FERIA DEL LIBRO › LAS EDITORIALES INDEPENDIENTES SE UNEN EN STANDS COLECTIVOS
Solidos Platónicos, Todo libro es político, La Coop y La Sensación aglutinan un total de 64 pequeños sellos. “Acá se ha generado una especie de ministerio del Libro Independiente”, plantea Matías Reck, editor de Milena Caserola.
› Por Silvina Friera
La galaxia Feria del Libro dispone de un nuevo sistema planetario que viene creciendo en el Predio de la Rural, aunque no sea fácil verlo a simple vista. Nuevos trazos de luz como la indispensable bibliodiversidad aportan las editoriales independientes que se unen en colectivos para poder participar de la 42ª edición. La precursora fue Los siete Logos –Adriana Hidalgo, Eterna Cadencia, Entropía, Mardulce, Caja Negra, Beatriz Viterbo y Katz– en 2013. Ahora, tres años después, se han incorporado los Sólidos Platónicos, Todo libro es político, La Coop y La Sensación. Los cinco colectivos aglutinan un total de 64 editoriales. El patio trasero, de Estados Unidos es Todo libro es político, ubicado en el pabellón amarillo por segundo año consecutivo, en el stand 1916. “Por una cuestión geopolítica, le llamamos el patio trasero. Preparamos algunos dispositivos para resguardarnos: no sólo el alambre de púa, sino las armas que cuelgan y una camarita de seguridad para filmar cualquier tipo de movimiento que tengan. Colaboran con nosotros la Internacional Errorista. Tenemos los mismos afiches que usamos para la marcha del 24 de marzo, a la que le llamamos Operación Alegría. En inglés le decimos a Macri ‘no se puede’, declarando el estado de emergencia y excepción, que es el que estamos viviendo”, ironiza Matías Reck, editor de Milena Caserola.
El mate circula de boca en boca, entre los editores que atienden a los lectores que preguntan o revuelven las estanterías de las veintiún editoriales que conviven en este espacio: Milena Caserola, Tinta Limón, Traficantes de sueños, La Cebra, Hekht, Madreselva, Dedalus, Virus, Cactus, Biblioteca Nacional, El 8vo loco, Letra Sudaca, La Bola, Puente Aéreo, Tren en movimiento, Editorial Municipal de Rosario, Futuro Anterior, Lom, Pólvora, Las cuarenta y Tiempo robado. “Hay incertidumbre sobre si hay una crisis. Si el libro no es un bien de necesidad primaria, entonces la crisis va a repercutir en la caída de las ventas. Quizá no entramos tanto en esta discusión económica, sino que vamos por algunos otros márgenes para intentar mostrar lo que hacemos –explica Reck a Página/12–. Desde nuestra trinchera nos sentimos bien en la feria, sobre todo también por la circulación de otras editoriales independientes y otros stands colectivos, con los cuales nos vemos las caras y compartimos un espacio común.”
¿Qué significa para editoriales que durante mucho tiempo han estado al margen de la Rural estar ahora dentro del sistema Feria del Libro? “Nunca estuvimos afuera del sistema porque los circuitos que vamos creando y consolidando construyen públicos lectores que van buscando nuestros libros. La Feria nos posibilita mostrarle a un público más amplio lo que venimos haciendo. No estamos por fuera del sistema, en realidad creamos otro circuito de circulación de los libros. Nosotros consideramos que este espacio es una feria dentro de la Feria”, opina Marilina Winik, editora de Hekht. “Llegamos acá desde la autogestión, desde vínculos y redes que fuimos armando en diez años de Feria del Libro Independiente. Pudimos consolidar las propuestas y acceder a un lugar acá, pero no sentimos tanto la diferencia entre el adentro y el afuera”, agrega Reck. “El catálogo colectivo de ‘Todo libro es político’ reúne un montón de propuestas para pensar el presente –advierte el editor de Milena Caserola–. Uno va recorriendo el catálogo y se mete en discusiones más superestructurales o de la micropolítica también, con propuestas para pensar las cuestiones de género. Tenemos una colección que se llama (Im)Pensados, que editó El otro Marx, de Oscar del Barco; Foucault para encapuchadas de Manada de lobxs y Etica amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres de Luditas Sexxxuales, colectivos que intentan poner en cuestión las formas de relacionarnos y radicalizar propuestas de discusiones en el terreno del feminismo”. Winik señala que hay muchos lazos entre las editoriales porque están “hermanadas en un diálogo permanente.”
