Lunes, 10 de febrero de 2014 | Hoy
SERIES › SERIES MOB CITY, MINISERIE DE SEIS CAPíTULOS, POR TNT
Versión televisiva sobre el ascenso de la mafia en la mayor ciudad de California, la serie de TNT juega a dos bandas, entre la leyenda y lo fáctico, con su buena dosis de testosterona bien vestida y musicalizada.
Por Federico Lisica
Imagínese a Philip Marlowe a la caza de Ray Luca de La Historia del Crimen; a Sam Rothstein de Casino perseguido por Eliot Ness; a Lucky Luciano de juerga con Tony Soprano o, mejor aún, declarándole la guerra a su clan. En Mob City (va por TNT a las 22), todos los componentes de las historias de mafia, reales o inventados, parecen tener lugar en una ciudad de Los Angeles de finales de los ’40 (como ya lo hiciera la notable L.A. Confidential).
El trasfondo es la batalla que se dio entre el jefe de la LAPD, William Parker (Neal McDonough), y uno de los líderes de la mafia, Mickey Cohen (Jeremy Luke). Con un ambiente brumoso y nocturno, clubes en donde resuena jazz orquestal, Mob City se zambulle en días de posguerra tan glamorosos como sombríos. La urbe es una de las protagonistas de la serie, geografía que halló su sentido como meca del cine, mientras los criminales querían volverla su base de operaciones en la Costa Oeste. Más allá de los múltiples personajes, el encarnado por Jon Bernthal (The Walking Dead) es quien copa la parada. Aquí interpreta a Joe Teague, un ex combatiente convertido en detective: “En los westerns uno distingue los buenos de los malos por sus sombreros blancos o negros... Yo vivo en un mundo de sombreros grises”, lo definió. El actor viene de meter un pleno por su papel ínfimo y muy violento en The Wolf of Wall Street. Su physique du rôle es el necesario para un género con bandidos carismáticos y hombres de ley que no lo son tanto. El creador de la serie, Frank Darabont, dijo haber concebido el personaje para Bernthal por la forma tranquila en que parece un duro y porque le recuerda a Robert Mitchum. Curiosamente, el suyo es uno de los poquísimos roles ficcionales entre sujetos como Bugsy Siegel (Edward Burns), quien ya tuvo sus recreaciones en el pasado (de Bugsy a El Padrino). Jugando a dos bandas, entre lo fáctico y la leyenda, Mob City opta finalmente por la segunda, pero con una recreación de época fascinante.
El nacimiento de esta miniserie de seis capítulos (hoy se emiten el tercer y el cuarto episodio, termina el próximo lunes) tuvo que ver con un malentendido de Darabont (director de Sueño de libertad, y a cargo del piloto de The Walking Dead) al encontrarse con el libro L.A. Noir de John Buntin. Al leer el nombre, y ver su portada en estricto blanco y negro luminoso, pensó que se trataba de ficción; mientras lo devoraba se dio cuenta de que todo lo que se contaba sobre el ascenso de la mafia en la ciudad más grande de California era real. “Eso volvió al libro mucho más interesante, no pude dejarlo en dos días, inmediatamente al terminar de leerlo hice una llamada para conseguir los derechos”, dijo. Además de los asesinatos sin piedad, de las luchas por dinero, de la corrupción, de la masculinidad bien vestida, hay otros atractivos para los amantes del género. Mob City lo sazona con el alma de la novela negra. Es por esto que no faltarán los siempre eficaces claroscuros, el alcohol, armas que despiden humo, los límites más bien laxos entre bien y el mal, junto a la presencia de una mujer fatal (el personaje interpretado por Alexa Davalos es el único femenino de vital importancia). “Incluso en nuestra precisión histórica nos tomamos algunas libertades. Agradezco a Dios que esto no sea un documental. Pero ciertamente se trata de una historia coral en la que el foco está puesto en la pelea de la mafia contra la policía, así hasta llegar a lo que efectivamente sucedió en la historia de Mickey Cohen contra William Parker”, explicó Darabont.
El elenco, la trama, el vestuario y escenarios exudan la testosterona angulosa propia del noir. Darabont señaló que había algo “sexy y peligroso” en esa era de la cual se declara un fanático perdido: “Amo todo. Es un período fascinante para retratar. Amo la novela negra porque la amenaza y la desesperación son como una puñalada, sean los buenos o los malos, todos tienen una perspectiva, nunca sabés quién está de tu lado”.
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