censura”, evocó López.
Muleiro dijo que Redacciones cautivas es un intento desgarrado de examinar qué pasó con las subjetividades de los sobrevivientes. “El horror –escribe González– es indecible, un suceso impenetrable que no tiene narración, sino alarido final.” Hay dos periódicos que aparecen en la novela, El Heraldo y Creencias, y que podrían relacionarse o no con referentes como El Cronista Comercial, La Opinión o Convicción. El periodista y escritor citó otra frase de la novela por su onda expansiva: “Cada noticia tiene una orden de captura contra el hombre que la lee”. La segunda novela del director de la Biblioteca Nacional está atravesada por “un chamuyo dramático y misterioso” que es constitutivo de la personalidad de González como dialoguista de nuestra cultura. “Hay una puerta entreabierta que es un quehacer artístico ligado a una política, una dimensión artística cruzada por la intención de que el nosotros posible no se cancele, que los horizontes de la emancipación no se borroneen”, reflexionó Muleiro. “Me animé a narrar la tortura de irresponsable”, admitió González y recordó que en La condición humana se narra cómo se quema a una persona viva. “Quise examinar ese lugar de la historia argentina, no exento de discusiones, de una manera compleja. No sé lo que es hoy la heroicidad del héroe guerrillero, pero hice uno y le puse nombre indígena, Mariano Paguetruz. No sé qué quise decir con eso... No repitamos lo que ocurrió, pero sigamos esperanzados”, concluyó.
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