El patio trasero está cada vez más concurrido y animado. Hay unos 6000 libros, un promedio 20 títulos por cada editorial y unos 420 títulos de ensayo político, filosofía, narrativa, historieta y poesía. El más barato es un libro que cuesta 30 pesos: Macri es la cultura, una compilación de textos publicados en diferentes blogs –Lobo suelto!, Juguetes perdidos y Emergentes– y en la revista Crisis. También se pueden conseguir libros a 80 pesos y el promedio oscila entre los 100 y los 150 pesos. “Nos vamos apropiando del espacio. El año pasado, que fue la primera vez que estuvimos en la Feria, había que desembarcar. Este año el stand está más abierto; la gente circula de otra manera”, dice Winik. Javier Bendersky, de la Periférica Distribuidora, fundamenta la inclusión de los libros editados por la Biblioteca Nacional. “El desarrollo de nuestra práctica no está atado al cálculo económico de si va a ser o no rentable, funcionamos más por energías que se juntan. La producción editorial de la Biblioteca en estos años ha sido muy valiosa. Decidimos incorporarla por el momento político tan complicado que están atravesando los trabajadores. Por lo que ha anunciado el nuevo director de la Biblioteca, esa producción va a desaparecer.”
Reck recuerda que la mayoría de los que comparten el stand vienen de tener los libros sobre una mesita en la calle. “El año pasado hicimos una feria en Tecnópolis y los mismos trabajadores de Tecnópolis nos compraban los libros. Ahora con los 500 despidos en el ministerio de Cultura, vemos que la comunidad de lectores es la que se está perdiendo. Pero son tan fuertes las redes que armamos que me parece que tenemos resto. Acá se ha generado una especie de ministerio del Libro Independiente.” El espacio en la Rural le cuesta a este colectivo de 21 editoriales 150 mil pesos. “No pagan todas las editoriales un costo fijo, sino que tenemos un sistema de prorrateo: el que más vende más paga. Eso nos permite estar juntos”, admite Bendersky y sugiere que sería interesante, para la próxima edición, que se pueda generar un barrio o calle con todas las editoriales independientes.
Un colectivo de editoriales independientes que debuta en la Feria es La Coop, en el pabellón azul, el stand 526. El colectivo lo integran 12 editoriales: Santos Locos, Audisea, Alto pogo, Mágicas naranjas, Años luz, Ediciones Vox, China editora, Paisanita editora, editorial Azul, Conejos, Espacio Hudson y ¿Qué diría Víctor Hugo?; más una editorial invitada: la cordobesa Nudista. Marcos Zanger, editor de Audisea, cuenta cómo se formó este colectivo. “El objetivo era armar una distribuidora que resolviese el problema de la distribución para las pequeñas editoriales. Nos planteamos el desafío: somos 12, ¿entramos a la Feria?”. El grupo de los 12 decidieron entrar a la Rural, no perderse la oportunidad de ampliar el horizonte de mayor circulación. El alquiler del espacio de 16 metros cuadrados costó unos 50 mil pesos, sin los muebles y la instalación. Los gastos se dividen por partes iguales entre las doce editoriales. “La crisis económica va a impactar en la venta de libros y sabemos que va a ser un año difícil. Pero nuestros libros no compiten en precio porque son mucho más económicos que los libros de las grandes editoriales. Hacemos ediciones económicas sin descuidar la calidad”, subraya Zanger y comenta que desde que empezaron las Jornadas Profesionales –el martes pasado– hasta el sábado han vendido unos 300 libros. “Una particularidad de estos espacios colectivos es que los stands son atendidos por los propios editores, no por vendedores. Nos organizamos con tres turnos rotativos los sábados y domingos, porque el horario es más largo; y dos turnos durante los días de semana. Yo quiero venir todos los días. Quizá dentro de tres días no quiera venir más”, reconoce el editor de Audisea con el entusiasmo del debut todavía intacto, mientras cobra los 160 pesos de Merca de Lloyd (Alto pogo), novela que acaba de comprar una joven lectora. En La Coop los libros más económicos cuestan entre 80 y 100 pesos. El costo promedio oscila entre los 150 y 200 pesos. Un asterisco Polonia de José Kozer (Audisea), Hay gente que no sabe lo que hace de Alejandra Zina (Paisanita), Los wachos de Walter Lezcano (Conejos) y La piedra es el poema de Diana Bellessi (Espacio Hudson) son los libros más vendidos.
Al caminar por el pabellón azul, entre calles y desvíos que distraen, de pronto se llega a un lugar que parece una verdulería o un bodegón de barrio, estética poco frecuente por estos pagos. En una pizarra está anotado el menú de apellidos que sugiere el colectivo La sensación (stand 428), integrado por Blatt & Ríos, Iván Rosado (Rosario), Mansalva y Caballo Negro (Córdoba): (Mario) Levrero, (Pablo) Katchadjian, (Hebe) Uhart, Fogwill y (César) Aira. La Sensación es una feria de editoriales independientes que se hace en la librería La Internacional Argentina en Villa Crespo. “Tenemos una política de ampliar el mercado más que cerrarlo. Nosotros queremos que los estudiantes universitarios y terciarios y los docentes puedan comprar nuestros libros –afirma el escritor y editor Damián Ríos–. Las editoriales grandes más que ampliar el mercado lo que quieren es quedarse con una parte más grande del mercado que ya tienen. De ahí las políticas de algunas editoriales que agarran a las editoriales pequeñas como semilleros, toman a los autores que mejor funcionan, les pagan más anticipos y se los llevan. Nosotros no queremos eso. Nosotros estamos por ampliar el mercado.” Hay unos 400 libros en este espacio en el que se han vendido bien varios títulos: Las clases de Hebe Uhart de Liliana Villanueva (Blatt & Ríos), La carne de René de Virgilio Piñera (Blatt & Ríos), Diálogos en el campo enemigo de Fogwill (Mansalva) y Preparación para el amor de Leticia Obeid (Caballo Negro).
La única forma que tienen muchas editoriales de estar en la Feria es generando colectivos para amortiguar los altos costos que implica llegar a la Rural. En el stand 727 del pabellón azul por tercer año consecutivo vuelven los Sólidos platónicos, un colectivo que aglutina a nueve editoriales: Letranómada, Aquilina, Fiordo, Criatura, Sigilo, Libraria, Ediciones Godot, Gourmet Musical y Wolkowicz. “Nos va bien, de a poquito se va instalando el lugar”, dice Leandro Donozo, de Gourmet Musical. “Somos editoriales que nos complementamos en los catálogos y tenemos un punto de vista en común de cómo pensamos el libro y la edición. Nos importa el contenido y no descuidamos la parte gráfica del objeto libro. La industria del libro da para muchas cosas. A veces hay editoriales muy diferentes que lo único que tienen en común es que hacen cosas con papel impreso.” El espacio cuesta unos 40.000 pesos, pero la cifra asciende a unos 100.000 pesos con los gastos de instalación del stand. “Esta es una opinión personal mía, no del colectivo –aclara Donozo–. La Feria del libro es rara. Las semanas que deberían ser el equivalente a la temporada de verano en vez de ganar plata nos desangramos para estar. Es mucho esfuerzo, son tres semanas de estar muchas horas acá, de invertir mucho dinero y prepararte durante meses para salir hechos. En ninguna industria del mundo eso se llama negocio. Hay una cuestión promocional de que nuestros libros lleguen a más públicos que va compensando el esfuerzo.”
No sabe Donozo cuántos libros llevan vendidos entre todos los Sólidos Platónicos, pero calcula que la cifra puede variar entre los 400 a 500 libros. Los más vendidos en estos primeros días son Stoner, una novela de John William (Fiordo); Los nuevos malos de François Jost (Libraria), Algo más de Marcelo Cohen (Sigilo) y Estación imposible. Expreso imaginario y el periodismo contracultural de Sebastián Benedetti y Martín Graziano (Gourmet Musical). “Hay una mezcla de recesión, inflación y malas expectativas; entonces la gente está con cuidado y mucha cautela con los gastos, lo cual empeora la recesión porque además de gastar menos se piensa que todo puede ser peor. Veo que muchas editoriales aplican la estrategia de desensillar hasta que aclare –reflexiona Donozo–. En editoriales más pequeñas como las nuestras publicamos lo que nos parece que hay que publicar, pero no para acaparar el mercado. Todos tratamos, en la medida de nuestras posibilidades, de tirar para adelante, traer nuevas novedades, hacer descuentos y buscar nuevas vías de comercialización.
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